La crisis política en el Gobierno es tan profunda que el Presidente y la Vicepresidente convocaron a actos oficiales por separado para recordar los 40 años del inicio de la guerra en las Islas Malvinas. Alberto Fernández encabezó la ceremonia de Estado en la Ex ESMA, mientras que Cristina Fernández de Kirchner protagonizará en el Congreso un tributo a los empleados legislativos que participaron del conflicto en el Atlántico Sur.
Las oficinas de protocolo de la Casa Rosada y del Senado de la Nación enviaron -respectivamente- las invitaciones oficiales para los actos pautados a las 12 en la Ex ESMA y a las 16 en el Salón Azul del Parlamento, pero hasta anoche Alberto Fernández y Cristina no habían confirmado su presencia en la ceremonia del otro. De hecho, CFK no estuvo en este mediodía en el evento impulsado por el Presidente.
“Si ella viene, Alberto va. Si no, olvidate”, había contestado un miembro del Gabinete cuando se le preguntó si el jefe de Estado podría concurrir al acto convocado por Cristina Fernández de Kirchner.
“Sería un milagro político”, habían replicado, en tanto, en las cercanías de la Vicepresidente cuando se consultó acerca de la posibilidad de la concurrencia de Cristina a la ceremonia oficial organizada por Balcarce 50.
La relación partidaria e institucional entre el Presidente y la Vicepresidente está quebrada. CFK no comparte la agenda política de Alberto Fernández y exige la renuncia inmediata de Martín Guzmán. El jefe de Estado rechaza las pretensiones de Cristina y decidió sostener a su ministro de Economía.
Hace dos meses que Alberto Fernández y CFK no hablan entre sí, y el Gobierno es el escenario de una guerra de guerrillas palaciega que sucede en medio de un incremento constante de la inflación, los niveles de pobreza y la tensión global causada por la invasión de Rusia a Ucrania.
Será muy difícil que el Presidente y la Vicepresidente puedan justificar hoy las ausencias respectivas en los actos convocados en la Ex ESMA y en el Congreso. Tenían horarios diferentes, suceden en la misma ciudad y ambos comparten la misma perspectiva respecto al objetivo político que persiguió la dictadura para decidir la recuperación de las Islas Malvinas.
Esa perspectiva se podría resumir de la siguiente manera: el Proceso de Reorganización Nacional agonizaba y resolvió fugar hacia adelante apelando a una causa noble y avalada por la mayoría de la sociedad argentina. Entonces, la junta militar recuperó las Islas Malvinas y a continuación provocó una tragedia histórica que jamás cicatrizará.
Alberto Fernández y Cristina son malvineros, condenan el manotazo salvaje ejecutado por el régimen y siempre han tenido idéntica línea de conducta política: las Malvinas son argentinas y la recuperación sólo se debe lograr a través de la vía diplomática.
Pero hoy las controversias en el poder son infinitas, y el Presidente y la Vicepresidente decidieron convocar a ceremonias separadas para reivindicar idénticos actos heroicos de soldados, suboficiales y oficiales que enfrentaron en condiciones desiguales a un enemigo profesional apoyado por Estados Unidos.
A diferencia de otras oportunidades, no hubo conversaciones reservadas o chats secretos para lograr una puesta en escena que permitiera mimetizar -otra vez- el quiebre en la relación política entre Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner.
En Balcarce 50 y el Senado consideran que la situación es terminal y que el tiempo y la inflación escribirán el epílogo del Frente de Todos. El jefe de Estado y la vicepresidente no desean forzar una ruptura institucional, pero las circunstancias económicas y la tensión palaciega tienen suficiente envergadura para acelerar las decisiones de poder.
La crisis de un régimen político causó una tragedia hace 40 años. Alberto Fernández realizó su discurso en la Ex ESMA, mientras que Cristina Fernández rendirá su tributo en el Senado. Es poco probable que hoy vuelvan a hablarse.
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