Una vieja anécdota puede describir a Ricardo Jaime. La contó Rafael Flores peronista, santacruceño que por diferencias con su viejo compañero de estudios y militancia Néstor Kirchner, saltó al Frepaso a mediados de la década del noventa. Fue uno de los dirigentes más críticos del kirchnerismo fundacional porque sabía todo-absolutamente todo- sobre quiénes lo componían. Corría el año 1996 y “Rafa”, como lo llaman todos, ya era diputado nacional por la fuerza política que encabezó Carlos “Chacho” Álvarez. Además de problemas políticos en Río Gallegos, Flores tenía un gran inconveniente doméstico: Newton.
Newton, su perro de raza basset se perdía no bien se alejaba de la casa del diputado. Era tan conocida la falta de orientación del perro que los Flores solían poner avisos en LU14 Radio Provincia de Santa Cruz para advertir a los vecinos que en caso de ser encontrado fuera devuelto. En esa radio trabajaba Gloria del Corazón de Jesús Vilchez, la madre de las tres hijas de Ricardo Jaime. En una de las tantas ocasiones en las que Newton se perdió, un vecino les dijo que lo había visto en una casa del barrio Planeamiento y Vivienda, a no más de diez cuadras del domicilio de la familia Flores, que quedaba en la calle Colón de Río Gallegos.
Eloísa, la esposa de Flores, fue hasta esa casa, tocó timbre y allí apareció Jaime, quien entreabrió apenas la puerta y negó haber visto a Newton mientras con la pierna derecha intentaba apartar al perro que hacía todo lo posible por asomarse. Newton carecía de sentido de la orientación pero conservaba un olfato estupendo, por lo que identificó inmediatamente a su dueña. Ante la evidencia y los ladridos, Jaime tuvo que entregar el perro y pedir disculpas. Se había quedado con algo ajeno y lo descubrieron.
Este viernes Jaime fue condenado a ocho años de prisión por el delito de enriquecimiento ilícito. Es decir por quedarse con dinero que recibió de los empresarios a los que favoreció mientras fue secretario de Transporte de Néstor y Cristina Kirchner.
Cordobés de nacimiento, ingeniero agrónomo, en los años ´80 se fue a probar suerte en Santa Cruz. Nacido y criado peronista se sumó a la estructura política que encabezaba Néstor Kirchner. Fue un gran amigo del ex presidente fallecido, existen infinidad de anécdotas sobre cosas que pasaron juntos en las épocas en las que recorrían las rutas de Santa Cruz en busca de apoyos y de votos. Jaime ocupó diversos cargos públicos y llegó a ser el ministro de Educación de Kirchner en la gobernación de la provincia patagónica.
Abandonó Santa Cruz-algunos dicen que enojado con Kirchner- para mudarse a Córdoba en 1999 y se convirtió en funcionario del gobierno del fallecido José Manuel De la Sota. Fue designado segundo del ministro de Educación de la provincia mediterránea, el hoy integrante de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Juan Carlos Maqueda.
En 2003 Julio De Vido lo llamó para contarle que Kirchner lo quería en el gobierno nacional. Y así fue designado secretario de Transporte de la Nación. Cuando llegó de Córdoba a Buenos Aires no tenía dónde vivir. Fue entonces que el sindicalista Gerónimo “Momo” Venegas le permitió alojarse en el hotel “Facón grande” del gremio de los peones rurales que condujo hasta su fallecimiento. El hotel era barato y quedaba cerca de Retiro, zona conveniente para quien tenía sus oficinas en Plaza de Mayo.
Pero no tardó mucho en mudarse del modesto hotel sindical a un departamento que alquilaba. Mejor dicho que le alquilaba un empresario a quien debía controlar como secretario de Transporte. Jaime asumió el 28 de mayo de 2003 y el 4 de julio, tan solo 37 días después, Néstor Otero quien por aquellos años y en la actualidad, explota la Terminal de Ómnibus de Retiro, le comenzó a pagar el alquiler. Podría decirse que ese fue el primer caso de corrupción documentada y probada en el que incurrió Jaime. En 2015 Jaime se declaró culpable de haber recibido dádivas por parte del grupo empresario a cargo de la Terminal de Ómnibus porque se comprobó que le pagaban mes a mes el alquiler del departamento. Se comprobó también que el grupo empresario Trenes de Buenos Aires que explotaba ferrocarriles y colectivos bajo la supervisión de Jaime, le había pagado viajes en taxis aéreos. Esa condena, pactada por Jaime, está firme. A los empresarios se les otorgó una probation.
Jaime cumplió 67 en enero pasado, tiene tres hijas y está separado de la madre de ellas. Está detenido desde abril de 2016 y es el único ex funcionario kirchnerista que continúa tras las rejas por casos de corrupción. Hay muchos testimonios -brindados en sede judicial o en entrevistas periodísticas- que aseguran que Jaime se jactaba de llevarle bolsos con dinero a Kirchner todos los viernes. De la entrega de los bolsos no hay pruebas.
En cambio a Jaime sí lo hallaron una vez con dinero en un bolso. Eran las 17.40 del viernes 3 de marzo de 2006 en el Aeroparque Jorge Newbery. “Soy la máxima autoridad del aeropuerto y ustedes están totalmente equivocados en el proceder y esto va a cambiar”, espetó Jaime a los agentes de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) que intentaban cumplir con la tarea de revisar el equipaje de mano que llevaba el que aquel momento era secretario de Transporte. “Llevo efectos personales y no lo voy a abrir porque ustedes no son quiénes para revisar lo que llevo”, agregó en tono amenazante. Según consta en el acta labrada por los agentes de la PSA, Jaime dijo que su valija era diplomática y que no la iba a abrir. Cuando Jaime pasó su bolso negro por el escáner y los agentes notaron algo extraño (parecían ladrillos), quisieron revisarlo. Y ahí estalló. A los gritos pidió que lo comunicaran telefónicamente con el entonces interventor de la PSA Marcelo Saín. Saín, según reconstruyeron en el Aeroparque, lo escuchó gritar: “Que me saquen a estos ineptos porque voy a perder el vuelo y si lo pierdo ustedes no trabajan más acá”. Tras la amenaza, Saín pidió hablar con el encargado del operativo. El teniente Franco Girardi escuchó el consejo y siguió las directivas de su jefe. “Usted es un secretario de Estado y debe dar el ejemplo frente al resto de los pasajeros y dejarse revisar porque es una cuestión de seguridad”, le dijo Girardi a Jaime. Ante ese pedido férreo de Girardi, Jaime dejó que revisaran el bolso. Hallaron un iPod, un cargador de batería de teléfono celular, una lapicera, carpetas, papeles personales. Había de todo, incluso dos sobres de papel madera con fajos de billetes de pesos y dólares. Los hombres de la PSA contaron siete u ocho fajos. No era un delito, pues se puede llevar dinero dentro del país. Pero era la muestra fehaciente de que Jaime tenía a su disposición más billetes que los que su sueldo le permitía.
Hoy aquel Jaime ya no es poderoso como entonces y fue condenado a ocho años de prisión.
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