Un senador republicano cuestionó la construcción de una central nuclear china: “Argentina debería dar marcha atrás”

Jim Risch, uno de los principales integrantes de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de los EEUU, mostró su preocupación por el acuerdo firmado entre el gobierno de Alberto Fernández y Pekín

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Jim Risch, senador de los EEUU
Jim Risch, senador de los EEUU

Jim Risch, el senador republicano de más alto rango en la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de los Estados Unidos, mostró su preocupación por el reciente acuerdo firmado entre la Argentina y China para la construcción de la central nuclear Atucha III.

Me preocupan los planes para instalar tecnología nuclear no probada china en Argentina y sus implicaciones para la seguridad regional y la soberanía de Argentina. Dada la mala experiencia con la estación espacial Las Lajas, Argentina debería dar marcha atrás”, aseguró.

El gobierno anunció esta semana la firma de un contrato entre la estatal Nucleoeléctrica Argentina y la Corporación Nuclear Nacional de China (CNNC) para la construcción de la cuarta central nuclear argentina, Atucha III, un reactor de 1.200 megavatios eléctricos (Mwe) que se instalará en el Complejo Nuclear Atucha de la localidad bonaerense de Lima.

El entendimiento se cerró de forma virtual y contó con la participación del gobernador bonaerense, Axel Kicillof, el embajador chino en la Argentina, Zou Xiaoli, su par argentino en China, Sabino Vaca Narvaja, y el subsecretario de Energía Eléctrica de la Nación, Federico Basualdo.

El acuerdo provocó la rápida reacción del senador Risch, que recordó la instalación de una misteriosa base espacial china a pocos kilómetros de Las Lajas, Neuquén, calificada por agencias internacionales como una “caja negra” sin control porque no está sometida a supervisión de autoridades locales.

Base espacial China instalada en Neuquén, Argentina
Base espacial China instalada en Neuquén, Argentina

En 2016, la entonces canciller Susana Malcorra revisó el acuerdo de la estación espacial de China -firmado durante el gobierno de Cristina Kirchner- para incluir una estipulación de que sería sólo para uso civil. Ese entendimiento obliga al país asiático a informar sus actividades en la estación, pero no proporciona ningún mecanismo de cumplimiento para que las autoridades garanticen que no se está usando con fines militares.

El programa espacial de China está dirigido por su ejército, el Ejército Popular de Liberación (EPL). La estación patagónica es administrada por el Control General de Seguimiento y Lanzamiento de Satélites de China (CLTC), que informa a la Fuerza de Apoyo Estratégico del EPL.

Históricamente, Estados Unidos mostró su preocupación sobre el proyecto: cree que la base se utiliza para realizar espionaje y forma parte de la estrategia de China para “militarizar” el espacio.

“La estación terrestre de la Patagonia, acordada en secreto por un Gobierno corrupto y financieramente vulnerable hace una década, es otro ejemplo de acuerdos chinos opacos y depredadores que socavan la soberanía de las naciones anfitrionas”, denunció durante el gobierno de Donald Trump el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.

Esta semana, Alberto Fernández protagonizará otro gesto de su sintonía fina con China. Luego de la visita a Rusia, viajará a Beijing para participar de la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos del Invierno. El evento fue boicoteado por Estados Unidos y otros países que rechazan las violaciones a los derechos humanos del régimen.

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