En medio del recalentamiento de las diferencias internas, Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich y María Eugenia Vidal compartieron en la noche de ayer una cena con dos objetivos concretos en mente: alcanzar una tregua que no perjudique a la oposición en la carrera hacia 2023 y fijar reglas de juego que permitan dirimir sin enfrentamientos la candidatura presidencial.
Una posibilidad es la realización de internas partidarias para llegar con un solo postulante a las PASO, que es la opción que quiere el Jefe de Gobierno. Para la jefa del PRO, es mejor que los dos candidatos (ella y Rodríguez Larreta) compitan directamente en las primarias con la UCR. No hubo acuerdo porque cada uno insistió en su posición y quedaron en seguir conversando.
Aun así, los cuatro pactaron bajar las tensiones en el PRO y Juntos por el Cambio para quedar mejor ubicados ante la opinión pública justo en el peor momento de la crisis del Frente de Todos entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner, que incluso podría profundizarse.
La primera demostración del “cambio de clima” negociado se producirá hoy, cuando Macri y Rodríguez Larreta posen juntos para una foto durante una actividad en una escuela porteña, junto con la ministra de Educación de la Ciudad, Soledad Acuña.
La comida de los cuatro líderes del PRO. de la que también participó Federico Pinedo, se realizó en el restaurante Hapenning, en la Costanera, y se prolongó durante dos horas. Entre distintos cortes de carne y ensalada, analizaron la situación política y económica. Allí no hubo diferencias: todos compartieron las gruesas críticas contra el oficialismo y la inquietud por la creciente inflación, uno de los principales motivos de preocupación de los argentinos, según coinciden las mediciones de todas las encuestadoras.
Por eso pudieron avanzar en una tregua interna que evite los cortocircuitos, las declaraciones envenenadas y los gestos que puedan alimentar las diferencias en Juntos por el Cambio. Todos reconocieron algo obvio: que las peleas entre ellos favorecen al Gobierno y dañan las probabilidades de que la coalición opositora gane las elecciones del año próximo, precisamente cuando el creciente malestar entre el Presidente y la Vicepresidenta orienta al oficialismo a una ruptura, aunque en los hechos no se formalice.
En las últimas semanas, hubo señales de que las tensiones en el PRO estaban creciendo de nuevo. La foto de Macri con Donald Trump cayó mal en casi toda la dirigencia opositora, sobre todo entre las “palomas”, que interpretaron que el ex presidente estaba nuevamente en campaña y tratando de empujar a todo el espacio hacia la derecha del espectro político. Pero afirman que el ex mandatario se enojó cuando leyó que Bullrich había asegurado, en su gira por Estados Unidos, que él no se iba a candidatearse para la Presidencia.
Macri retomó sus actividades, luego de su viaje a Miami e Italia, con una reunión que mantuvo en sus oficinas con el bloque del PRO de la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires, a quienes les pidió “trabajar fuerte para volver a gobernar en 2023″.
La titular del PRO aceleró su plan para 2023: a la recorrida por cuatro ciudades norteamericanas, con una agenda de claras connotaciones “presidenciales”, le sumó una primera reunión de su “equipo de gobierno” con unos 30 dirigentes que elaborarán propuestas. El segundo encuentro tendrá lugar este martes y se sumarán Diego Guelar, Aldo Abraham y Dante Sica. Bullrich quiere dar muestras de que su proyecto para llegar a la Casa Rosada es irreversible y que, contra algunas críticas que recibe, tiene equipo y propuestas para alcanzar esa meta.
Rodríguez Larreta mantiene a rajatabla su idea de apuntalar la gestión en la Ciudad como plataforma para la candidatura presidencial, aunque la semana pasada aceleró su desembarco en la provincia de Buenos Aires, en una recorrida a General Rodríguez y un viaje a Bahía Blanca, en ambos casos con Diego Santilli, su candidato a gobernador. Mientras, dio indicios de endurecimiento que inquietaron a sus propios aliados cuando pidió al Gobierno que le saque los planes sociales a quienes cortan las calles. La propuesta desacomodó al ala progresista de Juntos por el Cambio y provocó que Bullrich planteara sacar directamente los planes sociales.
Por las dudas, y en otra escenificación de una impronta más dura, Rodríguez Larreta exigió “dejarse dejarse de joder” con el debate entre “halcones” y “palomas”, y dijo: “Si no estamos juntos, no ganamos una elección en la puta vida”. Vidal, en un intento de quitarle a Javier Mieli su palabra fetiche que tanto prende entre la gente (¿y sus votos?), se quejó de que “la política se ha vuelto una casta con muchos privilegios”.
Pero el gran tema en discusión de la cena fue cómo definir la candidatura presidencial del PRO. En ese punto surgieron las discusiones más duras y no pudieron llegar a ningún acuerdo. Quedaron en seguir conversando sobre el tema. Es que Rodríguez Larreta quiere que postulante surja de una interna partidaria y que el ganador compita en las PASO con la UCR. El problema es que el PRO no tiene muchos afiliados en todo el país y hay distritos clave, como el bonaerense, donde sólo hay unos 25.000. Algunos creen que ese problema podría salvarse con un padrón provisorio, pero el riesgo de poca participación es muy grande. Cerca de Bullrich, en realidad, temen que el famoso “aparato porteño” termine perjudicándola en una interna cerrada con Larreta.
Para la ex ministra de Seguridad, lo mejor es que ambos vayan directamente a las PASO para dirimir la postulación con el candidato que presente la UCR. El jefe de Gobierno piensa que la división del voto del PRO puede ayudar a que gane un radical. Bullrich insistió esta noche en que ese peligro no es importante porque de todas formas el partido de Gerardo Morales tendría más de un postulante o se integraría a la fórmula que presente ella o su propio rival interno. La discusión subió de tono. Vidal pidió debatirlo más adelante.
¿Qué piensa Macri? Parece más cerca de Bullrich que de Rodríguez Larreta, basado en que la instancia de las PASO fue la verdadera clave que permitió el triunfo electoral de 2021 porque permitió darle legitimidad a las candidaturas elegidas por la gente. Si el PRO va a las primarias con dos candidatos, razona, cada uno tendrá un sesgo distinto que permitirá captar otros segmentos de votantes: la jefa partidaria podría sumar al simpatizante libertario, mientras que el alcalde porteño atraería más al elector de centro.
Pese al desacuerdo sobre este tema decisivo, los cuatro se fueron del restaurante un poco más relajados. Lo seguirán estando si todos respetan el pacto de no agresión. Pero costará cumplir la tregua en una oposición que pone tanto en juego para 2023.
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