Por decreto, el presidente Alberto Fernández echó al titular del Instituto del Cine (INCAA), Luis Puenzo, luego de que el ahora ex funcionario se negara a presentar la renuncia ante el ministro de Cultura, Tristán Bauer.
El hasta hoy vicepresidente de la entidad, Nicolás Battle, quedará a cargo de manera interina en medio de la crisis y las protestas en el organismo. Puenzo se resistía a renunciar tras haber mantenido una reunión de más de tres horas con el Bauer y finalmente el Jefe de Estado tomó la decisión que se conoció a partir del decreto difundido esta noche.
Así la decisión se comunicó luego de la manifestación del lunes en las puertas del edificio de la calle Lima que puso en primera plana la interna. El documento en cuestión expresa en el primero de sus dos artículos: “Dispónese el cese del señor Luis Adalberto PUENZO (D.N.I. Nº 4.546.984), en el cargo de Presidente del INSTITUTO NACIONAL DE CINE Y ARTES AUDIOVISUALES (INCAA), ente público no estatal en el ámbito del MINISTERIO DE CULTURA”.
Tan solo unas horas atrás, el director de La historia oficial había asegurado en diálogo con AM750: “Si me tengo que ir, me iré”. Pero a su vez advertía que “la decisión la tiene que tomar el presidente (Alberto Fernández), no depende del ministro (por Bauer)”. El devenir de los acontecimientos terminó entonces con la decisión de Alberto Fernández frente a un comienzo de semana marcado por la disputa en el INCAA.
Las fuentes involucradas en el conflicto que terminó salpicando políticamente al Gobierno habían indicado que si Puenzo no renunciaba, habría una nueva protesta, convocada para el miércoles a la tarde en el mismo lugar de los últimos incidentes.
El lunes, en pleno fragor de la protesta, Bauer había anticipado “cambios” en la administración del INCAA. Y el martes por la manaña, Puenzo habló con la prensa. Aseguró que su gestión fue la mejor posible. Defendió su proyecto de tener un cine nacional hecho de películas de costo alto, atacó a sectores de la producción y reafirmó que no renunciaría ante las presiones.
“Los números son mejores. Esta situación ya existía antes de la pandemia, una realidad muy dura, con un presupuesto nacional no aprobado. En todo caso se trata de administrarlo bien, sanamente, hubiera sido bueno hacer un acuerdo con la industria. El punto no soy yo, ni quien venga a reemplazarme”, había dicho antes de que Alberto Fernández confirmara que tendría que dejar su cargo.
Detrás de la puesta en escena en la disputa de poder y el punto de ebullición de la interna queda la crisis del sector audiovisual golpeado por la pandemia y el rol que el Instituto debe tener en una nueva era de los contenidos audiovisuales.
Una de las acciones que más se esperaba de su gestión, iniciada en diciembre de 2019, era la sanción de una nueva ley que reemplace a la de 1994, de la que Puenzo fue un artífice. Esto nunca fue siquiera mencionado. El otro punto primordial, acordado con todo el sector, era la necesidad urgente de modificar el plan de fomento para el audiovisual.
El que permanece vigente fue diseñado durante la gestión de Alejandro Cacetta, primer presidente del INCAA designado por Mauricio Macri. El mismo había recibido muchas críticas por parte de productores medianos y pequeños y especialmente quienes no pertenecen al área metropolitana de Buenos Aires. En 2020, por las muchas dificultades de acceso a los fondos que impone la ley, CABA concentró el 80% de los rodajes. También dificulta las producciones más pequeñas, ya que impone obligaciones societarias y financieras casi imposibles para los productores más pequeños. Esto, según explican los miembros de las distintas asociaciones, ha resultado no solo de una menor producción, sino también de menor diversidad cultural y mayor concentración geográfica.
Desde el comienzo de su gestión, Puenzo se resistió a modificar estos procesos de asignación de subsidios heredados de la gestión anterior, pero el jueves se conoció –extraoficialmente- un plan que, lejos de conformar las inquietudes del sector, produjo rechazó unánime. Como expresó a Infobae Cultura el miembro del consejo asesor del INCAA Juan Mascaró, esa fue la gota que rebalsó el vaso. Para Vanessa Ragone, presidenta de CAIC, es “una propuesta de fomento estatal que decide fomentar menos a quienes más lo necesitan (primeras películas, películas regionales, documentales, films experimentales), y que representa el espacio de diversidad y pluralidad de voces que toda industria cultural necesita”.
Sin embargo Puenzo dijo este martes que el proyecto “es un viejo borrador que nunca salió del INCAA salvo hasta el día que fue robado, para decirlo con todas las palabras. Es un borrador, se lo tomó como bueno, se lo discutió como verdadero y tiene distintos números respecto del que finalmente se envió a la secretaría legal y técnica”. Esta afirmación se contradice con la comparación del texto que circuló por distintas redes de comunicación y el que tenían los funcionarios del Poder Ejecutivo para su consideración la semana pasada.
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