Un movimiento diplomático silencioso entre Buenos Aires y Washington permitió que Jake Sullivan -principal asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca- planteara ante Joseph Biden las dificultades técnicas y políticas que enfrentaba Alberto Fernández en su negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para refinanciar la deuda de 44.000 millones de dólares que contrajo Mauricio Macri en épocas de Donald Trump.
Biden autorizó a Sullivan a que encontrara junto a Janet Yellen -secretaria del Tesoro- una solución posible al caso argentino. En DC ya saben que el Presidente no descarta suspender el pago de 731 millones de dólares que vence este viernes, si no hay -al menos- una promesa firme de acuerdo antes que inicie el fin de semana.
Yellen maneja el poder de Estados Unidos en el Fondo y Sullivan trabaja a destajo para aplacar conflictos geopolíticos que afecten a la Casa Blanca. El principal asesor de Seguridad de Biden recomendó abandonar Kabul, negocia detrás de los decorados con el Kremlin y también se ocupa de la crisis de la deuda que tiene el país.
-Con la negociación ya en otra etapa, ¿el Gobierno pagará el vencimiento del 28 de enero?-, preguntó Infobae a un miembro del Gabinete que tiene responsabilidad política en la negociación con el FMI.
-Hablamos con la política en Washington y ésta ayudo a reanudar la negociación y darle impulso.
-Entiendo. ¿Pagan el 28 de enero?
-Es parte de la negociación.
La ventana de oportunidad que abrió Biden a través de Sullivan no implica un programa soft para los próximos 10 años. Existe la decisión de colaborar con Argentina, pero el board del FMI pretende reformas estructurales, un cambio en la política monetaria y una reducción ostensible en el déficit fiscal.
La Casa Blanca no emitió un cheque en blanco. Colocó en un escenario político, una negociación compleja que sólo se operaba desde una perspectiva económica y financiera.
Alberto Fernández, Martín Guzmán, Gustavo Beliz, Santiago Cafiero, Jorge Argüello, Sergio Chodos y Juan Manzur ayer mantuvieron infinitas reuniones, charlas a distancia y chats por celular para aprovechar la inercia que había causado la decisión política de Biden.
El staff y Kristalina Georgieva dialogaron con el ministro de Economía, mientras que el Presidente, Beliz, Cafiero y Argüello usaron sus agendas para avanzar en una negociación que aún no salió del pantano.
En la madrugada de hoy, cuando Guzmán todavía negociaba con sus interlocutores en Washington, las diferencias todavía se centraban en la velocidad de ajuste del déficit fiscal. Es cierto que la distancia se acortó, pero el jefe de Estado -desde su perspectiva- aún cree que los números presentados por Georgieva significan un programa de ajuste para los próximos tres años.
La nueva instancia de negociación se sostiene en un hecho político que la Casa Blanca tomó como cierto: que Cristina Fernández de Kirchner avala el paquete económico y financiero que propone Guzmán en sus conversaciones con el staff y el board del FMI.
Hasta ahora, la vicepresidente era un obstáculo político porque los asesores de Biden desconfiaban de sus últimas intenciones. Pero todos los protagonistas del Gobierno que participan de las negociaciones han jurado sobre sus ancestros que CFK acompaña y respalda el sprint final para lograr un acuerdo con el FMI.
Hay una prueba de vida para asegurar que Cristina acompaña: Guzmán habla con ella cada vez que hay un cambio importante en el programa que presentó y desde Honduras preguntó a Buenos Aires cómo seguía la negociación que ingresó en su etapa más complicada.
Ayer a la tarde hubo una mezcla de optimismo y tensión en Balcarce 50. Se esperaba un acontecimiento desde Estados Unidos que hubiera implicado un principio de acuerdo. Ese acontecimiento se aguarda para hoy, aunque la cautela es el reflejo acondicionado que mueve al Presidente. Todavía hay final abierto.