En la intimidad, el ministro del Interior y referente de La Cámpora, Eduardo “Wado” de Pedro, niega sus aspiraciones políticas para 2023. Pero una movida política que se concretará a partir esta semana alimenta los rumores sobre una candidatura presidencial o a la gobernación de la provincia de Buenos Aires del alfil de Cristina Kirchner en la Casa Rosada. Desde esta noche se embarcará, por primera vez, en una gira de casi una semana por el exterior. Más específicamente, por España, donde participará de una importante feria de tecnología móvil, y mantendrá reuniones con empresarios y líderes partidarios. Empecinado en levantar el perfil, el titular de la cartera política, que responde al ala dura del Frente de Todos, se relacionará con algunos de los principales referentes del gobierno español, de Barcelona y de Madrid, y buscará importar conocimiento y relaciones para su “Plan de Desarrollo Federal”, apoyado en los gobernadores afines.
La fecha del viaje coincidirá con la Asamblea Legislativa, principal punto en la agenda de Alberto Fernández de los últimos meses. Y, si los tiempos que prevé el Gobierno son acertados, también con la presentación en el Congreso del proyecto del FMI, que se postergó en contra de las expectativas y deseos del Presidente y el Ministro de Economía, Martín Guzmán, de tenerlo listo a más tardar el viernes pasado. Se estima que la elevación al Poder Legislativo podría concretarse en los próximos días.
En el entorno del ministro aseguran que el viaje fue consensuado con el Presidente, que viene intentando recomponer relaciones con el delfín camporista después de largos meses de enfriamiento del vínculo a raíz de la presentación de su renuncia después de las PASO.
De Pedro tiene también -o, sobre todo-, el aval de sus principales jefes políticos, Cristina y Máximo Kirchner, que atraviesan uno de los momentos de mayor malestar con Alberto Fernández, principalmente por los detalles del inminente pacto con el FMI, que tuvo un principio de entendimiento hace un mes. En gran parte a través del ministro, el -ahora raso- diputado y la Vicepresidenta siguen sosteniendo la unidad de la coalición del Frente de Todos. Desde España estará en contacto con ambos para conocer sus opiniones sobre el acuerdo con el FMI y cómo será la estrategia parlamentaria.
De Pedro le avisó a Alberto Fernández sobre el viaje hace dos semanas, cuando subió, después de meses, desde su oficina en la planta baja al despacho principal de la Casa Rosada, en el primer piso, y le pidió permiso. El primer mandatario lo alentó a asistir, a pesar de la coincidencia de fechas con la ceremonia de apertura de sesiones ordinarias en el Congreso y el tramo final de las negociaciones con el Fondo por la refinanciación de la deuda. Como dejó en evidencia la semana pasada, al llamarlo por primera vez desde las PASO “Wadito”, también el jefe de Estado busca recomponer el vínculo con su ministro político, en aras de mantener la calma en el Frente de Todos de cara al segundo tramo de su mandato, donde deberá aplicar las medidas de ajuste que imponga el FMI.
Esta semana De Pedro se encargó de mostrarse en público con Fernández para desalentar rumores de desavenencias. Lo acompañó no a uno, sino a dos viajes al interior, como hacía tiempo no ocurría. Volaron juntos a Catamarca, el jueves, y a Corrientes, el viernes. En los tiempos muertos, entre vuelos y visitas, se ocupó de comentarle sobre las ventajas de conocer de cerca a las potencias tecnológicas privadas, en el marco de la competencia mundial por las redes 5G, que tiene como trasfondo geopolítico la “guerra” comercial entre China y Estados Unidos, y que le interesa para “para mejorar y ampliar la conectividad, uno de los ejes y desafíos del federalismo en la Argentina”.
En Interior le restan relevancia a su ausencia en un momento clave para el Gobierno. “Wado no tiene intervención ni en los diálogos con el staff, ni en el poroteo de votos. No cambia en ninguna de las dos cosas si está o no”, aseguraron ante una consulta de Infobae. Sin embargo, el faltazo llama la atención. Por un lado, porque De Pedro es uno de los pocos ministros con sede en Casa Rosada, que tiene a su cargo el vínculo con los gobernadores, actores clave en el año legislativo que darán el presente mayoritariamente el martes. Pero sobre todo, porque es un hombre del riñón cercano a Máximo Kirchner y Cristina Kirchner, en permanente tensión con Alberto Fernández por diferencias en la gestión, especialmente económica y, desde los comicios legislativos generales, de cara a las Presidenciales que se celebran dentro de dos años.
En privado, el ministro descarta cualquier posibilidad de una candidatura presidencial o a la gobernación bonaerense. Pero en sus filas, y por las señales que brinda, se fortalece la versión de que se presentará en una eventual interna para competir o bien por el sillón de Rivadavia, o el de La Plata, como postulante del kirchnerismo. Con una imagen a la baja de Máximo y Cristina Kirchner, y sin referentes de peso en el espacio, riega un perfil alejado al que supo construir La Cámpora desde que se conformó, hace 11 años.
Aunque no brinda demasiadas declaraciones a medios, en su entorno aseguran que se sienta con todos, opositores como disidentes dentro del Frente de Todos. En medio de las disputas con Alberto Fernández, a pesar del malestar por los “dardos en off” que le reprochan a funcionarios del riñón albertista como Gabriel Katopodis (Obra Pública) y Juan Zabaleta (Desarrollo Social), se sienta con ambos y muestra los encuentros. De alguna manera, intenta descamporizarse, aunque sea en las formas.
Con todo, aún flota en los pasillos de la Casa Rosada el no tan lejano recuerdo de su mentada dimisión a instancias de Cristina Kirchner, post-derrota en las PASO, que finalmente no se concretó, pero que sacudió al Gobierno como nunca antes. De Pedro consulta todos sus movimientos con Máximo Kirchner, que hace tres semanas directamente abandonó la presidencia del bloque del Frente de Todos en Diputados -como si fuera poco- con una carta lapidaria, donde criticó con vehemencia el principio de entendimiento por la deuda y pasó factura por los “ataques” de alfiles de Alberto Fernández. También, con la Vicepresidenta, que hace semanas se mantiene bajo un llamativo silencio, que muchos interpretan como una forma de manifestar desconfianza y desligarse del acuerdo que firmará el ministro Martín Guzmán con el FMI.
En este contexto, De Pedro, mientras la unidad del FDT se encuentra en uno de los momentos más delicados de su corta historia, quiere evitar que su ausencia se lea como un desaire a Alberto Fernández. Por eso, esta tarde de domingo, cuando anuncie su viaje oficialmente, probablemente mencione, de algún modo, la bendición presidencial. Las tensiones están latentes y en el Gobierno quieren que sigan así, hasta que sea el momento de ponerlas de manifiesto, nadie sabe cuándo. Hay quienes esperan una nueva carta de Cristina Kirchner como un estruendo inevitable.
El viaje de De Pedro empezará el lunes, cuando se dirigirá en un avión de línea, en clase turista -destacaron-, desde Ezeiza, rumbo a Madrid. Viajará prácticamente sin comitiva -sólo estará con su principal vocero, Gustavo Russo-. Allí hará una breve escala, como pasajero en tránsito, y luego emprenderá el rumbo a Barcelona. El martes, en paralelo al discurso inaugural de Alberto Fernández, su primera actividad será una reunión con la alcaldesa Ada Colau. Y luego participará del prestigioso foro de tecnología Mobile World Congress (MWC, Congreso Mundial de Móviles), donde un argentino idóneo en la materia le organizó una agenda de reuniones. Allí se encontrará, también, con otros funcionarios del Gobierno, entre ellos el titular del Enacom y hombre de Sergio Massa, Claudio Ambrosini; y la secretaria de Innovación Pública, Micaela Sánchez Malcolm, ambos vinculados, por sus roles, al mundo de las comunicaciones tecnológicas.
El jueves viajará rumbo a Madrid, donde tiene previstas dos reuniones de alto voltaje político: con Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo del gobierno de Unidos Podemos que lidera Pedro Sánchez; con su par de Interior, Fernando Marlaska; con el titular de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá; y con una autoridad partidaria, la secretaria de Relaciones Internacionales del PSOE, Hana Jaluk. Al final del viaje, antes de regresar, se cruzará en Madrid con el embajador radical Ricardo Alfonsín.
La primera gira de Wado de Pedro como ministro terminará el sábado, pero no será la última. En abril tiene previsto viajar a Israel, a raíz de una serie de invitaciones que recibió de parte de la embajadora, Galit Ronen, para observar de cerca los sistemas de riego desarrollados en el país emplazado en un desierto que se transformó en puntero mundial en la materia. Un detalle: también el jefe de Gabinete, Juan Manzur, viajó a Jerusalén invitado por el gobierno israelí, por el mismo motivo, mientras era gobernador, y en Tucumán están en marcha o por comenzar algunos emprendimientos vinculados a la sistematización de la distribución de agua con el mismo origen.
Tras el desembarco de Manzur, que llegó a la Casa de Gobierno para impulsar su propia carrera presidencial apoyado en los gobernadores, Wado redobló en los últimos meses sus esfuerzos para regar sus vínculos con los jefes provinciales del PJ, muchos de los cuales lo miran de reojo por su pertenencia política y por el historial de vinculaciones directas con los intendentes que responden a La Cámpora, de alguna manera “salteando” al gobernador, algo que en Interior niegan a rajatabla.
El viaje a España está vinculado, también, con el Plan de Desarrollo Federal de De Pedro, una estrategia de título grandilocuente, pero que constituye el eje vertebral de sus planes de gestión para los próximos dos años. Durante cierto tiempo lo mantuvo con el perfil bajo; ahora se prepara para empezar a sacar a relucir acciones en su nombre, otra señal de sus pretensiones de expansión política, que intenta equilibrar con su relación con el Presidente. De hecho, formará parte de la comitiva que acompañarán a Alberto Fernández a Medio Oriente, entre el 14 y el 17 de marzo, y podría sumarse, también, a la visita previa a Chile, el 11.
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