Patricia Bullrich llega a la playa de Pinamar, vestida con un short de bastones blancos y rosáceos y una campera slim fit -blanca, también- que rompe el viento que la intercepta. “Ahora con estas fotos vamos a rubricar la teoría de que mi pelo es un desastre”; bromea, mientras devuelve los últimos saludos de férreos veraneantes que caminan a orillas del mar. “No es el viento, Pato, es Berni con el helicóptero que vuela todo”, dice un hombre, que ensaya una curiosa explicación al fenómeno meteorológico. Ella sonríe y enseguida devuelve la pared: “¡Con razón las casillas de guardavidas tienen las banderas de peligro!”. Está de buen humor, Bullrich. Los fotógrafos aprovechan esas sonrisas, mientras buscan los últimos rayos de luz del atardecer.
“Me trajeron la pelota para las fotos. Soy como un Pato Fillol. Me gusta la idea, yo atajo todos los pelotazos”, comenta, en su recorrida por Pinamar, acompañada por Hernán Lombardi, actual diputado nacional de Juntos por el Cambio, Juan Ibarguren, secretario de Turismo y Desarrollo Económico de Pinamar y por Javier Iguacel, intendente Capitán Sarmiento. Junto al ensayista Santiago Kovadloff, Bullrich viene de presentar un cuadernillo del Pro de 46 páginas llamado “Comisión nuestras Ideas. Apuntes para un debate” (el PDF se puede descargar en su cuenta de Instagram), editado por Fundación Konrad Adenauer Stiftung (KAS). Es un libro que sintetiza su pensamiento; son seis ejes fundamentales: Cultura del trabajo y progreso personal; Orden público y propiedad privada; Lucha contra la corrupción; División de poderes e Independencia judicial; Integración al mundo y Libertades individuales.
-Ya que hablamos de ejes fundamentales, ¿qué le preocupa más a la gente?
-La Argentina perdió calidad de vida. Está en una decadencia de la que necesitamos salir. Ahí está nuestro proyecto, el proyecto de una Argentina de progreso, que tenga capacidad de tener recursos materiales para crecer con empresas, emprendimientos, turismo, el campo. Y en lo simbólico, en la educación que tanto ha caído. Un proyecto de un gran país de clase media, en el sentido no de clase, sino en lo que significa como orientación de progreso. La gente se aferra a eso. Es la razón por la que ganamos las elecciones.
¿Esta temporada récord es para festejar? ¿O se trata de un premio consuelo para todos aquellos que no pueden adquirir bienes y servicios de mayores costos?
-Es para festejar, porque hay muchos que lograron que sus comercios funcionen luego de la cuarentena. En algunos lugares fue más cerrado el manejo de la pandemia, en otros más abierto. Pero todos tuvieron problemas. Es importante que los comerciantes y empresarios puedan mover sus negocios. Es para festejar. Para nosotros es una alegría que los argentinos puedan volver a respirar luego de una cuarentena tan cerrada.
-Las universidades de La Plata y La Matanza ya han anunciado el pase sanitario, medida que se podría replicar en otras casas de altos estudios ¿Qué opinión le merece éste tema?
-En materia de educación estoy totalmente en contra del pase sanitario. Hace dos años que están cerradas las universidades. Que vuelvan a ponerle una traba a la educación es una barbaridad. Ahora la pandemia viene con más suavidad. Yo planteo otra cosa. Abran todas las farmacias que tienen vacunatorios, que en Argentina son alrededor de 4 mil. Son esas farmacias que suelen aplicar la vacuna contra la gripe. Insisto con esto: abran los vacunatorios, porque con éste sistema del Gobierno, si te perdiste algún turno después no lo podés recuperar más.
-Córdoba ya ha implementado eso que marca de la vacunación en farmacias...
-Claro, acá en Argentina el movimiento antivacuna es muy bajo. Entonces cuando abrieron en Córdoba las farmacias como vacunatorios, en una semana subió un 40% la cifra de vacunados. Abran más bocas de expendio y no tendrán que utilizar el pase sanitario en las universidades, que lo único que va a terminar generando es más deserción universitaria. ¿Más deserción con toda la que ya hemos tenido? ¡Es un peligro! Nada de pase sanitario en las universidades, menos en las escuelas y trabajemos para que se puedan vacunar en cualquier lugar. La vacunación no debe ser centralizada, centralizado es el sistema, a dónde van los datos.
¿Entonces para usted no es una medida sanitaria?
-Es una medida para seguir teniendo las universidades cerradas. No es una medida sanitaria. Porque los mismo jóvenes que tienen que ir a la universidad vienen acá a la playa, van a un boliche, veranean juntos. La verdad me parece que es para bajar la calidad universitaria. Además, el movimiento ideológico que se ve en muchos docentes, hace que sigan cerradas. Abran las universidades, no vengan con las excusas del Covid-19. ¿Cómo vas a dejar afuera a estudiantes que no se vacunaron?
-En otro orden, son días clave en la negociación con el FMI. El riesgo de caer en default cada es mayor...
-Parece que Tortuga Guzmán no se decide nunca, es una cosa impresionante. Hace dos años que está todos los días diciendo cierro, cierro, cierro y no cierra el acuerdo nunca. Entonces cada vez resulta más difícil.
-Bueno pero no hay dinero para pagar ese vencimiento de 1.100 millones de dólares. El Tesoro prácticamente se queda sin reservas...
-El Tesoro se desfinancia por la inflación y la emisión monetaria, por eso no tiene la plata para pagar. Solucioná el problema de una vez por todas porque las consecuencias serán mucho peores. Ya a esta altura uno duda: ¿quieren solucionarlo? ¿O entrar en default? ¿Por qué llegás hasta el último momento cuando todo va a ser más difícil? Se genera incertidumbre en los mercados, el dólar llegó a 220 pesos. Es preocupante.
-¿Y si hay arreglo con el Fondo, mejora la cosa?
-Si acuerda con el Fondo, se le van a alivianar cosas. Ahora... La desocupación, la inflación, la falta de empleo, el cierre a las exportaciones te llevan igual a la decadencia, con o sin Fondo. Entonces el problema del Gobierno es que la orientación que ha tomado es contraria al desarrollo y al progreso. El Gobierno está en un rebote, sin dudas. Después de que bajás, bajás, bajás, rebotás. La Argentina no vive del rebote, necesita un cambio estructural de fondo, en todo sentido. Fundamentalmente en las normativas inútiles. Dificultan las exportaciones al campo, a los empresarios no lo dejan importar, a los que vivimos acá nos meten más y más impuestos.
-Usted es la presidenta del Pro, más emparentado con ideas socialistas. Pero tienen un discurso más liberal ahora..
-(Risas) Siempre hemos sido así. Bueno, salimos un poquito del placard, del closet.
-Volviendo al tema de las decisiones que no permiten salir de la crisis ¿El problema es de los funcionarios o de los equipos de trabajo que los acompañan?
-Hay un libro de un ministro inglés, que se llama “Sí, señor Ministro” (Nder: “Yes, Minister”, es también una comedia que se emitió en la BBC entre 1980 y 1984) El Ministro relata que el primer día que llegó, dio un montón de instrucciones. A los seis meses, preguntó a sus funcionarios por qué no se había hecho nada. ¿Qué le respondieron? “Sí, señor, no se hizo lo que pidió. Porque usted es el ministro y nosotros, el Ministerio”. Es decir, en un país como el nuestro, copado por ideología de funcionarios, tenés que estar atrás, y no tenés que confiarte que va todo bien.
-Dé un ejemplo para ilustrar lo que quiere graficar...
-Cuando asumí como Ministra de Trabajo (Nder: en la presidencia de la Alianza) vinieron los sindicalistas y me dijeron: “Vos, andate a la Casa de Gobierno, que el ministerio lo manejamos nosotros”. ¿Ah sí?, les dije. “Sí, Piba, hacé eso”, insistieron. Entonces me planté. “Ahora ni me muevo”, respondí. Y ahí aprendí el famoso 24 x 7 x 365 que luego me tocó usar durante mi gestión en las fuerzas de Seguridad.
-En un país futbolero como éste, los niños sueñan con ser futbolistas y jugar un mundial. Los que eligen el básquet, en llegar a la NBA. En este juego de la política, siguiendo el mismo razonamiento, ¿el máximo aspiracional de todo político es ser presidente?
-La mayoría de los chicos del mundo, en algún momento, dijeron yo quiero ser presidente, es cierto.
-¿Y usted?
-Sí, de chica una vez me paré en un tren y lo dije.
¿Qué cosa dijo?
-”Señores pasajeros, Yo soy Patricia Bullrich Luro Pueyrredón de San Martín y Belgrano”. Dije, cualquier cosa. Inventé un nombre... Y empecé a decirle a la gente: “Voy a ser Presidenta de la Nación”. Y a los dos minutos, cuando dije mi nombre, todo el vagón fue a buscar a mi abuela, que me retó: “Nunca más en la vida hable en un tren, porque no puedo viajar tranquila, ni leer, ni tejer”. No me olvido más esas palabras, porque ella me trataba de usted.
Esa anécdota tiene casi seis décadas guardada y es una revelación que Bullrich entrega en diálogo con Infobae. El día que dijo que iba a ser presidenta de los argentinos. Lombardi, a su lado, escucha atentamente. La presidenta del Pro amplia los recuerdos con su abuela Totó Pueyrredón de Luro, camino a un campo que era propiedad de Honorio Pueyrredón: “Todo ocurrió a la altura de una estación que se llama El Tejar (Partido de 9 de Julio). Lo que son las cosas. Lo que es la Argentina, ¿no? Existe el pueblito pero no llega el tren”, se lamenta.
Entonces el deseo de la niña Patricia de ser Presidenta siempre estuvo...
-Las cosas que uno dice de chico no tienen que ver. Lo que importa hoy es la construcción de una fuerza con voluntad de cambio. Yo soy un vagón de ese tren. No quiero hablar de mi, individualmente. No quiero hablar de si quiero o no quiero ser presidenta. Quiero que ese tren funcione”.
¿Sin importar quién sea el maquinista?
-Sin hablar ahora de eso. No es momento. Porque se nos va a descarrilar el tren si nos pasamos un año hablando de lo que a uno le gustaría, en lugar de hablar de los problemas de la gente.
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