En medio de la creciente disputa interna dentro del Frente de Todos, el Gobierno enfrenta hoy dos desafíos que ponen en jaque la gestión de Alberto Fernández: la gigantesca cuenta para hacer frente al déficit energético y la disparada inflacionaria. Ambos comprometen las metas fiscales acordadas con el Fondo Monetario Internacional y presagian profundizar las diferencias entre el albertismo y el kirchnerismo. Las dos áreas están bajo la injerencia de funcionarios que responden a Cristina Kirchner - Darío Martínez, secretario de Energía, y Roberto Feletti, secretario de Comercio Interior- quienes vienen cuestionando públicamente la política económica encabezada por el ministro de Economía. Pese a los embates, Martín Guzmán sigue en su puesto por decisión del Presidente.
Este “desdoblamiento” en la coalición gobernante por sus diferentes visiones sobre cómo encarar estos dos frentes, genera una mayor dificultad y retraso en las decisiones vinculadas al área energética. Este tema se convirtió en la piedra caliente de la gestión, por el peso de los elevados subsidios al gas y la electricidad que se utilizan en el país, y la dimensión del aumento tarifario que será necesario disponer.
“Hoy, los consumidores pagamos un tercio de lo que cuesta la energía eléctrica y un tercio de lo que cuesta el gas. Lo demás son subsidios del Estado. En 2022, según nuestra estimación, no van a bajar. El año pasado, gastamos USD 11.000 millones, el 2,3% del PBI. Nuestra estimación es que este año estarán en el orden de los USD 13.000 millones, un 2,2% del PBI, mucho más que lo pide el Fondo Monetario Internacional, 1,9%”, le dijo a Infobae, el director de Energía de la consultora Ecolatina, Daniel Dreizzen.
Importaciones récord
La mayor cantidad de dólares que necesitará el país este año para comprar la energía necesaria que requerirá la demanda local está directamente vinculada a la guerra desatada por Vladimir Putin contra Ucrania. El conflicto disparó los precios internacionales de los commodities energéticos, ya que Rusia es el segundo país productor y primer exportador de gas, y el tercer productor y segundo exportador de petróleo a nivel mundial. Este contexto internacional hará escalar la cuenta de las importaciones de combustible este año a un número récord de USD 12.000 millones, según las estimaciones de distintos expertos consultados por Infobae.
Así, el déficit en la balanza comercial energética en 2022 pasaría a ser de USD 5.000 millones, tomando en cuenta los precios actuales y manteniendo el mismo volumen de importaciones y exportaciones del 2021. El Gobierno se enfrentará a la disyuntiva de usar dólares que no tiene para pagar esa gigantesca factura, o administrar cortes de energía a las industrias, para evitar afectar a los usuarios residenciales y generar mayor malhumor social.
Según Nicolás Arceo, director de la consultora Economía & Energía, el rojo en la balanza energética del 2022 - que estimó en USD USD 4.911 millones - se explica por el fuerte salto que registrarán las importaciones de energía, que escalarán a USD 12.503 millones. Las exportaciones, en tanto, ascenderían a USD 7.592 millones. “Es un cálculo en base a la satisfacción completa de la demanda. O sea, suponiendo que no va a haber restricciones fuertes en el suministro energético a las industrias”, explicó Arceo a Infobae.
Desde Ecolatina, Dreizzen estimó un déficit similar. “Argentina es un importador neto de energía. La proyección para este año si el Gobierno quiere tener el mismo gas que el año pasado, se va a unos USD 5000 millones negativos. Pero no creo que esto pase y es factible que haya cortes a la industria en invierno. La discusión es si el ingreso de dólares por la suba del precio de las commodities del campo puede compensar la suba de las commodities de energía que necesita el país”, señaló.
Daniel Gerold, presidente y fundador de la consultora G&G Energy, proyectó dos semanas atrás importaciones en 2022 por unos USD 11.800, con la salvedad de que son “estimaciones que cambian todo el tiempo”. Según sus cálculos, esa cifra implica un 115% más que los USD 5.500 gastados en importaciones totales de productos de energía en 2021.
Los motivos del rojo energético
Los expertos consultados por este medio coincidieron en una serie de razones que explican esta escalada en el déficit energético para 2022. Por un lado, el costo del barril de petróleo que el año pasado estaba en los USD 68, hoy ronda los USD 100, después de haber alcanzado los USD 130.
Por el otro, el aumento del costo del gas natural licuado (GNL) que llega por barco en estado líquido y requiere ser regasificado en plataformas móviles en los puertos de Bahía Blanca y Escobar, antes de poder ser inyectado al sistema de gasoductos nacionales. El GNL se destina a atender la demanda residencial - que tuvo un crecimiento en el último año del 10% - y la generación de energía termoeléctrica, por la caída en la generación hidroeléctrica debido a la sequía.
“Si bien la guerra complicó mucho el panorama, los precios internacionales ya venían subiendo desde principios de año. El gas licuado que el año pasado pagamos USD 8,9 el millón de BTU (la unidad térmica británica que se utiliza a nivel mundial), a principios de 2022 y antes de la guerra estaba en más de USD 20, y ahora lo vamos a importar a entre USD 35 y USD 40″, advirtió Arceo. De hecho, los 8 barcos de gas licuado adjudicados hace 10 días por Integración Energética Argentina Sociedad Anónima (IEASA, ex Enarsa) tuvieron un precio promedio de USD 39 el millón de BTU. El Gobierno los pagará alrededor de USD 800 millones, más del 70% de los USD 1.100 millones que le costaron los 56 barcos que se compraron en todo el 2021. La llegada de los primeros cargamentos de GNL se estima para mayo. En febrero se había adjudicado un primer barco a USD 27 el millón de BTU.
La mala noticia es que la suba del precio del gas licuado no se frenará con el fin de la guerra. En el marco de las sanciones impuestas al régimen de Putin, los países europeos que reciben el 40% del gas que necesitan a través de un gasoducto que venía de Rusia, comenzaron a buscar otros proveedores. “Aunque se levanten las sanciones a Rusia, la crisis persistirá porque Rusia dejó de ser para Europa un proveedor fiable de energía. La Unión Europea ya está haciendo planes para fortalecer la infraestructura de regasificación de gas licuado que tiene en la densa red de puertos que van desde el Mediterráneo hasta el Mar del Norte. Así, se convertirá en un gigante comprador de gas licuado en el mercado mundial lo que hará subir su precio”, advirtió el economista Jorge Colina, titular del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA).
A este cuadro se suma el aumento del precio del gas natural que Bolivia le vende a Argentina, ante la imposibilidad de nuestro país de disponer de mayores cantidades del gas extraído de la cuenca neuquina. Bolivia vino declinando sus envíos a Argentina porque le vende a Brasil a mejor precio. Para Dreizzen, de Ecolatina, el acuerdo alcanzado esta semana con Bolivia de mantener el mismo volumen en invierno que el año pasado, es “poco importante” en relación a las necesidades energéticas de Argentina.
Si bien no se conoce aún el detalle fino del compromiso que asumirá Bolivia de los envíos a lo largo del año, trascendió que el país andino garantizaría los mismos 14 millones de m3 por día en los meses de invierno, los de mayor demanda, aunque a un precio de “emergencia”. Los primeros 10 millones de m3 diarios a USD 9 y los restantes 4 millones a USD 18. Y, según el acuerdo firmado por los presidentes Fernández y Luis Arce esta semana, Bolivia priorizará a Argentina en envíos adicionales en función de la disponibilidad volúmenes adicionales en el período de invierno, según aseguraron fuentes oficiales.
El cálculo del déficit energético para este año hecho por Economía & Energía se basa en una provisión de 12 millones de m3 por día en períodos pico. “Si son 14 millones, no variará demasiado. Solo si finalmente terminan siendo 18 millones, la ecuación cambiaría un poco“, señaló Arceo en referencia a posibles 4 millones adicionales que Bolivia podría enviarle a Argentina siempre que Brasil no los necesite por contar con mayor generación de energía hidroeléctrica. “Por cada millón de m3 por día que envía Bolivia, el ahorro es de aproximadamente USD 350 millones de dólares de GNL en un año”, estimó este economista.
¿Por qué Argentina depende del gas boliviano siendo que tiene reservas suficientes en la cuenca neuquina? “Si bien un buena noticia es que la productividad en Vaca Muerta dio un salto y el pozo tipo aumentó su productividad en un 30%, hay un cuello de botella para evacuar el gas y el petróleo de Vaca Muerta”, explicó Dreizzen. Y en este sentido, el director de Energía de Ecolatina agregó: “Estamos esperando que se construya cuanto antes el gasoducto Néstor Kirchner, desde Neuquén hacia el este, donde están los centros de consumo. Ojalá el invierno próximo llegue, en su primera etapa, a Salliqueló” (Provincia de Buenos Aires).
Según informó el secretario de Energía en febrero pasado, este gasoducto “permitirá transportar hasta 44 millones de m3 diarios de nuevo gas para abastecer hogares, industrias y centrales térmicas. Esto habilitará también la sustitución de GNL y Gas Oil importado, ahorrando miles de millones de dólares al país”. La obra, conectará la provincia de Neuquén con la de Santa Fe, pasando por Río Negro y La Pampa. En esas declaraciones, un día antes del estallido de la guerra, Martínez estimó que a futuro el gasoducto “podría generar un ahorro de USD 2500 millones en importaciones”.
En una movida a dos puntas, el ministro Guzmán estuvo el viernes en Brasil y, según se informó oficialmente, llegó a un acuerdo para obtener por parte del país vecino un suministro de energía adicional durante los meses de invierno. El acuerdo para la provisión de energía no está relacionado a las negociaciones en marcha para contar con una cuota extra de gas desde Bolivia que el sistema energético brasileño no necesite para los meses de mayor demanda, sino que se trata de abastecimiento de energía que Brasil produzca por la vía hidroeléctrica, que es su principal fuente de generación. Los detalles técnicos todavía no se conocieron, pero se trataría de un flujo de energía eléctrica que alcanzará los dos gigavatios de potencia entre mayo y septiembre.
A la suba del precio de los commodities energéticos, se suma para Argentina a nivel local la crisis hídrica del año pasado, cuyo impacto se extenderá durante, al menos, el primer semestre del 2022. “Al disminuir la generación hidroeléctrica, aumentó el consumo de combustibles líquidos, más caros y más contaminantes, para alimentar las centrales térmicas. En el último año, la generación termoeléctrica de energía subió de un 60 a un 65%”, advirtió Dreizzen.
Por último, los requerimientos energéticos subirán por la recuperación de la actividad económica este año, ya dejada atrás la pandemia, con el consecuente aumento en la demanda local.
Qué pasó en los últimos años
“A partir de 1991 el saldo de exportaciones menos importaciones de combustibles creció hasta llegar a ser en 2006 de USD 7.400 millones positivos a precios actuales. A partir de 2006, el saldo comenzó a declinar hasta llegar al año 2013 a ser deficitario en USD 9.800 millones a precios actuales. A partir de allí las exportaciones comienzan a ser más que las importaciones, pero en 2021 el saldo vuelve a ser negativo en USD 1.400 millones”, según un informe elaborado por Colina.
El último año que Argentina tuvo una balanza comercial energética positiva en la década pasada fue en 2010. Ese año, el saldo del intercambio comercial fue de USD 909 millones, monto que al precio de los combustibles del 2021, ajustados por la inflación del dólar norteamericano, asciende a USD 1.129 millones, según el análisis realizado por Colina.
A partir de 2013, ya sobre la mitad del segundo mandato de Cristina Kirchner, el saldo negativo de la balanza comercial comenzó a achicarse progresivamente. Esta reducción de los números negativos de la balanza comercial se debió, según analizó Arceo, a “la recuperación de la producción de gas natural a partir de 2013 y la disminución de los precios internacionales de los hidrocarburos permitieron una progresiva disminución del déficit comercial del sector a partir de 2013. Desde 2019 la balanza comercial del sector energético presentó un resultado equilibrado, diferenciándose de los años previos en donde el déficit comercial del sector había agudizado sensiblemente la restricción externa de carácter estructural que presenta la economía Argentina”.
En el gobierno de Mauricio Macri, comenzaron a bajar las importaciones y a subir las exportaciones de combustibles. “Entre 2015 y 2019 se trataron de recrear las condiciones para las inversiones y recuperar el superávit, pero se revirtieron con el actual gobierno volviendo al déficit energético”, analizó Coolina
En 2020, la pandemia forzó un parate de la actividad que derivó en la comercialización de menores volúmenes de combustibles. Hubo una caída de las importaciones, y la balanza comercial energética volvió a tener un superávit de USD 153 millones al precio de 2021, según los números elaborados de IDESA. La demanda del gasoil, por ejemplo - el principal producto que se importa en materia energética - cayó el 35% el primer año de la pandemia.
En medio del freno que sufrió la economía, en 2020, se importaron combustibles por un total de alrededor de USD 2.600 millones, según IDESA, y se exportaron por USD 2.800 millones. Los números que manejan los distintos consultores energéticos consultados por Infobae, varían en función de los distintos tipos de combustibles contabilizados en el total, y el ajuste del cálculo a precios actuales.
Pero en 2021, por el repunte de la actividad post-pandemia y la sequía que afectó la generación de energía hidroeléctrica, las importaciones de productos de energía ascendieron a USD 5.800 millones, y la balanza comercial energética volvió a ser deficitaria. El rojo superó los USD 1.400 millones, según los cálculos de Colina en base a los datos del Ministerio de Economía, y alcanzó los USD 1.600 millones netos, de acuerdo al análisis realizado por Ecolatina.
Según el diagnóstico de esta última consultora, “las actuales condiciones económicas y financieras de Argentina hacen que no lleguen las inversiones necesarias” para aumentar la generación de energía propia. Y en este sentido, Dreizzen advirtió sobre la vuelta de la brecha entre el precio del petróleo a nivel local y el internacional.
Qué combustibles importamos
Si bien Argentina es productora de petróleo y gas, la soberanía energética se perdió una década atrás. Aunque en los últimos dos años, el país no importó petróleo crudo, sí tiene una fuerte dependencia estructural de gasoil, que se elabora en base a petróleo destilado a determinada temperatura. Junto al gas y el GNL, estos tres productos energéticos representan más del 70% de las compras externas del sector.
“Todo se mueve en camión en Argentina y toda la cosecha usa gasoil. A eso se suma la demanda del transporte de pasajeros y los autos particulares”, explicó Dreizzen sobre la demanda creciente de gasoil. A esto se suma que además Cammesa compra gasoil para la generación eléctrica. “Argentina refina casi todo el petróleo que produce, y lo consume todo. Solo exporta el 10% del petróleo”, señaló el director de Energía de Ecolatina. Dreizzen estimó que, el año pasado, la cuenta del gasoil importado ascendió a unos USD 2.000.
Nuestro país también importa, en menor medida, naftas para refinerías y ciertos tipos de nafta premium, carbón y lubricantes. En 2021, importó algo de fuel oil, una parte pesada del crudo que se usa para generar energía eléctrica, y que en 2020 se había exportado.
A quién le compramos
En los últimos dos años, según el análisis de los datos de la secretaría de Energía analizados por Infobae, el país al que más combustibles le compró Argentina fue Bolivia: gas natural por USD 2.073 millones. Le sigue Estados Unidos, al que le compramos USD 964 millones en gasoil, naftas, aerocombustibles, fuel oil, lubricantes, productos pesados y propano. En tercer lugar, se ubica Gran Bretaña, con ventas a nuestro país por USD 863 millones de dólares por GNL, gasoil, lubricantes y naftas.
Luego se ubican en el ranking como proveedores Emiratos Árabes Unidos con USD 572 millones (gasoil, GNL, aerocombustibles, grasas, lubricantes); Holanda, con USD 527 millones de dólares (gasoil, naftas y lubricantes y naftas); y Suiza con USD 487 millones (gasoil, GNL, gas natural, naftas, y lubricantes).
Qué combustibles exportamos
Nuestro país también es exportador de combustibles. “Principalmente exporta petróleo - el 10% de lo que produce-, algo de gas a Chile, y el propano y butano, que se usa en las garrafas sociales. En cuanto a naftas, exporta más que nada la nafta común”, le precisó Dreizzen a Infobae.
Según Gerould, la situación internacional puede ser “una gran oportunidad” para Argentina en materia de hidrocarburos porque los precios permanecerán elevados en el mercado. Y si bien afirmó que se podría exportar más petróleo, consideró que “se necesita mucha inversión” y un cambio importante en la ecuación económica a nivel local.
Para Colina, la Argentina tiene condiciones para ser un país exportador neto de combustibles. “Cuando aplicó políticas mínimamente racionales logró producir combustibles por encima de lo que consume. En el período 1991 – 2001 había contratos de largo plazo con empresas extractivas que generaron el superávit. En el 2002 se rompen estos contratos y, a pesar de ello, el superávit siguió creciendo hasta el 2006, momento en que empieza a declinar hasta llegar al 2013 con un severo déficit de combustibles”.
Según este economista, “la reconfiguración del mercado internacional debería ser una gran oportunidad para la Argentina dada su potencialidad para producir gas. Pero, paradójicamente, trae problemas. Debido a las muy malas políticas energéticas aplicadas en las últimas décadas, el país hoy es altamente dependiente del gas licuado comprado en el mercado mundial”.
¿Cómo se procesó la información?
La Unidad de Datos de Infobae procesó la información contenida en el sitio de datos abiertos de la Secretaría de Energía de la Nación, que contiene el detalle de los combustibles importados y exportados desde 2016 a la fecha. Asimismo, se consultaron datos de otras fuentes como el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA), Integración Energética Argentina Sociedad Anónima (IEASA) y la Consultora Economía & Energía.
Si desea visualizar y/o descargar la hoja de cálculo, siga este enlace.
Procesamiento de datos y visualizaciones interactivas: Daniela Czibener. Infografía: Andrés Snitcoksky. Carga de datos: Desiré Santander
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