Cristina Kirchner tiene poder de veto sobre el acuerdo económico y financiero que negoció Alberto Fernández con el FMI

Los reembolsos para pagar la deuda necesitan de una ley que la vicepresidente puede trabar con los diputados y senadores que responden a sus órdenes, si no coincide con las condiciones fijadas por el Fondo en la carta de intención

Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner durante el cierre de campaña en Merlo

Los Derechos Especiales de Giro (DEG´s) para refinanciar la deuda de 44.000 millones de dólares que contrajo la administración de Mauricio Macri con el Fondo Monetario Internacional (FMI), recién llegarán a las arcas del Banco Central cuando el board apruebe la carta de intención con el programa económico y financiero que se aplicará hasta 2024 y después se habilite su ejecución en la Argentina con una ley sancionada en el Congreso.

El 22 de marzo vencen cerca de 2.800 millones de dólares que no existen en el Banco Central. El gobierno tiene intenciones de pagar y necesita de la carta de intención aprobada por el directorio del FMI como paso previo para acceder a ese primer reembolso. Todo está previsto para que el board avale la carta de intención y la Argentina honre su deuda externa.

A continuación, el Congreso deberá sancionar una ley que ratifique la Carta de Intención negociada con el FMI. Sin ley, no reembolsos. Y sin reembolsos, el país se encamina al default. Aunque ya esté acordado el programa económico y financiero que se aplicará durante 30 meses para terminar con el Stand-By concedido a Macri.

Alberto Fernández, Sergio Massa -titular de la Cámara de Diputados-, Santiago Cafiero -canciller-, Martín Guzmán -ministro de Economía-, Gustavo Beliz -secretario de Asuntos Estratégicos- y Jorge Arguello -embajador en Estados Unidos negociaron con Antony Blinken -secretario del Departamento de Estado-, Yanet Yellen -secretaria del Tesoro-, Jake Sullivan -consejero de Seguridad Nacional de Joseph Biden- y Juan González -consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca- para destrabar la negociación entre Balcarce 50 y Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI.

La negociación fue un partido de ajedrez con cientos de horas de zoom y una sucesión de visitas relámpago que se hicieron a Washington. Al final, Biden escuchó a su gabinete y autorizó un programa más liviano y posible de cumplir para la administración de Alberto Fernández. Con el respaldo del Salón Oval, el directorio del FMI puede aprobar la carta de intención antes que inicie el otoño en la Argentina.

Alberto Fernández y Máximo Kirchner durante un acto partidario

El entendimiento que Alberto Fernández cerró con la Casa Blanca y Kristalina Georgieva no es avalado por Cristina Fernández de Kirchner y Máximo Kirchner. La vicepresidente y el diputado nacional adelantaron al jefe de Estado que rechazan su contenido, y optaron por un lacerante silencio que multiplicó las internas palaciegas en Balcarce 50 y el Frente de Todos.

CFK explicitó su enojo cuando aún estaba en Honduras, mientras que Máximo Kirchner utilizó una reunión en Olivos para cuestionar el liderazgo del Presidente. Fue un cónclave áspero que demostró -una vez más- las diferencias políticas e ideológicas que existen entre el jefe de Estado y el líder de la Cámpora.

El mutismo de Cristina y Máximo, y su eventual rechazo al programa económico y financiero acordado con el Fondo, complica la sanción parlamentaria de la carta de intención que aprobaría el board antes del 21 de marzo.

Si CFK y el jefe de la Cámpora no apoyan, los reembolsos no llegarán al Banco Central y Argentina inicia -de nuevo- su marcha hacia el default.

En este contexto, el Frente de Todos sufriría un cisma político. Alberto Fernández no tiene intenciones de revisar lo que ya acordó con Kristalina Georgieva, y Cristina no podría alegar traición en la cima del poder. Por orden directa del Presidente, Martín Guzmán se encontró varias veces con CFK para informar qué estaba negociando con el staff del FMI.

Durante la discusión legislativa del Presupuesto 2022, Máximo Kirchner ya demostró que le importa poco las instrucciones que llegan desde Olivos o la Casa Rosada. Optó por su olfato político y dejó sin presupuesto a su propio Gobierno. En esa oportunidad, Alberto Fernández no calló lo que pensaba y CFK fue al rescate del diputado nacional.

Es probable que el Presidente y Cristina se encuentren en Olivos para resolver las diferencias políticas. No será un encuentro fácil. La distancia entre ambos ya es cuestión de estado.

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