El panorama se complicó de manera inusitada en las últimas horas para el Gobierno. Las negociaciones están embarradas en Diputados de cara al debate en el recinto sobre el acuerdo con el FMI, previsto, en el mejor de los casos, para mañana o el viernes. Tanto en el campo del ala más intransigente de la oposición, como en el kirchnerismo, endurecieron las posiciones al filo de la reunión en comisión que se celebra hoy, donde el sector moderado del oficialismo buscará darle dictamen al controvertido proyecto para refinanciar la deuda externa. La Cámpora juega a eludir las definiciones sobre la postura que adoptará, mientras envía señales desalentadoras a la Casa Rosada y el Palacio de Hacienda. Y Juntos por el Cambio reafirmó que no contribuirá a la aprobación a menos que se introduzcan cambios, a la vez que amenaza con presentar un dictamen propio.
Hace semanas el Gobierno negocia en dos canchas el acuerdo, en largas jornadas que desde los últimos días se extienden hasta la madrugada. Por un lado, con los referentes de la oposición mayoritaria, donde piden nuevas modificaciones en el articulado para votar únicamente el endeudamiento y no el programa económico. Por otro, en diálogos subterráneos con el kirchnerismo y el ala progresista de la coalición de gobierno, que muestran rechazo a la letra fina del pacto con el organismo y se muestran inflexibles a la hora de negociar. Estas dos miradas, que venían perfilándose en los últimos días, se reafirmaron en las últimas horas, lo cual acrecentaba la preocupación en el Gobierno.
Para dar una señal de fortaleza, Alberto Fernández; el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, y los gobernadores oficialistas emprendieron ayer un rally de reuniones grupales y bilaterales, públicas y privadas, en la Casa Rosada y en el Congreso, con el único objetivo de sortear las flagrantes diferencias entre duros y moderados de ambas coaliciones y llegar a un consenso que contente a todos por igual. Fue una tarea que llevó todo el día y que terminó en un escenario sombrío para el oficialismo.
La primera posta tuvo sede en la Casa Rosada, donde el Presidente recibió, al mediodía, prácticamente a la totalidad de los gobernadores del PJ de manera presencial (sólo dos enviaron a sus vices). El encuentro fue breve. No se necesitó demasiado tiempo para entender que la postura a favor de la defensa del acuerdo es unánime en el interior. Nadie lo quiere, pero todos consideran que es la única alternativa al default: si el Gobierno no recibe a tiempo el primer desembolso del FMI, no podrá pagar antes del 22 de marzo el vencimiento por 2800 millones de dólares.
Por la tarde, los jefes provinciales se trasladaron al Congreso, donde se reunieron con las autoridades de los bloques opositores y oficialistas, y con Massa, que a su vez recibió en su despacho al titular del bloque oficialista, Germán Martínez; y a los caciques opositores. Allí, el ala dura del PRO le dejó en claro, a diferencia de sus pares de la Coalición Cívica y la UCR, que no dará el visto bueno a menos que introduzcan modificaciones para que la oposición pueda votar exclusivamente el endeudamiento, pero no las políticas económicas para cumplir con las exigencias del Fondo.
Con la solidificación de la postura del grupo de los “halcones”, al Gobierno no le alcanzan los votos, y hoy le quedan dos opciones para aprobar el acuerdo. Una sería ceder ante las modificaciones que demanda el PRO, lo cual debilitaría sobremanera a Guzmán, quien asegura que “no existe” esa posibilidad. Fuentes oficiales deslizaron que es una chance cada vez más verosímil que “el ministro de la deuda” deje su cargo cuando se concrete el acuerdo. Otras aseguraron que el titular de Hacienda “es parte de la solución” al presente conflicto y descartaron su eyección del Gabinete.
La otra opción, menos atractiva, sería continuar con los esfuerzos para convencer a los diputados propios más reticentes al acuerdo, una salida de final sobre todo incierto, teniendo en cuenta los mensajes críticos que publicó el jueves y el viernes La Cámpora, y el silencio de Cristina Kirchner. Por ahora, en Balcarce 50 no saben si se abstendrán -el mejor escenario para Alberto Fernández-, o si votarán en contra.
Ayer estaba previsto que Massa se encontrase con Alberto Fernández al final del día, para poner en común las posturas que ambos habían recogido en los distintos campamentos políticos, tanto propios como ajenos. A última hora, según informaron en su entorno, el líder del Frente Renovador aún intentaba, a solas, “conciliar lo que piden la Rosada y Economía, el FMI, lo que plantea JxC lo que plantean los bloques del medio”, con los cuales también se reunió. Por la noche, cerca de las 21, redactó en un documento “todas las propuestas” para llevar a Olivos, en la previa de un día clave en el escabroso camino legislativo para el acuerdo más importante para la Casa Rosada. Pero finalmente no fue a cenar a la quinta presidencial, como tenía planeado. Ni Massa ni el primer mandatario encuentran, aún, una salida al dilema político, donde si ceden pierden, y si no, también.
Señales
En el adverso contexto, por la tarde de ayer llegaron ciertos aires de esperanza al Palacio del Congreso, con el arribo del ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, que había pasado la mañana en ExpoAgro y no había confirmado si participaría en el poroteo legislativo. Aunque es uno de los referentes kirchneristas de la primera hora, no está alineado con la postura de Máximo Kirchner. Hace un mes, lo desalentó a renunciar a la presidencia del bloque de diputados del Frente de Todos. Y viene intentando recomponer el diezmado vínculo con Alberto Fernández. Si bien estuvo ausente, por su viaje a Europa, en la Asamblea Legislativa donde el Presidente anunció que enviaría el proyecto al Congreso en los siguientes días, el fin de semana dejó en claro que su postura favorece al acuerdo. Un rechazo sería “catastrófico” para el país, le dijo al diario El País de España durante su visita a Madrid. Ayer, en su entorno afirmaron que esa es su opinión oficial, lo cual podría favorecer que negocie por la aprobación del acuerdo. El visto bueno final, aseguraron, lo tiene su principal jefa política, Cristina Kirchner.
Por lo pronto, ayer, en el Congreso, De Pedro no se reunió con Kirchner, sino con Massa, el representante del oficialismo encargado de las negociaciones finas en el Congreso, que se mostró proclive, en las últimas horas, a otorgar a la oposición el cambio al que condicionan el apoyo.
Mientras tanto, el Gobierno recibió con resignación ayer la convocatoria a una conferencia de prensa para hoy del ala izquierdista del Frente de Todos, que en las últimas semanas se mostró aliada a La Cámpora en la cruzada contra el pacto de Guzmán con el FMI. El dirigente del Movimiento de los Trabajadores Excluidos (MTE), Juan Grabois, y el diputado del Frente Patria Grande, Itai Hagman, entre otros, anunciarán lo que harán a las 9, en el Circuito Cultural JJ de la Ciudad. Se descuenta que su postura será contraria a la voluntad del Ejecutivo.
Mientras el juego está abierto en el Congreso y las voluntades pende de un hilo, las negociaciones con la oposición despertaban fuertes internas inclusive al interior del ala moderada del Frente de Todos. Guzmán defiende la inmutabilidad del proyecto de ley de la discordia, que el Ejecutivo elevó al Congreso el viernes después de introducir modificaciones por pedido de Juntos por el Cambio -que no fueron suficientes-, Massa se muestra abierto a acceder a cambio de apoyo. La decisión final está en manos de Alberto Fernández, que por estas horas dirimía cuál será su próxima movida. En su entorno aseguran que hay tiempo para negociar y decidir, inclusive, hasta el día de la votación.
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