“No esperaba esta traición de ustedes”. Lo dijo Antonio Caló, dolido, cuando recibió ayer a un puñado de dirigentes metalúrgicos que consideraba aliados y que, en ese mismo momento, le anunciaron que lo iban a desplazar del puesto que ocupó durante 18 años y que él pensaba extender por otros cuatro.
La charla, áspera, cargada de reproches mutuos, se dio a las 12.55 en una de las oficinas de la Seccional Capital de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), en el barrio de Almagro. En el auditorio de la planta baja, los 290 electores esperaban para votar a las autoridades nacionales. Todos llegaron con la certeza de que Caló iba a tener competencia interna, por primera vez en la historia. Algunos pocos creían que iba a presentar batalla. En la calle, sobre Hipólito Yrigoyen al 4200, sólo había militantes de las seccionales rebeldes que durante semanas planificaron el derrocamiento del jefe de la UOM. Los activistas llevados por Caló eran no más de 15 y se dedicaron a custodiar la entrada al sindicato.
En ese encuentro con sus opositores, que ya eran mayoría, el líder metalúrgico escuchó críticas, pero las devolvió. “Ustedes piensan que el problema de la UOM es Caló, pero no es así y se van a dar cuenta”, les advirtió. Más tarde, ante un allegado, el sindicalista desplazado se quejó de que muchos de “los muchachos” que lo habían traicionado habían contado con su ayuda para llegar y crecer.
Caló aseguró a sus íntimos que no se dio cuenta de la conspiración que se estaba gestando y que estaba convencido de que iba a lograr su reelección. “¿Cuándo vas a hacer la lista de candidatos para el secretariado nacional”, le preguntó un aliado la semana pasada. “El lunes”, dijo, confiado. El lunes fue el día en que varios de los dirigentes que contaba como propios habían cambiado de bando y armaron una lista propia, sin Caló ni la Seccional Capital, que terminó apoyada por casi todos.
Tan seguro estaba de su triunfo que el entonces jefe metalúrgico organizó una cena para 500 personas en un salón de Parque Norte (a $6.000 pesos el cubierto), el martes por la noche, para celebrar su reelección. La comida finalmente fue capitalizada por Abel Furlán, el nuevo líder del sindicato, y su flamante consejo directivo. Caló concurrió como invitado especial. Alberto Fernández no estuvo y tampoco apareció, como estaba previsto, en el cierre del congreso de la UOM.
Hasta en ese gesto de respeto institucional que fue haber ido a la comida con quienes lo habían desplazado, Caló demostró que es un dirigente con códigos de otra época. El saliente titular de la UOM confió en que también los tenía Naldo Brunelli, el histórico jefe de la Seccional San Nicolás, que mantiene su puesto desde 1973 (tiene 75 años) y es tan dúctil que puede declararse admirador de Mahatma Gandhi y, a la vez, desenfundar un revólver con mira láser para mostrárselo con orgullo a quienes lo visitan en su oficina (como les pasó a periodistas de un importante matutino).
Caló tampoco vio a tiempo que el mismo Brunelli que había aceptado ser su secretario adjunto en un nuevo mandato iba a terminar en el mismo cargo, pero de Furlán y las seccionales rebeldes. Ese puesto en la UOM, tradicionalmente, siempre fue para la Seccional Avellaneda, pero esta vez el desplazado líder metalúrgico quería innovar porque no confiaba en su nueva conducción que, desde las elecciones de la semana pasada, encabeza Daniel Daporta, un dirigente más joven que capitaneaba la seccional por la muerte de su anterior titular y contra quien Caló auspició una lista opositora.
Esa decisión de sacar a Avellaneda de la Secretaría Adjunta provocó un efecto dominó en contra de Caló. Al malestar de Daporta se sumó el de seccionales disidentes como Campana, La Matanza, San Martín, San Miguel, Quilmes y Rosario, que venían negociando sigilosamente. Hay quienes aseguran que el cuestionado líder de la UOM se enteró de la rebelión interna el lunes por la tarde, cuando el comando disidente se instaló en el Hotel Bauen, en Callao y Corrientes, a ultimar su estrategia.
Por entonces, era demasiado tarde. “No pude reaccionar. No me dieron tiempo”, contó Caló con resignación cuando ya había caído. Esa noche, los rebeldes contabilizaron 210 electores propios contra 80 del jefe metalúrgico, de las cuales 27 eran de Capital y del resto sólo se destacaban los de la Seccional Vicente López, de Emiliano Gallo. El martes por la mañana se sumaron más seccionales a la coalición disidente. Furlán y Brunelli encabezaron la delegación rebelde que habló con Caló, en su oficina del cuarto piso de la UOM Capital, para que aceptara un cargo menor en el secretariado. La respuesta fue negativa. Allí se registró la frase “No esperaba esta traición de ustedes”. El jefe en crisis avisó que propondría a sus electores que se abstuvieran como expresión de repudio y que su seccional iba a quedarse a afuera de la conducción. Por primera vez en la historia.
Furlán y Brunelli, junto con un puñado de aliados, se instalaron cerca del mediodía en la esquina de la UOM Capital, en Hipólito Yrigoyen y José Mármol, para confeccionar la lista con la que pensaban competir contra Caló. Esa esquina parecía La Meca metalúrgica: hubo un verdadero peregrinaje hasta allí de dirigentes que eran oficialistas y se dieron vuelta para adherir a la jugada opositora.
Cuando la nómina estuvo completa, la dupla rebelde caminó 50 metros hasta el edificio sindical, entre aplausos y ovaciones de los manifestantes que hicieron tronar los bombos, redoblantes, trompetas y trombones (tanto, que hasta tuvieron que desalojar un jardín de infantes de la cuadra). Allí se enteraron que Caló había capitulado: daría un paso al costado. Sabía que estaba perdido.
Eran las 13.20 y el ascenso de Furlán ya estaba definido. A mano alzada, los 290 electores votaron en forma casi unánime la única lista que se puso a consideración. Luego vino la votación en un cuarto oscuro. Allí, los rebeldes tuvieron 227 votos, lo que significaba que Caló, el sucesor de Vandor y Miguel en el sindicato industrial más importante del país, ex titular de la CGT y mandamás en su sindicato durante 18 años, tuvo apenas 63 apoyos. Terminaba toda una era en la UOM.
Cercano al kirchnerismo duro, Furlán es el referente de una nueva generación que irrumpió en las principales seccionales de la UOM y que se sienten más identificados con los gobiernos K que con el peronismo tradicional, como Daporta, el nuevo titular de la Seccional Avellaneda; Adrián Pérez, flamante líder de la Seccional Quilmes, que le ganó a Francisco “Barba” Gutiérrez, con 38 años en su puesto, y Diego Espeche, revalidado en las urnas como jefe de la Seccional San Miguel.
Son los mismos que comenzaron a militar cuando Néstor Kirchner asumió la Presidencia, en 2003, y que miraron de reojo a Caló, por ejemplo, cuando en 2017 puso a la UOM a disposición de la candidatura presidencial de Florencio Randazzo, con Alberto Fernández como su jefe de campaña.
Las “nuevas ideas” que imperan en el gremio metalúrgico son obvias. Pérez, flamante vocal de la UOM nacional, cuya candidatura en la Seccional Quilmes fue apadrinada por por la intendenta Mayra Mendoza, de La Cámpora, afirmó ayer a Infobae que “en la UOM se terminó el oficialismo sólo por ser oficialistas”. Y enseguida advirtió: “Vamos a acompañar al Gobierno que con sus medidas defienda a los trabajadores. Si no, no lo vamos a acompañar”.
Hasta ahora, la única reacción oficial ante un cambio semejante en un sindicato clave provino del ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, de La Cámpora: en Twitter, felicitó a Furlán y Brunelli “por haber sido elegidos al frente de la UOM para defender a los trabajadores metalúrgicos” y brindó un reconocimiento a Caló, “que encabezó el gremio durante 18 años”.
Mientras, en sus primeras declaraciones radiales, efectuadas a la AM 750, Furlán se mostró muy prudente. Sobre Alberto Fernández, por ejemplo, dijo: “Al Presidente le tiene que ir bien porque si eso sucede le va a ir bien a todos los trabajadores”. Aseguró que “la UOM tiene una tradición enorme y una historia que no va a cambiar más allá de las autoridades” y dijo que los afiliados metalúrgicos “se van a encontrar con una organización sindical dispuesta a defender un modelo industrial y de desarrollo que defienda a los trabajadores y alcance la felicidad de nuestra gente”.
En las últimas horas trascendió que Furlán estrenará este jueves su traje de nuevo líder de la UOM al lado de Máximo Kirchner en la movilización kirchnerista por el 24 de marzo, desde la ex ESMA hasta la Plaza de Mayo. Será todo un signo de los tiempos metalúrgicos que vienen.
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