Es miércoles y está todo listo para que el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Daniel Filmus, anuncie junto a la ministra de Salud Carla Vizzotti que la vacuna “Arvac-Cecilia Grierson” contra el coronavirus. Pasaron dos años de una pandemia en su epílogo de virulencia, ya en retirada. Se percibe nerviosismo y algo de movimiento en las oficinas del Polo Científico-Tecnológico del barrio porteño de Palermo.
“Argentina, por primera vez, va a desarrollar la Fase 1 de una vacuna de esta naturaleza. Si se aprueba, y pasa las Fase 2 y 3, seguramente la tengamos antes de fin de año”, definió Filmus en un mano a mano con Infobae. “Es importantísimo porque Argentina va a tener una vacuna de refuerzo. Estamos trabajando con la idea de que va a hacer falta una vacunación periódica”, dijo en una de las salas de reunión del edificio de Godoy Cruz 2320.
Filmus es un histórico de la primera línea del kirchnerismo, si bien no pertenece al mismo círculo de dirigentes vinculados a La Cámpora y del Instituto Patria. En un Frente de Todos con las heridas a flor de piel -las mismas que lo llevaron al Poder Ejecutivo tras el primer recambio de gabinete masivo de 2021-, se encolumna entre los dirigentes que apoya de manera orgánica, sin peros, al presidente Alberto Fernández, pero que tampoco juega a la división sobre la que cree que “ningún sector puede ganar”. En una entrevista con Infobae sobre política, ciencia y modelos de desarrollo, el ministro dio sus razones sobre por qué cree que el contrato electoral del Frente de Todos se cumplirá. “Seguramente, en el 2023, encontraremos un país mejor que en el 2019″, definió.
- El presidente Alberto Fernández hizo un acto del 24 de marzo por el vínculo de la ciencia y el terrorismo de Estado. ¿Cuál es el significado político de esa decisión? ¿Por qué lo eligió como vocero?
- Soy investigador del Conicet y quienes formamos parte sabíamos de la existencia de un desaparecido. Una investigación que se hizo en un año de trabajo demostró que hubo, por lo menos, ocho casos y muchos con legajos que decían que se quedaban sin trabajo porque se habían ausentado. Fue una emoción enorme haber reconstruido y que el Presidente nos acompañe a la entrega de los familiares los legajos de quienes habían sido víctimas del terrorismo de Estado. Como sabemos, el terrorismo de Estado y las dictaduras son amigas del oscurantismo, de que no haya libertad de pensamiento. Parte de la crisis argentina tiene que ver con “La Noche de los Bastones Largos” en 1966, donde mil de los principales científicos argentinos dejaron la universidad y la gran mayoría se fueron al extranjero. ¡Mil! ¡Mil investigadores! Fue en 1983 que se empieza a recomponer la ciencia argentina, cuando Raúl Alfonsín recreó la secretaría de Ciencia y Tecnología y lo colocó a Manuel Sadosky al frente. La ciencia ha sufrido mucho los vaivenes de las dictaduras y la democracia.
- La lectura política predominante de ese 24 de marzo fue la división del Frente de Todos, con la masiva columna que hizo La Cámpora y el acto que realizó el Presidente por separado. ¿Cómo evalúa esas tensiones? ¿Hay un riesgo de fractura?
- Esa tensión no se vio el 24 de marzo. En el Ministerio estuvieron todos los sectores políticos: las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo, Taty Almeida, los familiares de detenidos-desaparecidos y el secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla. Es un tema que nos unifica a todos. La Cámpora siempre salió de la ex ESMA. No hubo nada en especial, solo las lecturas de lo que ocurrió en el Congreso donde más del 80% de los diputados y senadores votaron a favor del acuerdo del FMI, no porque querían asociarse con el Fondo, sino porque heredamos una deuda que no tenía forma de ser pagada de la manera que había sido pactada. Es verdad que hay miradas distintas: ese es el esfuerzo que hizo Cristina al colocar a Alberto, a Sergio Massa y otros como Pino Solanas, que participaron de otras listas en otras elecciones. De eso se trata de un frente. Hay un programa común que tiene que ver con tres ejes fundamentales: un crecimiento y desarrollo que cambie el modelo productivo, que ese crecimiento se transforme en mejor distribución de los recursos para poder terminar con la pobreza y generar mayores condiciones de igualdad, y una mirada de un país soberano. Ninguno de los actores que conformamos el Frente de Todos ganaría en caso de que hubiera una división. Porque todos hemos puesto al cara con la gente y nuestro pueblo, diciéndole que veníamos a transformar el país y a generar condiciones de igualdad y justicia social. Tuvimos que enfrentar la herencia del gobierno anterior, la pandemia y ahora los coletazos de la guerra entre Rusia y Ucrania, pero los temas que nos unen son más poderosos de los que no nos unen. Si hay diferencias, podrán ser saldadas en unas PASO en las elecciones del 2023 como planteó el Presidente.
- El 24 de marzo había una imagen de dos “campamentos”: el de la columna de La Cámpora y otros funcionarios cercanos a ese núcleo, y la foto de algunos ministros de Alberto Fernández, de la que participó. ¿Se siente más representado con ese grupo?
- Encontraste el caso de excepción quizás, porque he estado en los dos lugares, y con mi agrupación de la Corriente Nacional de la Militancia donde están Agustín Rossi y el presidente del bloque de la Cámara de Diputados, Germán Martínez. ¿Cómo no vamos a estar en una foto de ministros, si lo somos, y respaldamos fuertemente a Alberto Fernández? Eso no impide que al mismo tiempo hayamos ido a saludar a los compañeros de La Cámpora, abonando esta idea de que necesitamos la unidad.
- En una entrevista, Luis D’Elia mencionaba que Cristina y Máximo Kirchner tendrían que escuchar más a aquellos que acompañaron al primer gobierno de Néstor Kirchner, entre ellos, a Agustín Rossi, un dirigente de su espacio. ¿Coincide con esa teoría de que hay una ‘cerrazón del kirchnerismo’ ante voces moderadas o distintas dentro del mismo espacio?
- Cuando decís si ‘hay cerrazón en el kirchnerismo’, me incluyo, porque soy kirchnerista (sonríe). Agustín Rossi es kirchnerista. Nosotros creemos, desde de la perspectiva del kirchnerismo, que hoy se trata de fortalecer un gobierno que tiene que resolver los problemas de la gente. Tenemos que discutir menos entre nosotros y que resolver más problemas que son perentorios. El tema de la pobreza, del hambre, de la salud, del desarrollo productivo y la educación no esperan. Hay que poner la mirada en ese lugar, y lo hacemos desde los matices, las personalidades y perspectivas distintas. Nosotros nos sentimos muy integrados tanto en el kirchnerismo como en el Gobierno. Sin el kirchnerismo no se hubiera constituido este gobierno nacional, y estuvimos en los doce años del gobierno con todas sus virtudes y asignaturas pendientes. Si uno toma de 2015 y 2019, Argentina no tiene para mostrar nada que haya mejorado en esos cuatro años. A pesar de la pandemia, en los datos de desocupación ya estamos por encima del 2019. Seguramente en el 2023 encontraremos un país mejor que en el 2019, como en el 2015, que estuvimos mejor que en 2003 con asignaturas pendientes. En mi área hay que pensar en políticas que no cambien en los gobiernos. El barbijo ‘del Conicet’ fue posible porque creamos en el año 2004 la Fundación Argentina de Nanotecnología con Roberto Lavagna, hubo estudios de nanotecnología que nos permitió después aplicarlo a la industria textil. Ciencia, tecnología y educación deberíamos sacarlos de la discusión partidaria y de la disputa en cada calendario electoral. No puede estar sometida a los vaivenes pendulares que históricamente tiene la política argentina. Si no, la verdad, Argentina no tiene ningún destino. Son estos temas serios donde hay que pensar en invertir para cómo la Argentina encara las próximas décadas y generaciones.
- ¿Van a dejar garantizado que Ciencia y Educación no sean trastocados en caso que asuma otro gobierno en 2023?
- El año pasado se votó por unanimidad la Ley de Financiamiento de la Ciencia y la Tecnología. En 2015, Argentina tenía el 0,37% del PBI en Ciencia y Tecnología. En el 2019, tenía 0,22% de un PBI más chico, porque se achicó. Del 0,22 lo llevamos al 0,28, y nos proponemos superar el 1 por ciento. Se supone que, si hay política de Estado, el próximo gobierno en lugar de dejar caer la inversión, debiera continuarla. En 2006 pusimos la Ley de Financiamiento Educativo con la que nos propusimos llegar a 2010 al 6% del PBI, cuando en 2003 era de un 3 por ciento. Sin embargo, cuando llegó Mauricio Macri, bajó del 6% al 4,8 por ciento, recomiendo leer los datos de CIPPEC que estudia la inversión educativa. Los más perjudicados fueron las provincias más pobres. O la Ley de Economía del Conocimiento, que permite la articulación público-privada, todas estas políticas fueron aprobadas por unanimidad. Ahora estamos promoviendo varias leyes como la de Electromovilidad que va permitir la transición energética en transporte. Es el camino para que tengamos fondos específicos para el desarrollo científico y tecnológico. Con ese tipo de leyes Brasil tuvo una tranformación de un país primario a ser el país más poderoso desde el punto de vista industrial.
- ¿Cómo hubiese votado el acuerdo con el FMI si estuviera en el Congreso?
- Por supuesto hubiese votado apoyando. Incluso discutimos con el Presidente y el ministro Martín Guzmán el punto específico de ciencia y tecnología. Es la primera vez que un acuerdo de cualquier país del mundo con el FMI que dice que no se tienen que tocar los fondos para Ciencia y Tecnología. Nuestro miedo era que haya algún condicionamiento. En el primer borrador del acuerdo decía “Tecnología”. Esto hizo que lo hablemos y digamos que no se trate solo de “tecnología”, porque parece una cosa productiva, sino que se incorporen la ciencia y la tecnología porque el destino de la Argentina depende del conocimiento científico. Si no hay investigación básica, no hay barbijos ni kits de detección para el COVID y mucho menos vacunas. Es esa investigación la que transfiere tecnologías a la producción.
- ¿Un próximo gobierno no podría sacar ese punto que se acordó con el FMI?
- Si claro, los gobiernos no cumplen las leyes. Las políticas pendulares es lo que le impide a la Argentina crecer. Argentina está trabajando en el programa de Ciencia y Tecnología 2030 que no se aprobó en el gobierno de Macri. Estamos trabajando en diez líneas de investigación y diez objetivos, también llamadas “misiones” para que cual fuera sea el gobierno, se continúen. Son diez “misiones” que tienen que ver con lo que el ministro Matías Kulfas dijo sobre su plan de industrialización y que son sustantivas, como la transición energética, la bioeconomía, biotecnología, la investigación aerospacial o la generación de las cadenas de valor de los productos primarios para tener exportaciones con valor agregado. Hay áreas que son prioritarias y aspiramos a que se aprueben con unanimidad en el Congreso.
- Hubo muchas declaraciones fuertes hacia el Presidente, entre las más corrosivas, algunas menospreciando su apoyo electoral. ¿Cómo evalúa el tono del debate político en el Frente de Todos? ¿Puede haber un acuerdo en este clima?
- Por supuesto creo que puede llegar a haber un acuerdo en este clima. No tenemos que caer en el debate interno cuando los problemas de la gente son otros. También la oposición ha tenido debates como el de la dolarización o la reivindicación de las políticas neoliberales, en la que parecía que había una mirada monocorde. Nosotros deberemos seguir debatiendo y no hay que detenerse en los objetivos que se planteó la plataforma en 2019.
- Los sectores más críticos plantean que se está incumpliendo esa plataforma electoral.
- Puntualmente habrá que discutir cada uno de los temas. Sin dudas la pandemia impidió que se pueden llevar a la velocidad que hubiéramos imaginado. Por lo general, hay indicadores decisivos como el del crecimiento del sector industrial al 40%, o el de la exportación bimensual más importante desde de la historia. Esto es más trabajo. Y uno se pone muy contento cuando se exporta, por ejemplo, materias primas, porque son dólares que necesita el país, pero se pone más contento cuando incorporarmos a la exportación del trabajo argentino. Es verdad, estamos lejos de lo que querríamos, pero seguramente estamos recuperando tiempo perdido y avanzamos en la dirección que nos proponíamos que es generar trabajo, desarrollo y producción, para poder distribuir los beneficios.
- ¿Qué tipo de modelo científico-productivo debería tener Argentina para lograr resultados similares de desarrollo al de otros países? Pienso en Corea, que es un ejemplo muy estudiado en la academia.
- Me fascina la pregunta porque va al núcleo central. No solo Corea, sino Israel, Estados Unidos, Alemania o Francia han logrado un despliegue que han colocado la ciencia y la tecnología a la cabeza. ¿Qué tienen esos modelos? Cuando uno mira el país, el que más invierte en ciencia y tecnología es China, con 1.3 del PBI. Israel invierte entre el 4 y 5; y Estados Unidos ni siquiera llega a un punto. Argentina está en el 0,28 todavía, pero es muy importante que arrastre la inversión privada. Es el Estado el que pone los vectores fundamentales del desarrollo, como Estado promotor e inversor, pero no lo vamos a hacer solo con recursos estatales. En el caso de la vacuna argentina la inversión pública fue para la investigación; para el desarrollo y escalamiento el Estado no tiene la infraestructura. Esto no lo vamos a ver en el 2023, sino en el mediano y largo plazo. No hay país que haya conseguido desarrollos sin el aporte de la ciencia y la tecnología. Los países que producen investigadores y los exportan, primarizan la inteligencia. Es como exportar comoditties. O como está pasando ahora con los profesionales que, por la competencia internacional, trabajan desde Argentina para otros países. En el caso del software tenemos un riesgo muy grande que ocurra eso. Necesitamos generar las condiciones para consolidar nuestra masa crítica de investigadores en el país.
La primera vacuna del hemisferio sur
La vacuna “Arvac-Cecilia Grierson” comenzó a desarrollarse por el grupo de investigación liderado Juliana Cassataro de la Universidad de San Martín (Unsam) y el Conicet en junio del 2020. Esta semana dio un paso adelante, con el inicio de la prueba en humanos de Fase 1 que consiste en el análisis de la seguridad. El fármaco, basado en proteínas del coronavirus que se elaboran y sintetizan en el laboratorio, tuvo financiamiento de la Agencia Nacional de Promoción Científica (Agencia de I+D+i). La etapa siguiente de estudios clínico, y de desarrollo y escalado industrial, son mientras que la etapa de desarrollo y escalado industrial, son llevados a cabo por el Laboratorio Pablo Cassará.
- Pasaron dos años desde la pandemia. ¿Cúal es la explicación de que se tardó ese tiempo para conseguir esta primera vacuna de desarrollo local?
- El desarrollo de una vacuna de este tipo en el hemisferio sur prácticamente no existe. Argentina es el primer país que logra este avance en un tiempo muy corto para la ciencia biomédica, porque ya teníamos plataformas, desarrollo y empresas. Esta es la primera de las líneas que llega a la investigación científica a la Fase 1 y tenemos otras tres más en el Instituto Leloir, en la Universidad de La Plata y otra con vinculación con la provincia de Buenos Aires. La pandemia mostró que los países centrales pudieron decidir sobre la vida y la muerte de toda la humanidad, con vacunas que se vencen, mientras otros países ni han empezado el proceso de vacunación. Para nosotros esto es sustantivo e importante, junto con la la inversión que hicimos en el laboratorio público de vacunas en Pergamino por $1000 millones para nuevas líneas de producción de vacunas.
-¿Cómo quedan las vacunas Sputnik y de Oxford-Astrazeneca con la llegada de la vacuna 100% de la Arvac? ¿Se van a seguir financiando y apoyando este tipo de proyectos?
- Es muy impredecible el futuro de la pandemia. La capacidad de producción de la vacuna anunciada es de 4 millones por mes. No es que va a desalojar a otras vacunas, sino que se va a incorporar a otras. Hay que ir viéndo el proceso mes a mes, hasta que tengamos la aprobación final de la Anmat. Es probable que Argentina necesite periódicamente de las vacunas. Tenemos que desarrollar muchas variantes, como las pediátricas, y sabemos que hay variantes del virus que mutan permanente y que van a exigir modificaciones. Por supuesto, Argentina va privilegiar sus propias vacunas y esto será decisión del Ministerio de Salud.
- ¿Esos convenios con Oxford-Astrazeneca y Sputnik siguen vigentes?
- Siguen vigentes los convenios y, por suerte, se siguen fabricando las vacunas. Son tres las vacunas con desarrollos internacionales en este momento. Una parte es para nuestra población, y otra parte se está exportando o es parte de convenios con otros países. Pero quien conduce ese proceso es el ministerio de Salud, no el de Ministerio de Ciencia y Tecnología.
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