Qué pasa por la mente de Mauricio Macri: su doble apuesta para las PASO, la caza del voto liberal y la agenda que quiere instalar

Su reciente raid mediático dejó definiciones que revelan dónde quiere ubicarse en la escena política. Sus confesiones ante legisladores del PRO. La estrategia para 2023. Las fuertes diferencias internas sobre cómo definir la candidatura presidencial

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Mauricio Macri, nuevamente en el
Mauricio Macri, nuevamente en el centro de la escena política y con un rol activo para el armado opositor de 2023

¿Qué quiere Mauricio Macri? Si fuera tan fácil contestarlo, no habría tanto centímetros ni segundos en los medios dedicados a interpretar cada una de sus palabras y de sus gestos. Es sencillo deducir que quiere estar con su familia, que le apasiona el bridge y que disfruta como el referente opositor que marca la agenda de su espacio. ¿Y la candidatura presidencial? “Lo definirá, por sí o por no, en marzo”, aseguran algunos que hablan con él. “Prefiere ser el que bajará el martillo al postulante”, sostienen otros que lo conocen.

Lo único seguro es que cada vez que reaparece en público logra acaparar la atención de la opinión pública y de la política. Como sucedió la semana pasada: luego de regresar de Estados Unidos, adonde dio clases en el Adam Smith Center for Economic Freedom de la Universidad Internacional de Florida, el ex presidente protagonizó un raid mediático que lo puso de nuevo en el centro de la escena.

En su entorno deslizan que no es casual. Tienen medido por una consultora que si Macri baja el perfil público, nadie de Juntos por el Cambio capitaliza su ausencia y los medios se enfocan en sus peleas internas, pero cuando hace declaraciones se convierte en el personaje excluyente de la oposición. El consejo de sus asesores es “no cansar a la gente hablando siempre, aunque no dejar vacante ese lugar”. En estos días, precisamente, volvió a lograr lo que le recomiendan: que todos hablen de él. Bien o mal, pero que hablen.

Por eso la semana pasada tuvo calculadas apariciones en radios de Córdoba y de Santa Fe, en las señales de cable TN y LN+ y en una charla por Instagram con el diputado radical Martín Tetaz. Allí se paró en el medio de la escena y les fijó los ejes temáticos a sus socios de JxC. En este caso, volvió a instalar la necesidad de una reforma laboral, insistió en la privatización de Aerolíneas y mencionó algo medular para su idea de qué deberá hacer el próximo gobierno: “Habrá corrección fiscal desde el día cero. En 2015 la corrimos de atrás porque no tuvimos apoyo ni decisión para hacerlo. Esta vez no hay alternativa”, dijo. ¿Habrá consensuado todo con sus pares?

Mauricio Macri, con senadores bonaerenses
Mauricio Macri, con senadores bonaerenses del PRO, en sus oficinas de Olivos

Que no acordó sus definiciones con nadie quedó en evidencia cuando en una de las entrevistas se metió en un tema venenoso hasta para sus propios aliados de Juntos por el Cambio: elogió a Carlos Menem. “Cada vez va ser más reivindicado con el tiempo -afirmó el ex mandatario-. Vino con un peronismo moderno, intentando realmente unir a los argentinos detrás de la producción, el empleo, el progreso, pacificó la Argentina y esta gente (por el Gobierno) ha vuelto a predicar sistemáticamente el discurso del odio”.

¿Fue un guiño para sumar a más adherentes del peronismo no kirchnerista? Un día antes había dicho: “Ya tenemos el Peronismo Republicano de Miguel Ángel Pichetto con nosotros. Ojalá tengamos más peronistas que se sumen”. Lo cierto es que su apología menemista terminó despertando la ira del titular de la UCR, Gerardo Morales, y dirigentes de la Coalición Cívica como el jefe del bloque de diputados, Juan Manuel López, y Mariana Zuvic. “Rechazamos las políticas neoliberales implementadas por el menemismo en los 90 que hoy reivindican algunas voces de la política argentina -replicó el gobernador de Jujuy desde su cuenta de Twitter-. Estas medidas destruyeron nuestro aparato productivo, nos hicieron más pobres y terminaron con la esperanza de nuestro pueblo”.

Claro que en la misma nota en que elogió a Menem, Macri también había embestido contra Morales. Luego de que un periodista le preguntó sobre el presidente del radicalismo y consideró que “estaba cerca” de Alberto Fernández, resaltó: “Él tiene que saber que representamos el cambio, no somos la continuidad, hay que saber tener una distancia inteligente para no ser manoseado, manipulado”. Como nada es casual en la política, Morales redobló su apuesta con su lanzamiento electoral para 2023: No me veo en una fórmula presidencial con Macri. El radicalismo va a tener un candidato a presidente, yo soy uno de ellos”

Detrás de estas críticas hay otro objetivo político del ex presidente, que es mantener a Juntos por el Cambio lejos de la moderación hacia el Gobierno que muestran dirigentes como Morales y, a la vez, contribuir de manera decisiva a que la candidatura presidencial de 2023 sea encabezada por alguien del PRO, meta en la que se han juramentado también Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, hasta ahora (o hasta que se defina Macri), los únicos precandidatos del partido para disputar la presidencia de la Nación.

Horacio Rodríguez Larreta, Mauricio Macri
Horacio Rodríguez Larreta, Mauricio Macri y Patricia Bullrich

El ex jefe del Estado les da aire a los dos por igual, convencido de que cada uno podrá aportarle a la fórmula opositora los votos que le faltarían para imponerse en las elecciones de 2023. Lo explicitó el miércoles pasado durante una reunión que mantuvo en sus oficinas de Olivos con 11 senadores provinciales del PRO. Allí fue tajante: “Nuestro partido tiene que tener, sí o sí, dos ofertas electorales en las PASO”. Es decir, Rodríguez Larreta y Bullrich compitiendo entre ellos y contra otros candidatos de la UCR.

Macri no cree que esa división de votos en las primarias represente un riesgo electoral, aunque otros colegas de su partido piensan que podría debilitar al PRO y facilitarle al radicalismo liderar el binomio presidencial. No lo confesó ante los senadores, pero algunos interpretaron el porqué de la apuesta doble del ex mandatario: la impronta dura de Bullrich podría atraer al ascendente voto libertario, mientras que Rodríguez Larreta haría lo propio con el electorado moderado. Es decir, dos candidatos muy distintos del PRO, probablemente secundados por dirigentes de otro partido de la coalición (radicales, liberales, peronistas o de la Coalición Cívica) que captarían apoyos por separado en las PASO para que finalmente todos queden bajo el paraguas de JxC en las elecciones generales.

Esa es precisamente la alternativa que rechaza Rodríguez Larreta: prefiere que el candidato presidencial del PRO surja de las internas partidarias y luego se enfrente en las PASO al que presente la UCR. Bullrich avala la variante macrista para dirimir la postulación, aunque se conformaría con que el ex presidente no le levante la mano al jefe de Gobierno porteño. Sin ese apoyo clave, confía en que podría ganarle a su poderoso rival interno en las primarias. “Cuando dicen que tiene que haber un solo candidato del PRO, que tiene que haber una interna cerrada... No, vamos por la democracia”, propuso Bullrich en una entrevista con el diario Clarín.

Para avanzar con las internas del PRO, como tienen otros partidos, hay dirigentes que admiten una dificultad concreta: el partido no pudo organizarse en muchos distritos y carece de un caudal de afiliados proporcional a sus votos en las elecciones generales. En la provincia de Buenos Aires, por ejemplo, la agrupación fundada por Macri no tendría más de 25.000 afiliados. Así, algunos imaginan recursos como la confección de un padrón provisorio para una interna cerrada sólo a los adherentes al PRO. Para llegar a este esquema, que ni siquiera fue discutido entre sus máximos dirigentes, hay una complicación concreta: llevaría mucho tiempo organizarlo.

Mauricio Macri y Gerardo Morales,
Mauricio Macri y Gerardo Morales, juntos, pero separados

Rodríguez Larreta, mientras, sigue dando señales implícitas de su plan presidencial sin lanzarse como candidato. Así debe leerse la gira oficial de cinco días que lo llevó a las ciudades de Berlín y Hannover, en Alemania, y a Madrid, en España, complementada con un relanzamiento de la gestión porteña a través de obras con el sello de un slogan marketinero: “La transformación no para”. Tampoco descuidará sus incursiones por el interior del país. En enero estuvo en Córdoba y en abril tiene previsto visitar Mendoza.

Bullrich también prepara un viaje al exterior para instalarse como presidenciable y reforzará su armado político bonaerense, aunque se le presentó un problema con su principal ladero sindical: el dirigente farmacéutico Marcelo Peretta, presentado como un opositor de los métodos de “los Gordos” de la CGT, se contagió de sus peores formas cuando le pegó a un abogado luego de una audiencia en el Ministerio de Trabajo y, ante la repercusión que tuvo la agresión, no pidió disculpas, sólo dijo “lamentarlo” y justificó el acto de violencia.

Aun así, a tono con el lema larretista, su proyecto “Patricia Presidenta” tampoco se detendrá. Dicen que les confirmó a sus colaboradores que no hay ninguna chance de dar marcha atrás con su candidatura para 2023: “Salgo a la calle y la gente me ignora o me abraza. Sólo un 10% me insulta. No me queda mucho más tiempo para postularme. Tengo un solo tiro y no lo voy a desaprovechar”.

Macri, acomodado como el ordenador de este juego de aspiraciones presidenciales, declaró en estos días que “no importa quién (será el postulante de Juntos por el Cambio para la Casa Rosada) sino para qué”. Pero terminó en una encerrona verbal cuando reveló que Juliana Awada, su esposa, “no está a favor de que sea candidato” y que él “jamás lo haría sin estar de acuerdo con ella”. “Va a ser difícil convencerla”, dijo, pero no descartó en forma definitiva esa posibilidad: “No está cerrada completamente”.

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