Una de las principales incógnitas antes de que Alberto Fernández diera su discurso inaugural frente a la Asamblea Legislativa giraba en torno al tono y al contenido del discurso sobre la oposición. El Gobierno, envuelto en fuertes internas -que se evidenciaron en la ausencia de Máximo Kirchner en el recinto-, necesita de su apoyo para aprobar el acuerdo con el FMI. Por eso, en los últimos meses el Presidente venía bajando el tono de confrontación. Hoy había cierta expectativa, en las filas de Juntos por el Cambio, de que mantuviera el tono moderado, y al principio pareció que así sería. Durante el primer tramo de su discurso, el Presidente mencionó al gobierno anterior, aunque sin dar nombres propios. Pero cuando promediaba la ceremonia, levantó el tono para aludir de manera directa a Mauricio Macri. Lo hizo cuando le tocó referirse a la deuda contraída por su administración, ante un bloque opositor que se mostró indignado. Repitió la embestida en repetidas ocasiones, y sumó a la Justicia como eje de la serie de críticas, con claro aval, desde lo gestual, de la vicepresidenta Cristina Kirchner.
“En el año 2018, el entonces presidente Mauricio Macri, decidió endeudar a la Argentina con el Fondo Monetario Internacional, por un monto total de 57 mil millones de dólares”, lanzó el Presidente cuando había pasado una media hora de discurso, con intensidad, mientras intentaba que su voz se escuchara sobre los gritos que empezaban a proferir los legisladores del ala dura de Juntos por el Cambio, que hasta entonces se habían mantenido en sus bancas, en relativa calma.
“Conocimos esa decisión a través de un discurso transmitido en cadena nacional. El Congreso Nacional no autorizó ese endeudamiento ni fue consultado respecto de las obligaciones que el Estado Nacional asumía al tiempo de tomar la deuda. El dinero que ingresó de ese préstamo no fortaleció las reservas del Banco Central porque fue enteramente utilizado para pagar deuda externa insostenible y financiar la fuga de capitales. No quedó nada del dinero recibido en Argentina. Ni un puente ni una carretera. Sólo nos quedó una deuda externa impagable”, lanzó.
Para entonces, la batahola en el recinto había crecido a niveles inéditos hasta ese momento. El oficialismo arengaba las palabras del primer mandatario mientras la oposición se defendía y los diputados de Pro dejaban el recinto. En total, entre menciones directas e indirectas, el primer mandatario aludió a problemas legados por el gobierno de Mauricio Macri unas 10 veces: al mencionar el “endeudamiento”; el “aumento de la pobreza”, “la pérdida de puestos de trabajo”; la “inflación desatada”; el “aumento de tarifas”, “la enorme crisis de 2018″ y el “espionaje ilegal”.
El grupo de legisladores opositores que abandonaron el recinto justificó su decisión: “El Presidente estropeó una oportunidad de decirnos a los argentinos hacia dónde nos dirigimos. Y lleno de mentiras, su mensaje que fue festejado por la corte kirchnerista. Era intolerable permanecer en el recinto. Nos levantamos en repudio con el fin decir basta de relato. Presidente, si quiere hacer su show, hágalo, pero no cuente con nosotros”, dijo Omar de Marchi (PRO).
Críticas a la Corte
El discurso de apertura de sesiones legislativas, Alberto Fernández eligió a otros dos adversarios: los jueces de Comodoro Py, y a la Corte Suprema, cuyos miembros, Carlos Rosenkrantz, Horacio Rosatti, Juan Carlos Maqueda lo observaban desde unos metros en el mismo recinto, serios y erguidos, uno sentado junto al otro. Ricardo Lorenzetti no estaba presente. Detrás de ellos, la secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra, mujer del círculo íntimo al Presidente, aplaudía al Presidente, que mencionó a la Justicia en dos ocasiones.
Una, al referirse a la querella criminal que inició el año pasado para establecer responsabilidades en la toma de deuda. En ese momento los ánimos se caldearon sobremanera en el recinto. Los jueces supremos permanecían inmutables, mientras Cristina Kirchner sonreía, los opositores se quejaban en voz muy alta y los oficialistas les respondían con un aplauso cerrado, prácticamente como una ovación.
La otra alusión fue en el pasaje referido a la necesidad, expresada por el Presidente, “de que el Poder Judicial recupere la confianza pública que ha perdido y supere su crisis de funcionamiento, que sea eficaz y completamente independiente de todos los poderes, fácticos y políticos”. “Necesitamos una Reforma integral del sistema de administración de justicia federal”, dijo el primer mandatario.
Y acusó a los jueces federales por una supuesta complicidad con ex funcionarios de la oposición. “Esa reforma que impulsé fue resistida por la oposición para beneficiar a algunos funcionarios del gobierno anterior que deben rendir cuentas. Saben que tienen aliados en fiscales y jueces de la justicia federal. Por eso siempre su primer planteo ha sido y sigue siendo reclamar la competencia de los tribunales afincados en Comodoro Py”, dijo.
Y, como si estuviera hablando a la Vicepresidenta, enfrentada contra el Poder Judicial por la serie de causas en su contra que ella considera en el marco del “lawfare”: “Yo, como titular del Poder Ejecutivo Nacional, hice cuanto estuvo a mi alcance para poner fin a las malas prácticas que se observaban en el sistema judicial”.
Gestión
Más allá de las críticas, Alberto Fernández dedicó la primera parte de su discurso a la pandemia. Entre menciones a la necesidad de dejarla atrás, remarcó en repetidas ocasiones, durante un largo tramo de su alocución, que su gestión se vio diezmada por el coronavirus, aunque subrayó que no quería utilizarla como “excusa”. De hecho, en dos fragmentos admitió “errores” y resaltó que él mismo “no es infalible”. “Me he equivocado en ocasiones, pero tengo la íntima tranquilidad que ninguna persona que habita nuestro país quedó sin la atención sanitaria que su salud reclamaba”, sostuvo.
Además de la mirada hacia el pasado, tanto del gobierno de Macri como de su propia gestión, como se espera en cualquier discurso de apertura de sesiones legislativas, enumeró la serie de leyes que impulsará para el año que empieza, que enmarcó dentro de lo que denominó como “Plan de Desarrollo Integral”, en el cual mencionó “nueve Misiones Industrializadoras”. Habló de “industrialización verde”; de “explotación de nuestros recursos naturales en consonancia con los objetivos de la transición ecológica justa”; de “fortalecer la economía de la salud”; y la “economía para la defensa”; de “modernizar la industria argentina”; de “digitalizar el sistema productivo”; entre otros puntos.
Alberto Fernández admitió ante la Asamblea Legislativa, frente a la oposición, sus ministros, gobernadores, sindicalistas, jueces y líderes de movimientos sociales, que su ministro de Economía, Martín Guzmán, aún no pudo cerrar el acuerdo definitivo con el Fondo Monetario Internacional para refinanciar la deuda que tenía planeado cerrar el viernes pasado y presentar hoy. Necesita del apoyo de la oposición como de los propios. Sus pasos de ahora en adelante dependen tanto de Juntos por el Cambio -luego de que la mitad del bloque de Juntos por el Cambio abandonó el recinto- y de la armonía dentro del propio espacio oficialista -donde uno de los actores de mayor peso, Máximo Kirchner, renunció a la presidencia y hoy faltó a la ceremonia-. Estos factores, más allá de los deseos expresados por el primer mandatario, generan un fuerte interrogante sobre agenda del Gobierno hasta el final del actual mandato.
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