El presidente Alberto Fernández evitó pronunciarse sobre los graves incidentes frente al Congreso durante el debate legislativo, donde grupos de manifestantes arrojaron piedras y generaron destrozos para rechazar el tratamiento de la ley en la Cámara de Diputados que avala el acuerdo firmado con el Fondo Monetario Internacional (FMI). En silencio, le escribió por chat a la vicepresidenta Cristina Kirchner y se puso a disposición, al enterarse que los proyectiles habían impactado en su despacho.
El mandatario tuvo, apenas, un mínimo contacto con la titular del Senado y con su secretario privado, Mariano Cabral, para preguntarles cómo se encontraban en el momento más turbulento de una jornada legislativa signada por el caos callejero y la incertidumbre sobre los votos que emitirían los legisladores de La Cámpora en el recinto. Al momento de los hechos de violencia, Cristina Kirchner estaba en su oficina junto a su hijo y diputado nacional, Máximo Kirchner, y dos de los senadores de su máxima confianza, Marcelo Parrilli y Anabel Fernández Sagasti.
El Presidente siguió atentamente lo ocurrido en el despacho de la vicepresidenta e intercambió información sobre el incidente con el ministro de Seguridad de la Nación, Aníbal Fernández, quien se sumó a la comitiva presidencial que viajó a Chile este viernes para participar de la asunción de Gabriel Boric. El trabajo de investigación está focalizado en la identificación de los responsables de la agresión y detenerlos.
En la Casa Rosada no tienen una mirada crítica sobre el dispositivo de seguridad montado en frente al Congreso. La ausencia del vallado de contención es una decisión política definida de manera conjunta por los dos presidentes de las cámaras legislativas, Sergio Massa y Cristina Kirchner. Reconocen que la medida involucra riesgos, pero es un costo que asumen para jerarquizar el mensaje simbólico de que la sede legislativa no esté cercada y protegida de cara a la población. “No queremos que haya vallas”, insisten desde Balcarce 50.
Ayer, Alberto Fernández se jugaba el primer partido para lograr la aprobación el Acuerdo de Facilidades Extendidas con el FMI que refinancia los USD 44.000 millones de deuda contraídos por el gobierno de Mauricio Macri. El resultado del debate terminó con un total de 202 votos afirmativos, conseguidos con la colaboración de la oposición de Juntos por el Cambio y los legisladores de los partidos provinciales. El costo fue una nueva sangría en la saga de múltiples heridas en el interior del Frente de Todos.
Durante la noche y las primeras horas de la madrugada, el Presidente habló en todo momento y chequeó los votos con Sergio Massa. El estrecho círculo presidencial le atribuyen al dirigente del Frente Renovador un “trabajo extraordinario” a la hora de conseguir las voluntades en los días previos, cuando se profundizaba el hermetismo y la incertidumbre generada por la renuncia de Máximo Kirchner al bloque del Frente de Todos y la ausencia de señales sobre cómo votarían los legisladores de La Cámpora y otros sectores del ala dura del oficialismo.
Con el objetivo de la media sanción cumplido, Alberto Fernández analizó con sus colaboradores el resultado de la votación durante el vuelo hacia Chile, que aterrizó a las 9.14 al aeropuerto internacional Arturo Merino, ubicado en la capital de Santiago. En el viaje, intercambió impresiones con el canciller Santiago Cafiero, la diputada Victoria Tolosa Paz, el ministro Aníbal Fernández y la portavoz Gabriela Cerruti.
Con un ejercicio matemático sencillo, la delegación ponderó los realineamientos de fuerzas y el alcance de las fisuras. De los 118 diputados del bloque oficialista, votaron unos 117 -Sergio Massa en carácter de presidente del cuerpo no sufraga-. Los afirmativos fueron 76 (65%), las abstenciones, 13 (11%); y los negativos unos 28, un 24 por ciento. En síntesis, el 65% del bloque del FDT votó en respaldo al acuerdo con el FMI.
En lo que respecta al resto de la Cámara de Diputados, de los 202 afirmativos, unos 13 fueron abstenciones y 37 fueron negativos. En total, hubo 252 presentes. La conclusión de la Casa Rosada es que un nutrido 80% de los legisladores se pronunció a favor de las gestiones del Poder Ejecutivo con el FMI.
Con esa recomposición de alianzas parlamentarias circunstanciales y un amplio consenso interpartidario para refinanciar el endeudamiento, Alberto Fernández espera conseguir ahora una rápida sanción del acuerdo en el Senado, antes del vencimiento del pago del 22 de marzo. Hasta entonces, la agenda presidencial estará en estos días del otro lado de la frontera de la Cordillera de los Andes, donde participará de actos institucionales y reuniones con Gabriel Boric -el flamante presidente de izquierda y nuevo aliado estratégico del Frente de Todos en la región- y mantendrá encuentros bilaterales con el presidente peruano, Pedro Castillo, el mandatario boliviano, Luis Arce y el primer ministro de Haití, Ariel Henry.
En cualquier circunstancia, la próxima instancia legislativa para obtener la sanción definitiva del acuerdo con el FMI transitará, esta vez, con balances antagónicos explícitos y clarificados entre los principales socios de la coalición oficialista. Para Cristina Kirchner, que presidirá el debate en el Senado, el pacto con el organismo internacional, la negociación del ministro de Economía, Martín Guzmán y la votación en la Cámara de Diputados fue “otra vez, una inmensa pena” para la historia argentina.
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