Los movimientos sociales alineados en la Casa Rosada, sobre todo el Evita y Somos Barrios de Pie, evalúan realizar una movilización en apoyo a Alberto Fernández y a su gestión de gobierno. La evaluación se realiza después de la marcha del jueves de La Cámpora, que lidera Máximo Kirchner, y del enfrentamiento entre el Presidente y la Vicepresidenta de la Nación.
La fecha aún no está definida ni tiene el visto bueno del jefe de Estado, que por el momento prefiere no confrontar en la calle con el kirchnerismo.
La fractura expuesta en la coalición de gobierno se trasladó a las organizaciones populares que desde el 10 de diciembre de 2019 forman parte del staff de la administración central. Sus principales dirigentes ocupan puestos claves en varios ministerios, como Desarrollo Social y Obras Públicas.
La renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia de la bancada oficialista en la Cámara de Diputados por no compartir “la estrategia utilizada” ni “los resultados obtenidos” en la negociación entre el Gobierno y el Fondo Monetario Internacional (FMI) primero; y su voto negativo después, cuando la ley se trató en el parlamento, visibilizó las discrepancias.
El jueves, la conmemoración por el Día de la Memoria dejó fotos de esa ¿fractura? Los referentes resisten el término. Y en público abusan de la palabra “unidad”. La procesión va por dentro. El avance de la oposición y una eventual derrota electoral en 2023 los hace reflexionar y priorizar “consensos básicos” ante figuras que, sostienen, los “espantan”: los diputados Javier Milei, José Luis Espert, y un eventual retorno al poder de Mauricio Macri.
Marchas separadas
Hace poco más de un mes, se había evaluado la posibilidad de realizar un gran acto por el Día de la Memoria. Gremios de la CGT junto al Movimiento Evita, Barrios Somos de Pie, el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), referenciado en Juan Grabois, el Frente Popular Darío Santillán (FPDS) y la organización kirchnerista La Cámpora iban a formar parte del gran acto que se preveía cerraría con la palabra de Alberto Fernández.
Todo cambió de manera radical a medida que la tensión interna dentro del Frente de Todos por el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional fue en aumento.
La Cámpora tomó la iniciativa y se apropió del 24 de marzo. Anunció con bombos y platillos que peregrinarían los 13 kilómetros que separa a la ex ESMA de la histórica Plaza de Mayo, ubicada frente a la Casa Rosada.
La marcha encabezada por el hijo de la vicepresidenta Cristina Kirchner fue numerosa, colorida, difundida y con mensajes político hacia el primer mandatario: “El Gobierno tiene que ser con la gente adentro”, disparó el diputado Kirchner después de dos meses en silencio.
“La movilización de La Cámpora fue importante, muy bienvendida, con aparato de propaganda propio y hasta televisación en directo a través de un canal de YouTube”, minimiza con picardía un dirigente del Evita.
La Cámpora nunca formó parte de los movimientos sociales. Desde ese espacio hay quienes quisieron mostrarlo así. Pero no lo es. Es quizás el principal brazo político del kirchnerismo. Una poderosa arma de movilización y de apoyo a la dos veces presidenta Cristina Kirchner.
Ante la anunciada marcha de los camporistas, los dirigentes de Somos Barrios de Pie, liderada por Daniel Menéndez; la Corriente Clasista y Combativa (CCC), del diputado Juan Carlos Alderete y el Movimiento Evita, coordinada, entre otros, por Emilio Pérsico y Fernando “Chino” Navarro; armaron su propio acto por el Día de la Memoria.
“Hoy volvimos a marchar en un nuevo aniversario del golpe de Estado por la memoria, verdad y justicia. Los 30 mil siempre presentes. Ahora y siempre”, dijo Menéndez.
El Evita, la CCC, Somos Barrios de Pie y el Movimiento de Trabajadores Excluidos son la columna vertebral de “Los Cayetanos”, una amalgama de organizaciones populares que con la consigna “Tierra, Techo y Trabajo” marchan cada 8 de agosto desde la iglesia de San Cayetano hacia Plaza de Mayo. Sus movilizaciones son masivas. Durante el gobierno de Mauricio Macri hicieron sentir su peso específico. También salieron a la calle para apoyar a Alberto Fernández.
El jueves, Juan Grabois y su MTE no movilizaron con las organizaciones sociales. Esa corriente social, junto al Frente Patria Grande, la agrupación política referenciada también en Grabois, y que cuenta con tres diputados nacionales; junto al Frente Popular Darío Santillán, liderado por la dirigente feminista Dina Sánchez, y Nuestra América (NA); concentraron en la intersección de las avenidas Córdoba y 9 de Julio. Pero la columna terminó marchando hacia las inmediaciones de la Plaza de Mayo junto a La Cámpora.
Es más, Grabois se abrazó con Máximo Kirchner y no se privó de exaltar su figura: “Es un compañero, un amigo y un hombre bueno, que es lo que falta en la superestructura política. Estoy contento de estar acá con los compañeros, con Máximo, con Wado (de Pedro), con gente que conozco hace muchos años y quiero mucho, reflexionando sobre lo que nos pasó y no nos tiene que volver a pasar”.
Ante los micrófonos de AM 530, Grabois también evito hablar de “fractura” en el frente gobernante y en los movimientos sociales que también lo sostienen: “Mi vocación es trabajar para que la unidad sea la unidad para la transformación. La unidad para cambiarle la vida a quienes necesitan tierra, techo y trabajo”, recalcó.
“Unidad ante lo que hay enfrente”
El jueves, como nunca antes durante la presidencia de Alberto Fernández, quedo marcado el alineamiento de los movimientos sociales con el “cristinismo” y con el “albertismo”. Eso, al menos por ahora, se patentizó en calles y avenidas, por ahora con tranquilidad, bajo una misma palabra: “memoria”.
Cada uno de los espacios populares nombrados están nucleados en la Unión Trabajadores de la Economía Popular (UTEP). Hasta ahora, y a pesar de las fricciones y tensiones derivadas por el acuerdo con el FMI, aunque antes ya había algunas rispideces, no se trasladó a ese paraguas los contiene.
Esteban “Gringo” Castro, el secretario general de la UTEP, es el malabarista que logra mantener cada una de las pelotas en el aire sin que se caiga alguna de ellas.
“Como UTEP no nos alineamos ni con Cristina ni con Alberto, sobre todo porque el debate entre las principales referencias políticas del Frente de Todos no aporta a dar respuestas a la situación económica de nuestros compañeros y cada vez afecta más a nuestro sector”, explica uno de los integrantes de la mesa directiva de la UTEP.
La Unión de Trabajadores de la Economía Popular aspira a ingresar a la CGT. De hecho, el ministerio de Trabajo, a cargo de Claudio Moroni, le otorgó la “personería social”. Por el momento, ese objetivo es superior a las disidencia que generan las políticas económicas de Fernández y el jefe del palacio de hacienda, Martín Guzmán, el funcionario a quien el kirchnerismo y también Grabois prefieren ver fuera del gobierno.
Las diferencias entre los movimientos sociales es un hecho. Sin embargo, un objetivo los mantiene alineados: la posibilidad de que la oposición tome fuerza ante la aparente debilidad del Gobierno.
Grabois, en medio de la marcha, y enganchado del brazo de Máximo Kirchner, ratificó el compromiso del MTE y del Frente Patria Grande por la unidad del Frente de Todos. “Es una delimitación clara con la derecha macrista y la extrema derecha”, argumento.
Juan Carlos Alderete, otro de los diputados kirchneristas que votó contra el acuerdo del FMI, pero que marchó junto a Somos Barrios de Pie y el Evita, le dijo a Infobae: “Nuestra posición es buscar la unidad de manera permanente en el Frente de Todos teniendo en cuenta los que están enfrente: la derecha reaccionaria de Espert, la derecha fascista de Milei, y los grupos económicamente más poderosos del país que responden a Macri y Cambiemos. Por eso los movimientos sociales, a pesar de nuestras diferencias, nos vamos a pelear por la unidad”. De todas maneras, Alderete también comprende que “la unidad dentro del Frente de Todos no depende de nosotros, depende de otros” y advierte: “El gobierno tiene evitar los ajustes y comenzar a recuperar la economía. Si no se hacen esas dos cosas, indefectiblemente vamos a desbordes en nuestro país”.
El dicho es antiguo pero vigente: más que el amor, a los movimientos sociales, los une el espanto.
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