Enojo, incertidumbre y esperanza son los sentimientos que por estas horas transmiten. No solo los propietarios de las casi 200 embarcaciones de recreo, a quienes se les impide retornar al país a bordo de sus barcos, sino también los trabajadores marítimos que las tripulan y se consideran verdaderos rehenes de una cuestión que -según ellos- tiene que ver más con la política que con la sanidad.
“La medida no solo es incoherente sino totalmente arbitraria. Hace pocos días se corrió una famosa regata que une Buenos Aires con Punta del Este, todos los barcos y sus tripulantes fueron amparados por un salvoconducto sanitario que les permitió navegar, amarrar en puerto, transitar por la ciudad de Punta del Este y regresar a Buenos Aires sin mayores requisitos ni impedimentos. Es como que asumen que los barcos deportivos no propagan el virus”, sostiene ante Infobae el propietario de uno de los grandes yates privados a los que se les impide el retorno.
Luis, marinero de otra embarcación amarrada en el mismo muelle, sostiene: “Es algo insólito, se nos dice que no se nos puede habilitar el ingreso a Argentina porque nuestro corredor de regreso no es seguro, pero Sanidad de Fronteras parece ignorar que los clubes náuticos tienen sus propios protocolos aprobados y que de la misma forma en que un empleado de la empresa de Ferrys queda habilitado para pedir el PCR a los pasajeros, lo mismo podría hacer un dependiente de cada club náutico.
“Creíamos que a partir del 29 con la abolición del PCR obligatorio esto se acababa pero hoy nos han informado que por ahora seguimos fuera de los planes sanitarios de repatriación y que el tema se está estudiando”, agrega.
Infobae consultó nuevamente a las autoridades del Puerto de Punta del Este las que -como era de esperar- deslindan cualquier responsabilidad por los percances que están sufriendo los turistas que oportunamente decidieron cruzar el Rio de la Plata con sus embarcaciones con destino al balneario uruguayo.
“Los capitanes de barco pueden zarpar del puerto cuando gusten, el único requisito es que tengan saldadas las cuentas con el puerto y que declaren el puerto de destino. Ahora como Argentina no los deja entrar es lógico que no quieran zarpar pues quedarían librados a su suerte en medio del rio”, afirma una de las responsables administrativas del Puerto esteño.
Embarcación en apuros
Durante la mañana del viernes tomó estado público la situación de la embarcación “Lanfer” (Matricula REY 083610) que zarpó de Punta del Este al mismo tiempo que lo hicieron los barcos que compitieron en la regata “Rolex” con la intención de ingresar al puerto metropolitano junto con las embarcaciones deportivas. Lo que fue impedido por Sanidad de Fronteras. La embarcación lleva más de 60 horas de aislamiento forzado y la situación a bordo es crítica.
Al tratarse de una nave de dimensiones reducidas, las reserva de alimentos, agua y combustible no son suficientes como para soportar un confinamiento como el dispuesto por la cartera sanitara. Según publica el sitio web “Aguas Seguras”, la comunidad náutica está por estas horas está aportando víveres y agua para los tripulantes, uno de los cuales pidió evacuación sanitaria sin que por ahora se hubiera hecho lugar a la petición a pesar de la edad del marino.
“A pesar de tener todo en regla la Prefectura Naval les informó que por orden de la cartera sanitaria no podrían tocar tierra ni regresar a Uruguay, otra embarcación en similar situación optó por permanecer en medio del Rio lo que eventualmente le permitirá tomar puerto en Colonia o algún sitio que por estas horas sea mas amigable”, sostiene un miembro del Yacht Club Argentino (YCA).
La opinión de los especialistas
Infobae consultó a las autoridades de la Escuela de Deporte Náutico de la Liga Naval Argentina sobre los fundamentos de la medida. “Realmente si optamos por dejar de lado que detrás de esta insólita disposición hubiera una intencionalidad política o de una suerte de castigo a quienes vacacionan en el exterior, la conclusión sería que se está obrando más por desconocimiento del entorno náutico que por algún criterio sanitario concreto”, sostienen.
Y amplían: “La dotación de un barco de este tipo normalmente está compuesta por la familia o entorno social del propietario y - en el caso de las de mayor porte- por una tripulación fija o contratada para la ocasión. Muchas veces el cruce del río solo lo hace la tripulación y los propietarios se encuentran con el barco ya en el muelle de Punta del Este. Los que vienen navegando ingresan a Uruguay con el hisopado y demás requisitos y las autoridades locales los auditan. De la misma manera se debería hacer al regreso ya que toda guardería o club náutico está bajo el estricto control de la Prefectura Naval Argentina. Muchos cruceristas ofrecieron incluso dejar copia de los PCR en la oficina del Consulado Argentino en Maldonado, pero eso también fue negado por las autoridades”.
Ante la consulta a la cartera que conduce la Dra. Carla Vizzotti sobre que pasará con estos varados a partir de este 29 de enero cuando el PCR deje de ser exigido se informó que “por ahora no habrá cambios, los barcos privados son muy inseguros y nos cuesta controlarlos, habrá que esperar que se oficialice un protocolo al respecto”.
No obstante lo afirmado por voceros del área sanitaria, Infobae pudo saber que se espera que en las próximas horas el Jefe de Gabinete firme una decisión administrativa que ponga fin al limbo legal en el que se encuentran los nautas. “Si todo sale como esperamos tal vez entre el sábado y el lunes podremos estar terminando con esta irregular situación”, informaron a los navegantes autoridades consulares argentinas con funciones en Maldonado.
Los costos de la medida
El valor de las amarras para embarcaciones de recreo en el puerto de Punta oscila entre USD 100 y USD 300 por día. A ello se le agregan otros gastos como consumos de combustible o suministro eléctrico y viáticos del personal varado en el exterior. Solo en gastos portuarios más de USD 40.000 al día son los que salen de bolsillos argentinos para solventar la estadía de naves que en condiciones normales ya estarían de regreso en sus amarras habituales con el consiguiente ahorro de divisas.
“Resulta particularmente curioso ver los muelles repletos de barcos pero las pasarelas casi desiertas de turistas, lo que explica a las claras que a bordo solo han quedado aquellos que son imprescindibles para el mantenimiento de las naves”, reflexiona otro de los marineros a sueldo que trabajan a bordo de los grandes yates. Fuentes del puerto estiman en alrededor de 700 a los que permanecen forzadamente en las distintas amarras.
Días atrás, el Ministro de Turismo de Uruguay Tabaré Viera en declaraciones exclusivas a Infobae manifestó su esperanza en poder solucionar este tema a partir del diálogo con su colega argentino Matías Lammens.
“Esperamos un poco de reciprocidad”, manifestó el funcionario del país vecino. Si bien hubo cruce de llamadas entre los primeros mandatarios de ambos países, por ahora solo existe una promesa política que se ubique por encima del particular criterio sanitario imperante hasta el presente.
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