En un acto emotivo, atravesado por la sirena que se hace sonar como símbolo a la hora del atentado, a las 14.47, representantes del gobierno de Alberto Fernández -que no estuvo presente pero mandó a su canciller, Santiago Cafiero-; miembros de la comunidad judía y funcionarios de la administración israelí, rindieron homenaje esta tarde a las 29 víctimas del atentado a la Embajada de Israel, que sigue impune después de tres décadas. La ceremonia tuvo fuerte contenido político, por las alusiones y omisiones sobre la responsabilidad de Irán en el ataque, la actuación de la Justicia y de las dirigencias gubernamentales.
El escenario montado en la plaza seca, donde se erguía la Embajada antes del ataque, formó una postal política inusual para los agitados tiempos que corren en el oficialismo, porque obligó a coincidir a representantes de los dos bandos del gobierno y de la oposición. Por un lado, estuvieron dos referentes que responden a Cristina Kirchner: el ministro del Interior, Wado de Pedro; y el de Justicia, Martín Soria, y el de Defensa, Jorge Taiana; del otro, el canciller Santiago Cafiero, que se sumó a último momento por orden de Alberto Fernández, y el secretario de Culto, Guillermo Oliveri. Además, estuvo el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, dirigente opositor presidenciable, de aceitada relación con las organizaciones judías, que fue acompañado por su secretario general y de Relaciones Internacionales, Fernando Straface. No hubo diálogo entre los tres funcionarios nacionales; ni con el dirigente de Juntos por el Cambio, que se fue raudo cuando estaba finalizando el evento, antes que el resto.
El Presidente, que viajó hoy a Salta por una inauguración de viviendas, decidió no participar, pero su ausencia no sorprendió a la dirigencia judía. “Vienen cuando lo necesitan, en campaña. Después no vuelven a aparecer”, opinó el directivo de una de las organizaciones, durante el acto. Otro agregó que el Presidente “teme que lo chiflen” por la reciente controversia por la presencia, hace dos meses, del represenante argentino en Nicaragua en el acto de asunción de Daniel Ortega, donde estaba el funcionario iraní acusado por el atentado a la AMIA, Mohsen Rezai.
Para hacer un gesto, el jefe de Estado recibió ayer en la Casa Rosada a miembros del Congreso Judío Latinoamericano y tiene planeado hacer lo propio mañana con el viceprimer ministro israelí, Gideon Sa’ar, que llegó esta semana a la Argentina por la conmemoración del ataque terrorista. El encuentro está previsto para las 16, pero hay cierto riesgo de que, por la agenda del primer mandatario ese día, cuando estará en Tucumán para anunciar los detalles de su “guerra contra la inflación”, no llegue a tiempo para la cita. En ese caso, Sa’ar sería recibido por Cafiero.
Hasta ayer, sólo estaba previsto que participara Soria del acto organizado por la Embajada, pero Alberto Fernández registró el ruido que provocó su decisión de enviar únicamente a un ministro de la órbita del kichnerismo, y le pidió a Cafiero que se incorporase a la cita, a pesar de que el Canciller acababa de llegar, esta mañana, de su gira por Medio Oriente. Quiere cuidar la relación con la comunidad, sobre todo después del fuerte malestar que provocó la reacción inicial de la Cancillería, cuando el embajador argentino en Nicaragua, Daniel Capitanich, participó de un acto en Managua con uno de los funcionarios iraníes apuntados por la Justicia de la Argentina como partícipe del atentado a la AMIA.
Esta mañana, también a último momento, se sumó De Pedro, embarcado en su plan de ser candidato a gobernador o presidente, que incluye cada vez más seguido visitas a actos y encuentros con distintos sectores, productivos, culturales y religiosos; inclusive los menos afines a Cristina Kirchner, muy cuestionada por la comunidad desde la firma del Memorándum con Irán. De hecho, el ministro camporista tiene previsto un viaje a Israel en abril, y viene manteniendo diálogos con la embajadora, Galit Ronen.
Los oradores, esta tarde, fueron la esposa de una de las víctimas, Miri Ben Zeev, quien recordó con la voz entrecortada al padre de sus hijos, Eli, que hace treinta años era empleado de seguridad en la sede diplomática. Su emotivo discurso fue en hebreo, pero, al final, deslizó una tajante frase en español: “Nosotros estamos presentes”. Después fue el turno de la Embajadora Ronen, de Soria, y del viceprimer ministro israelí, Sa’ar, quien recordó que su padre era argentino y condenó la renovación del acuerdo nuclear entre Irán y las principales potencias. “Liberarse del régimen de sanciones, sólo le dará un flujo de dinero que consolidará su plan de terrorismo en la región, y en el mundo”, dijo.
Los funcionarios y familiares de víctimas coincidieron, en sus mensajes, en la necesidad de tener memoria, homenajear a las víctimas y encontrar a los responsables. Pero hubo una diferencia clara entre los discursos de los israelíes, y el de Soria. Los primeros apuntaron directamente contra Irán y Hezbollah. El segundo, en cambio, apuntó exclusivamente, y en repetidas ocasiones, contra la Justicia, sin mencionar a los iraníes y a la organización terrorista. Durante su discurso, el diputado nacional por el PRO, Waldo Wolff, miembro activo de la comunidad judía, abandonó el lugar en señal de protesta.
La presencia de Soria no provocó chiflidos, pero sí comentarios, por lo bajo. En comparación con sus pares del escenario, el funcionario apenas fue aplaudido por la multitud que se había reunido en la esquina de Arroyo y Suipacha para el homenaje a las 29 víctimas cuyos familiares aún reclaman justicia.
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