Desde hace ya dos semanas Alberto Fernández hace gestos permanentes de acercamiento al kirchnerismo. Expresiones públicas y mensajes en las redes sociales. Frases que destilan voluntad acuerdista y que, al mismo tiempo, chocan contra una pared de silencio construida por Cristina Kirchner.
Desde el 10 de marzo a esta parte, el Presidente y la Vicepresidenta no se dirigen la palabra. Durante sus discursos en actos oficiales, Fernández habla de “diálogos” y “acuerdos”, de peleas que no le sirven a nadie y de la necesidad se conciliar posturas. Su compañera de fórmula sigue inmutable.
En los últimos días, el jefe de Estado hizo público su repudio por los carteles contra la ex mandataria que aparecieron en la vía pública tratándola de “asesina”, responsabilizándola por 35.000 muertes generadas por el coronavirus. En el Gobierno aún desconocen de donde salió la publicación.
Ayer se refirió al ataque y la vandalización de una estatua de la ex presidenta en Río Gallegos. “Ella se ha ganado legítimamente un lugar en nuestra historia y en nuestro presente. Respetar las instituciones y la convivencia en la diversidad ideológica son una exigencia que nuestra democracia nos impone”, expresó.
Ese mismo miércoles brindó un mensaje con pedidos de diálogo entre empresarios y sindicalistas como parte de una mesa para combatir la inflación. Sirvió para marcar a fuego la impronta que quiere que tenga su Gobierno en este tiempo. Sentarse a la mesa y acordar. De eso se trata, según describe en mensajes directos o elípticos.
La pelea interna bajó la espuma después de una semana donde el kirchnerismo lanzó dardos venenosos contra la Casa Rosada. La indicación de Alberto Fernández a sus funcionarios más cercanos es no responder, no entrar en polémicas y cerrar el conflicto. En definitiva, encapsular la guerra con los K y enfocarse en la gestión. Ese es el camino.
El kirchnerismo quiere afuera del Ministerio de Economía a Martín Guzmán. Un déjà vu del 2021. Ese año, después de las PASO que perdió el Gobierno, muchos esperaban la salida del funcionario, pero Fernández lo sostuvo. Ahora volvieron a la carga.
La voluntad la hacen saber a través de los cuestionamientos públicos, pero también por mensajes privados y subterráneos que llegan al escritorio presidencial en Balcarce 50. Además, apuntan contra el ministro de Producción, Matías Kulfas, aunque el principal foco está sobre el despacho ubicado en el quinto piso del Ministerio de Hacienda.
Un puñado de días atrás, el secretario general de La Cámpora, Andrés “Cuervo” Larroque, la voz ultra K que más ha cuestionado al Presidente, acusó a Guzmán de haber “humanizado” al FMI y aseguró que el actual gobernador de Buenos Aires y ex ministro de Economía, Axel Kicillof, “hubiera negociado mejor el acuerdo con el Fondo”.
“El Fondo viene por el peronismo, lo tienen que entender. Acá estuvimos dos años dedicados a humanizar al FMI, y ese fue un gran error que cometió el ministro de Economía”, sostuvo Larroque en una entrevista radial. Está claro que en el seno K no quieren la continuidad de Guzmán.
Larroque no es un satélite suelto. Además de ser un ministro del gobierno bonaerense, es un hombre de extremada confianza para Máximo y Cristina Kirchner. Un leal de muchos años que está en la mesa del poder K. Lo que expresa en público representa al sector más duro del kirchnerismo.
En Economía se mantienen inmutables antes los reclamos kirchneristas. Se enteran de todos. Dicen estar acostumbrados a convivir en la inestabilidad que genera que un sector de la coalición quiera al ministro fuera del Gabinete. Siguen de pie y firmes pese a la inagotable ola de rumores.
En el sector K creen que la salida de Martín Guzmán sería una de los pocos puntos que generaría que el espacio vuelva a alinearse. Sin embargo, ese movimiento no está en los planes de Alberto Fernández, quien sigue dispuesto a respaldar al ministro de Economía que lo acompaña desde el comienzo de su mandato.
El último fin de semana, durante una entrevista en la TV Pública, el mandatario negó un cambio de Gabinete y, en especial, aseguró que no tocará a ningún funcionario del área económica. En ese diálogo televisivo dejó una frase que remarca el apoyo al ministro: “No fue solo el ministro de la deuda, también fue el ministro del crecimiento”.
Hacia adelante aparece la “guerra” contra la inflación y el camino que debe seguir el Gobierno para cumplir las metas pautadas por el Fondo Monetario Internacional. El Presidente está decidido a gestionar sin mirar hacia el costado, ignorando los embates de La Cámpora y esquivando las balas perdidas de la interna peronista.
Martín Guzmán es parte de ese trayecto. Más allá de los reclamos de Cristina Kirchner y la inestabilidad de la política macroeconomía de la Argentina.
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