Después del acampe de tres días en la 9 de Julio y Belgrano, persiste un olor nauseabundo. Es que todavía queda el vaho que dejó un camión atmosférico que se rebalsó cuando sus operarios intentaban evacuar los depósitos de los baños químicos alquilados por los piqueteros.
El transporte era muy chico, no soportó la carga y en pocos minutos desparramó caca por todo el pavimento ante la vista de esta cronista. El olor pestilente no se fue pese al trabajo de la empresa de cuidado de medio ambiente AESA que envió el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para limpiar y desinfectar el asfalto. Y es que cuando se retiró el camión oficial que había dejado la intersección de las avenidas impecable, nuevamente llegó un transporte payo para llevarse los baños portátiles y al inclinarse volvió a tirar excrementos a la calle.
Se trata de la empresa Argesan, a la que los piqueteros le alquilaron 40 baños a 15 mil pesos cada uno, pero evidentemente fue tal la multitud de gente que vino a pernoctar, que no alcanzaron. De hecho un bar ubicado frente al Ministerio de Desarrollo Social, llamado El Trébol, se armó el negocio de la semana y cobraba a los manifestantes 100 pesos por usar los sanitarios y llevarse una medialuna.
La fila en la puerta, era larguísima. “No nos queda otra”, me dijo Karina. “Se llevaron los baños y necesitamos hacer pis”. Otros fueron menos pudorosos y usaron los contenedores que hay a lo largo de la Avenida 9 de Julio, en las obras de construcción. “A los baños químicos los contrató Barrios de Pie y los pagamos entre todas las organizaciones sociales”, me aclaró Eduardo Belliboni, mientras tomaba un café con leche en el Havanna de Lima al 200. El líder del Polo Obrero no sólo denunció al gobierno por la crisis social, sino también a la empresa de baños químicos por “haber arrojado residuos cloacales en la vía pública y haber afectado a los manifestantes”.
El gobierno porteño tampoco se quedó atrás con la denuncia. “Estamos labrando las actas correspondientes a la empresa de baños químicos que estaba en el lugar por uso indebido de espacio público y ya mandamos a la Dirección General de Administración de Infracciones para multarlos”, le dijo a Infobae el jefe de Gabinete de la Ciudad, Felipe Miguel.
Los funcionarios también enviaron equipos especiales para la limpieza de la zona: 40 barrenderos con hidrolavadoras, camiones recolectores y barredoras, además de 10 inspectores.
La tarea no es fácil. En el pavimento quedó de todo. Hay montañas de botellas plásticas vacías de gaseosa Manaos y pequeños envases de agua mineral Ivess que distribuía gratuitamente el Movimiento Barrio Nuevo del MST. También colchones abandonados en las veredas, y sobre el asfalto decenas de cenizas humeantes, restos de fogatas que se utilizaron para abrigar la fresca noche y a la vez sirvieron para preparar el mate cocido de cada organización barrial.
Los tachos de basura quedaron desbordados. Latas, pañales, botellas de vidrio y restos de comida, especialmente por bandejas de un guiso carrero de fideos codito que cocinaron bajo los gazebos en improvisadas cocinas alimentadas por garrafas de 10 kg, que al parecer no tuvo mucha aceptación.
Mientras los barrenderos limpian, Marcelo Samudio que vive en un tercer piso de un edificio de Lima al 200 le dice a Infobae que está harto: “Estamos saturados, cansados de esto porque es todos los días. No vivimos. Nos dejaron gomas quemadas. Tenemos que estar con las ventanas cerradas, hay ruidos y no podemos acceder con los vehículos a nuestro estacionamiento. El olor es insoportable, usan los contenedores de basura como baño y no podemos más”. Más contento en cambio está Kevin Duarte, cartonero de Fiorito. Hoy vino con su carro a recoger botellas plásticas y ya lo tiene repleto. “Hacía tiempo que no lo llenaba tan rápido”, le confiesa también a este medio el joven. “Ya me voy al galpón de la calle Azamor en el barrio que ahí me pagan 24 pesos el kilo de botella plástica. Con lo que me paguen, ya tengo para comer mañana”, dijo aliviado.
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