Alberto Fernández mantiene su estrategia de negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), pese al rechazo explícito de la Casa Blanca que exige un ajuste del programa fiscal que presentó Martín Guzmán hace ya tres meses.
La insistencia presidencial fue replicada por la Secretaría del Tesoro, el Departamento de Estado y el Consejo de Seguridad Nacional, que ratificaron la posición de Joseph Biden: Estados Unidos no vota a favor de la Argentina en el board del Fondo sin “un plan creíble y sostenible en el tiempo”.
Biden monitorea el caso argentino a través de Janet Yallen, secretaria del Tesoro de los Estados Unidos. Yellen aseguró a Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional de Biden, que el programa de Guzmán tiene inconsistencias respecto al gasto público y a la secuencia temporal que se aplicaría para pagar la deuda de 44.000 millones de dólares que Mauricio Macri contrajo con un crédito Stand-By en 2018.
El ministro de Economía considera que habrá crecimiento y ello implicaría pagar sin un profundo ajuste fiscal. Yellen no comparte esa hipótesis de trabajo y sugirió exigir un fuerte ajuste del déficit para aprobar la propuesta de Argentina ante el directorio del FMI.
Obvio: Biden le creyó a su secretaria del Tesoro.
La advertencia del aparato político-institucional de la Casa Blanca tiene un componente clave que fue explicado a Santiago Cafiero, Gustavo Beliz y Guzmán. Estados Unidos descartó la posibilidad de conceder un waiver (perdón), si no se cumplen las propuestas que habrían permitido llegar a un acuerdo entre Balcarce 50 y el FMI.
Es una tradición nacional que se negocie un acuerdo con el board y meses más tarde se solicite un waiver por incumplimiento de las promesas realizadas ante el Fondo. Alberto Fernández ya sabe que no habrá perdón formal del FMI, y por eso el gabinete de Biden exige que la negociación gire sobre una propuesta posible de cumplir en el tiempo.
“Un plan creíble y sostenible”, se recomendó a la Casa Rosada desde Washington.
Alberto Fernández se mantiene impasible frente a los mensajes que llegan desde Washington. “Tranquilo. Está todo encaminado”, replicó el jefe de Estado cuando le preguntaron si estaba preocupado por las negociaciones con el FMI.
Cristina Fernández de Kirchner, Máximo Kirchner y Sergio Massa aún comparten la estrategia de Alberto Fernández. Pero tienen dudas en ascenso respecto a la capacidad de negociación de Guzmán.
En Olivos, la defensa del ministro es cerrada y ostensible: “Martín es el mejor para negociar y totalmente leal”, cruza el Presidente cuando la interna palaciega pone en jaque a Guzmán.
Las advertencias de la Casa Blanca respecto al programa ante el FMI también incluyen un contenido geopolítico. Biden señaló a China como su adversario global y explica a sus aliados regionales que es indispensable trabar su avance económico y financiero.
Alberto Fernández tiene intenciones de encontrarse con Xi Jinping en Beijing. Ocurriría a principios de febrero, si la pandemia lo permite. En Washington consideran inexplicable la decisión presidencial de viajar a China cuando apremia la negociación con el Fondo Monetario Internacional.
El Presidente no se considera un aliado regional de Biden -asigna esa categoría diplomática a Colombia y a México-, y evalúa que es estratégico para la Argentina profundizar las relaciones bilaterales con el régimen comunista chino. En la Casa Blanca no comparten la perspectiva geopolítica de Alberto Fernández: “Si no es aliado -explican en el Ala Oeste-, para qué nos pide que votemos a su favor en el board del Fondo”.
Hacia fin de mes, Cafiero vuela a DC para intentar una respuesta a todas las preguntas de la administración demócrata. El canciller tendrá encuentros con Antony Blinken, secretario de Estado, y Jake Sullivan, principal asesor de seguridad de Biden. Será un viaje complicado.
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