“Mi empresa estuvo bloqueada desde el 28 de diciembre hasta anteayer. Por eso decidí cerrarla, directamente. No me da más la vida. Estoy con palpitaciones, tomando ansiolíticos. Con mi hermana somos dos socios que arrancamos cuando teníamos 20 años cada uno. Y acá estoy, treinta años después, fundido”. El que habla con Infobae con tono apesadumbrado es Walter Cividino, de 50 años, dueño de Química Rame, una pyme dedicada a la comercialización y a la fabricación de productos químicos que está ubicada en Villa Luzuriaga, partido de La Matanza, que acaba de bajar las persianas por un bloqueo sindical que le impide trabajar.
¿El motivo del conflicto? La pretensión del Sindicato de Químicos de Avellaneda de disputarle al Sindicato de Químicos del Conurbano Sudoeste la afiliación de 10 de los 29 empleados de la empresa. Cividino, rehén de este enfrentamiento intersindical, pidió al Ministerio de Trabajo que determine la validez o no del reclamo, pero, todavía a la espera de una respuesta, una decena de trabajadores comenzó un bloqueo en la puerta de la pyme, en Camino de Cintura al 1000, apoyados por uno de los gremios.
La protesta incluyó activistas en actitud intimidatoria, bombos, redoblantes, neumáticos quemados, pintadas y pancartas, además de insultos y agresiones a los dueños de Química Rame, no sólo a los hermanos Cividino sino también a su mamá, de 75 años (“una tana de ley, laburadora”, como la define Walter), que estaba ayudando a sus hijos y a la que le pidieron que no fuera más para protegerla.
Desesperado por la situación, Walter Cividino tomó contacto con la titular del Movimiento Empresarial Anti Bloqueo (MEAB), Verónica Razzini, dueña de una empresa en Rosario que en 2020 estuvo bloqueada durante 90 días por el Sindicato de Camioneros de Santa Fe y que logró que la Justicia detuviera e imputara a los activistas que impidieron el acceso a sus sedes y amenazaron a sus directivos.
Así se involucró en el conflicto la abogada Florencia Arietto, una especialista en combatir los bloqueos sindicales, quien en diciembre pasado logró el procesamiento de cinco representantes del Sindicato de Camioneros, entre quienes figuran dos dirigentes de confianza de Hugo y Pablo Moyano, por el bloqueo realizado en 2020 al depósito de Villa Soldati de la empresa Andar Transportadora.
Los dueños de Química Rame presentaron una denuncia penal en la Unidad Fiscal de Instrucción (UFI) N° 3 de La Matanza por los bloqueos sistemáticos. Todavía no hubo ninguna resolución. Pero los Cividino alertaron que no estaban garantizadas las condiciones de seguridad para los trabajadores y cerraron la empresa. Incluso le pidieron al intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, del Frente de Todos, que garantice la seguridad de las instalaciones de Química Rame hasta que puedan vaciarlo y ponerlo a la venta, ya que hay versiones de que podrían “vandalizar y quemar” el predio. Tampoco obtuvieron ninguna respuesta.
Mientras, unos 15 empleados de Química Rame presentaron una nota en el Ministerio de Trabajo para pedirle una audiencia al ministro Claudio Moroni: tras advertir que quieren “preservar las fuentes de trabajo”, afirman que el bloqueo “quebranta y viola” sus derechos laborales. “Lejos de defender nuestros derechos como trabajadores -agrega-, nos impide prestar nuestras tareas, preservando los propios intereses (del sindicato) y vulnerando directamente los nuestros”. El titular de Trabajo los recibiría la semana próxima.
“Estoy en el medio de un conflicto intersindical -relata Ciavadino a Infobae-. Siempre tuvimos relación con el Sindicato de Químicos de Monte Grande, pero durante la pandemia cuatro empleados, que se quedaron en sus casas por pertenecer a grupos de riesgo, se reintegraron y trajeron a este nuevo sindicato a la empresa, impusieron tres delegados y empezaron a bloquear el acceso a la empresa, mientras los sindicalistas exigían que les firmara los nuevos convenios colectivos y que aceptara al nuevo gremio”.
El dueño de Química Rame cuenta que “de un día para el otro aparecieron tres delegados, con 10 personas, y empezó toda esta locura”, pero puntualiza que sus empleados estaban afiliados al gremio de Monte Grande y que incluso tiene empleados afiliados al Sindicato de Comercio porque trabajan en el local de venta al público. “Me presenté en el Ministerio de Trabajo para que decidan a quién le corresponde la afiliación -señala-. Igual, pagamos lo que corresponde, tenemos los sueldos y las cargas sociales al día. Pagué las vacaciones, los aguinaldos y hasta los bonos de fin de año. No le debo un mango a nadie, pero mi empresa se convirtió en un caos”.
¿Mantendrá la empresa cerrada hasta que se solucione el conflicto o para siempre? Ciavadino responde: “No sé quién me tiene que salvar la vida. No sé si es el Gobierno, el juez, el fiscal o el Ministerio de Trabajo. Lo que hice fue para resguardar a la mayoría de los empleados, que quieren seguir trabajando, y a mi familia. Con mi hermana no podemos ir a nuestra empresa porque nos gritan, nos escupen, nos ‘dicen firmá el acuerdo y te dejamos trabajar’, pero no se puede hacer nada bajo presión. Somos dos hijos de italianos que estamos acostumbrados a trabajar. Desde hace treinta años yo laburo todos los días, de 8 a 17, me quedo en la oficina o voy a mi casa y sigo laburando hasta las tres de la mañana. Acá las autoridades tienen que intervenir y tomar una decisión”.
Pese a todo, Cividino rescata algo: “Lo más lindo es que me han llamado todos los colegas, toda la competencia, brindándome apoyo, ofreciéndome sin costo alguno sus depósitos, sus camiones, sus mercaderías. Se me pone la piel de gallina de contártelo”.
Para el empresario es difícil hacer una estimación del perjuicio económico por la protesta y el cierre de Química Rame. “Es incalculable -asegura-. Venimos de una pandemia en la cual tuvimos que vender dos de los tres camiones que teníamos para pagar los sueldos y las cargas sociales, y después empezamos a tomar todo tipo de créditos del Banco Provincia y del Banco Nación, que tenemos que pagar. La mercadería se la debo al banco. Termino de pagar las cuentas de este mes y esto explota. ¡Es que dejé de facturar, macho! Vendo cloro y productos para las piletas y me hicieron el bloqueo en el pico de la temporada. Laburamos fuerte dos o tres meses y el resto del año se muere. Ahora voy a pagar lo que corresponda hasta que dure lo que tengo en la caja. Se acabó”.
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