Alberto Fernández mantiene en silencio la posición de Argentina frente a la invasión ejecutada por Vladimir Putin en Ucrania, pese a la condena diplomática de la mayoría de los países de la comunidad internacional. El silencio presidencial aparece en medio de la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que es controlado por Estados Unidos. El Staff Agreement con el Fondo se trabó en los últimos días y en el Gobierno no descartan solicitar a la Casa Blanca una gestión de urgencia frente a Kristalina Georgieva para cerrar un acuerdo durante febrero. Antes que suceda esa eventual gestión ante la directora gerente del FMI, los asesores de seguridad nacional de Biden aguardan que Balcarce 50 repudie la ofensiva anexionista del Kremlin.
Estados Unidos, la Unión Europea, la mayoría de los países que integran el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y Brasil y México en América Latina, ya han expresado su condena a la decisión de Putin de reconocer la independencia de las “repúblicas populares” de Donetsk y Lugansk, en el Donbás.
Cuando Alberto Fernández se reunió a solas con Putin en Moscú argumentó que debía evitarse un conflicto armado y recordó la vigencia de los acuerdos de paz alcanzados en Minsk (2015) entre Ucrania, Rusia y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).
“La crisis en el este de Ucrania solo puede resolverse mediante el diálogo pacífico y una solución política”, opinó el Presidente ante el líder ruso.
Anoche deliberó de urgencia el Consejo de Seguridad de la ONU, y la mayoría de sus miembros permanente y no permanentes -con la excepción de Rusia y China- consideraron que la decisión de Putin de reconocer a Donetsk y Lugansk implica una ruptura de los acuerdos de Minsk y una violación de la Resolución 2202 (2015) del Consejo de Seguridad.
Alberto Fernández fue informado por Santiago Cafiero del debate en el Consejo de Seguridad de la ONU, y acerca de la posición diplomática que asumieron Brasil y México, pero el Presidente optó por esperar hasta hoy para definir el criterio del gobierno argentino.
“Nuestra postura ha sido a favor de la solución pacífica del conflicto, el respeto a la integridad de Ucrania y de las resoluciones de la ONU”, posteó el canciller mexicano Marcelo Ebrard en su cuenta oficial de Twitter.
El jefe de Estado y el canciller mexicano Ebrard tienen relación personal y han coordinado acciones diplomáticas en todos los foros multilaterales. Sin embargo, en esta oportunidad, esa coordinación no existió.
Si hay correlación política entre su posición expresada en el Kremlin y lo debatido anoche en el Consejo de Seguridad, Alberto Fernández debería condenar hoy la ofensiva de Putin en Ucrania. Es obvio que el líder ruso violó la resolución de Minsk y otras disposiciones de la comunidad internacional.
Argentina tiene posibilidades de cerrar con el FMI por la decisión política de Joseph Biden. Jorge Arguello -embajador en Washington- solicitó la colaboración de la Casa Blanca durante un encuentro reservado que mantuvo con Jake Sullivan y Juan González, consejeros de Seguridad Nacional del Presidente de los Estados Unidos.
Sullivan trasmitió el pedido a Biden, y el líder demócrata aceptó. Desde ese momento, el board del FMI abrió la mano y dispuso que el staff del Fondo cierre la negociación con el ministro de Economía, Martín Guzmán.
La decisión del board -empujada por la Casa Blanca- facilitó las conversaciones entre Argentina y el staff. Pero todo se trabó en las últimas horas: el Fondo exige una ajuste de tarifas al servicio eléctrico que Alberto Fernández no está dispuesto a convalidar.
El Gobierno propone una alza de tarifas de casi un 20 por ciento, y para el Fondo Monetario Internacional esa suba no alcanza para garantizar -al menos- que el déficit fiscal de 2022 termine en 2.5 del Producto Bruto Interno (PIB).
Ante las diferencias que exhiben Guzmán y el staff del FMI, en Balcarce 50 analizan la posibilidad de regresar al Ala Oeste de la Casa Blanca para pedir -de nuevo- la influencia de Biden, cuando el presidente de los Estados Unidos utiliza todas sus horas en resolver la crisis desatada por Putin.
Se trata de una jugada extrema de la diplomacia argentina que necesita de un gesto previo de Alberto Fernández: la condena a Rusia por mutilar el territorio de Ucrania y promover un conflicto bélico que afectará a todo el mundo.