Alberto Fernández abrirá este martes el período 140° de sesiones ordinarias en el Congreso y durante su discurso pondrá foco en el final del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), y en el comienzo de una nueva etapa de gestión, luego de dejar atrás la pandemia, las elecciones y las crisis internas del Frente de Todos.
El Presidente ajustó el discurso durante todo el día de ayer en la Quinta de Olivos. El contenido fue construido con la colaboración del asesor Alejandro Grimson, a cargo de la redacción, la Portavoz del Gobierno, Gabriela Cerruti; la Secretaria Legal y Técnica, Vilma Ibarra, y el secretario presidencial, Julio Vitobello. Su círculo de confianza.
Según dejaron trascender desde el oficialismo, Fernández presentaría en la apertura de sesiones el acuerdo final con el Fondo y en los próximos días lo enviaría a la Cámara de Diputados, para que comience su tratamiento. Allí el pedido del Jefe de Estado a Sergio Massa es que se logre el mayor consenso posible, lo que incluye el apoyo de la oposición. El Presidente explicaría algunos detalles del final de la negociación.
El acuerdo se empantanó en la última semana como consecuencia de una discusión entre el gobierno argentino y el FMI por el ajuste en las tarifas eléctricas. Desde Estados Unidos pedían un aumento del 60% y en la Casa Rosada no están dispuestos a ir mucho más allá de la frontera del 20%. El tironeo es por el camino para lograr el déficit fiscal acordado.
Durante los últimos días hubo hermetismo en el Gobierno respecto a los avances y retrocesos en una negociación que se ha hecho muy extensa. Fernández pedirá que el acuerdo sea respaldado en el Congreso con la aprobación de la Ley de Sostenibilidad de la Deuda Pública. Como ya ha dicho en algunas oportunidades, es clave para que Argentina pueda recibir inversiones y préstamos de organismos internacionales.
A su lado estará la vicepresidenta Cristina Kirchner, quien hasta el momento no ha emitido ni una palabra, en forma pública, sobre el principio de acuerdo alcanzando con el FMI. Su silencio multiplicó las dudas sobre su posicionamiento respecto al resultado final, teniendo en cuenta que Máximo Kirchner renunció a la presidencia del bloque oficialista en la Cámara baja, luego de cuestionar con dureza la negociación con el Fondo, y sacudió la estructura oficialista.
La Vicepresidenta reapareció ayer, a través de una publicación en sus redes sociales, para expresarse sobre el posicionamiento que tuvo su último gobierno respecto al conflicto político y territorial que ya existía entre Rusia y Ucrania. Sin embargo, no fijó una postura concreta sobre la invasión rusa a Ucrania ocurrida la semana pasada. Evitó un pronunciamiento incómodo por sus vínculos con el Kremlin.
Diferente es la postura emitida por Alberto Fernández, que condenó el ataque de Rusia a Ucrania y fue endurecieron la postura del Gobierno con el pasar de los días. De emitir un comunicado y no nombrar al país que gobierna Putin a condenar en la ONU, a través del canciller Santiago Cafiero, el uso de la fuerza y las operaciones militares en territorio ucraniano.
Una vez más, como ha pasado en otras tantas oportunidades en el Frente de Todos, la posición sobre un tema central de la agenda política difiere según la mirada del Presidente o la Vicepresidenta. Dos opiniones sobre una misma realidad. Fernández, a cargo del Poder Ejecutivo, tiene la compleja misión de mostrar el equilibrio de la coalición y la condensación de las posturas. Siempre es difícil que logre su objetivo.
La presentación en el Congreso de hoy será el reencuentro público del primer mandatario y su compañera de fórmula, luego de acto en la Plaza de Mayo que compartieron con Luiz Inácio Lula da Silva y Pepe Mujica. Después del anuncio sobre el principio de acuerdo con el FMI, nunca se mostraron juntos. Desde ese momento el nivel de especulación subió al máximo en el peronismo, debido a la incertidumbre que generó la postura de Máximo Kirchner y la posibilidad de que el kirchnerismo más duro no acompañe el acuerdo en el Parlamento.
En el Gobierno aseguran que el vínculo entre ambos está bien dentro de las tensiones permanentes que lo sacuden. La relación es una montaña rusa de emociones e intereses. Hasta el momento, la voluntad de ambos siempre ha sido mantener la unidad del espacio político pese a las diferencias.
El punto de inflexión puede ser el acompañamiento o no del kirchnerismo duro al acuerdo. En gran medida, de ese gesto depende la convivencia de la coalición en los próximos dos años, la estabilidad interna del Gobierno para llevar adelante la gestión y el futuro electoral con la bandera de llegada puesta en el 2023.
El texto también tendrá alguna alusión a la unidad política del Frente de Todos, uno de los grandes objetivos que tiene Fernández. Terminar su gestión sin que la coalición se haya fracturado, lo que no implica que durante los últimos meses haya dejado actuar a un grupo de funcionarios y dirigentes políticos afines para construir un esquema interno referenciado en él.
El discurso que Fernández emitirá hoy durará poco más de una hora y, además de poner énfasis sobre el acuerdo con el FMI, tendrá una explicación sobre cuál es el plan económico que tiene su Gobierno para llevar adelante un período de recuperación, que permita un crecimiento de la economía y cumplir con los plazos acordados en la restructuración de la deuda externa.
Cómo sostener el crecimiento, las inversiones, el desarrollo productivo y la distribución. Ese es el camino discursivo planteado. El gran problema a atacar en los últimos dos años de gestión es la inflación. El mal de todos los gobiernos argentinos. Según los últimos datos del INDEC, la suba de precios acumuló un 50,7% en los últimos doce meses. Inviable.
Fernández buscará bajar la persiana de la primera mitad de su mandato e imprimir en su discurso una mirada de futuro. Lo que viene, a lo que apuesta su gestión y las necesidades del tablero económico que maneja Martín Guzmán, uno de los ministros más cuestionados en los últimos días dentro del Frente de Todos, debido a la demora en la finalización de la negociación con el Fondo.
Será una jornada de gestos más allá de las palabras. Miradas, presencias, movimientos. Suele ser así en cada apertura de sesiones. El contenido central del mensaje definirá el camino inmediato que quiere seguir el Presidente.
La relación con el kirchnerismo, con la oposición y con los aliados internacionales. Definiciones y rumbos. Una postura de cara al atardecer de su gobierno. En poco más de un año la política doméstica empezará a enloquecerse al ritmo de las candidaturas presidenciales. Esa será otra historia. Aunque los primeros capítulos se empezaron a escribir en el comienzo de este año.
SEGUIR LEYENDO: