La perspectiva geopolítica de Alberto Fernández sobre la realidad de los Estados Unidos es binaria: odia a Donald Trump y cree que es posible construir una agenda común con Joseph Biden. En este contexto, el jefe de Estado no dudó en cuestionar al magnate de New York y proponer a Washington un inmediato encuentro bilateral con el líder demócrata. La Casa Blanca tomó nota del pedido y prometió contestar a la brevedad.
Felipe Solá -cuando era canciller-, Santiago Cafiero -en su visita a DC-, Sergio Massa, Gustavo Beliz y Jorge Argüello utilizaron sus contactos y sus representaciones institucionales para lograr que Biden reciba a Alberto Fernández en el Salón Oval. No hubo caso.
A pocos días de partir hacia Moscú, un canal informal vinculado a la Casa Rosada aseguró al Presidente que la Casa Blanca estaba por cursar la invitación oficial para un encuentro con Biden en Washington. El backchannel -con probados vínculos en Estados Unidos- fue muy específico: la invitación llegaría antes de la reunión entre Alberto Fernández y Xi Jinping.
Durante su cónclave con Vladimir Putin, el Presidente cuestionó a Estados Unidos y al Fondo Monetario Internacional (FMI), y propuso que la Argentina sea la puerta de entrada de Rusia en América Latina. Una agenda geopolítica que no estaba en el guion oficial que había redactado junto al canciller Cafiero y al secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz.
Setenta y dos horas más tarde, Alberto Fernández elogió la Revolución de Mao y aseguró que comparte los ideales del Partido Comunista de China. Sucedió en el Palacio del Pueblo en Beijing, mientras Xi Jinping y su burocracia estatal no dejaban de sonreír ante las expresiones del presidente argentino.
El Ala Oeste de la Casa Blanca -adonde trabaja el staff de Biden- monitoreó las declaraciones de Alberto Fernández en Rusia y China, y por canales diplomáticos reservados explicitó su sorpresa y malestar.
El Gobierno solicita apoyo en la negociación con el FMI, y a la misma hora apoya a Putin que desea invadir Ucrania y se suma a la Ruta de la Seda, que es la diagonal económica y financiera de Xi para ocupar posiciones globales de Estados Unidos.
Desde la lógica de las Relaciones Exteriores, una contradicción presidencial que da suma cero.
Cuando Alberto Fernández llegó a Barbados, el dato de una posible invitación de Biden ya era una utopía. Y en ese contexto, el jefe de Estado concedió -vía zoom- una conferencia de prensa a once periodistas. A su lado estaban Cafiero y la portavoz Gabriela Cerrutti. Fuera de cámara el gobernador bonaerense Axel Kicillof, que ya no lucía su legendario gorro de Moscú.
“He leído que le he mordido la mano a quien me ayudó… ¿A quién me ayudó? A mí con el Fondo me ayudaron los países europeos, me ayudó China, me ayudó Rusia, los países americanos y paro ahí. Sé quién hizo mucho para que ese préstamo sea dado. Eso sí lo sé, el gobierno anterior de Estados Unidos. No lo digo yo, lo dice el Fondo”, dijo Alberto Fernández desde Barbados.
Las declaraciones del Presidente fueron inesperadas y no se ajustaban a los hechos. El entendimiento con el FMI, anunciado hace dos semanas, ocurrió porque Cafiero, Massa, Beliz y Argüello agotaron sus celulares para hacer lobby frente a Jake Sullivan -consejero de Seguridad Nacional-, Juan González -consejero de Seguridad Nacional, Antony Blinken -titular del Departamento de Estado y al menos dos legisladores demócratas con mucho peso en la Casa Blanca.
Sin Sullivan, Blinken y González -por citar los funcionarios estadounidenses más conocidos-, el entendimiento con el Fondo no hubiera sido firmado. Y Argentina habría caído en default (Arrears) por falta de pago de 717 millones de dólares que vencían el 28 de enero.
Las declaraciones de Alberto Fernández en Barbados cayeron como una bomba de fragmentación en el Ala Oeste de la Casa Blanca y en el Departamento de Estado. Allí no podían creer que el Presidente hubiera soslayado el trabajo conjunto de ambas administraciones para lograr el entendimiento con el FMI y cerrar el default.
-Esperaba la invitación de Biden en Moscú, y no llegó-, comentó un funcionario argentino a un diplomático de Biden.
-¿Qué invitación? Nunca prometimos una invitación. Y menos cuando el Presidente estuviera en Moscú-, contestaron al otro lado de la línea, en Washington.
Las consecuencias geopolíticas provocadas por el dato erróneo que llegó a Alberto Fernández fueron analizadas en cónclaves diferentes que se organizaron adentro y afuera de la Casa Rosada. Cafiero, Beliz, Massa y Arguello volvieron a sus contactos en DC para hacer control de daños y diseñar una estrategia que permita sepultar un incidente diplomático causado por una información que resultó incorrecta.
Después de tres días de debate interno y llamadas a Washington, Alberto Fernández enfrentó el mal entendido con Estados Unidos.
“Así como Trump en su momento trabajó para favorecer al gobierno de Macri poniendo en riesgo el futuro de Argentina, digo hoy que el actual gobierno norteamericano, a la hora de de darle un comienzo de solución al problema, acompañó con su voto a Argentina y eso lo valoro”, señaló el presidente en su cuenta oficial de Twitter.
Los habituales contactos de Cafiero, Massa, Beliz y Arguello valoraron las nuevas opiniones de Alberto Fernández. Y si no hay cambio de expectativas, Biden y el jefe de Estado recién se encontrarán durante la Cumbre de las Américas, que está prevista para junio en los Angeles.
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