Alberto Fernández enfrenta cada día la complicada tarea de conducir a una Argentina que intenta salir de la crisis económica con la deuda externa como uno de los grandes condicionantes. Y donde los problemas estructurales -pobreza, inflación, inseguridad, desigualdad social- se ven potenciados por una pandemia de COVID que no da respiro. En ese marco, el presidente argentino asume nuevos desafíos, ahora al comando de la CELAC, el foro regional en el que conviven 32 países opuestos, en su gran mayoría, a las políticas que despliega Estados Unidos en la región.
Aunque tanto el jefe de Estado como su canciller Santiago Cafiero marcaron en sus respectivos discursos que este foro “no nació para oponerse a alguien” ni tampoco “para inmiscuirse en la vida política y económica de ningún país”, las diferencias sobre el papel que debe cumplir la OEA en America Latina son inocultables dentro de la CELAC.
El mensaje de Colombia, en ese sentido, volvió a dividir aguas. María Carmelina Londoño leyó el escrito que le encomendó su superior, la vicepresidente y ministra de Relaciones Exteriores de ese país, Marta Lucía Ramírez y calificó como “equivocación descomunal y una gran irresponsabilidad” la idea que apoyan varias naciones con gobiernos de izquierda en la región de abandonar el organismo que preside el uruguayo Luis Almagro.
Colombia también impulsa una suspensión como miembros de la CELAC para Cuba, Nicaragua y Venezuela porque sostiene que esos tres integrantes no respetaron el compromiso que se firmó en 2011 como Declaración de Defensa de la Democracia. “En donde haya ruptura del orden democrático, violación de los derechos humanos, desconocimiento de los derechos y libertades fundamentales, sometimiento a torturas, negación a la libertad de opinión o detenciones arbitrarias, debe haber sanciones”, sostuvo Londoño.
Ni Cuba, ni Nicaragua, ni Venezuela admitieron irregularidades de sus situaciones políticas internas. Este es uno de los aspectos sobre los que Alberto Fernández deberá encontrar un equilibrio. Tendrá que ejercer como un “fixer diplomático” para encontrar caminos hacia el consenso. Se ha mostrado siempre como un defensor a ultranza de la no injerencia en la política doméstica ajena.
“Siempre promovió el consenso y la pluralidad en un marco de convivencia democrática sin ningún tipo de exclusiones”, señaló Fernández en uno de los tramos de su exposición tras ser consagrado como titular del organismo multilateral.
Una de las primeras pruebas de fuego que puede ayudarlo a fortalecer su mandato se dará en marzo, cuando se desarrolle la Cumbre de las Américas, a la que convoca la OEA todos los años, en Miami. Allí no participan los naciones de América cuestionadas por prácticas consideradas poco democráticas, con denuncias sobre violaciones a los derechos humanos o donde existe persecución política. Cuba, Nicaragua y Venezuela quedaron excluidas desde hace tiempo y Bolivia podría correr la misma suerte.
Ya existe un antecedente: Joseph Biden excluyó al país que es gobernado por el líder del Movimiento al Socialismo, Luis Arce, de la Cumbre por la democracia, hace menos de un mes, el 11 de diciembre. Argentina mostró su disconformismo por la determinación del mandatario estadounidense, que también dejó fuera de la lista de invitados, entre otros, a China.
“Bolivia ha padecido un golpe avalado por gran parte de la comunidad internacional y por la Organización de los Estados Americanos (OEA), y pudo recuperarse y recuperar la democracia y hoy en día tiene vigencia plena la institucionalidad allí”, señaló en aquella oportunidad Fernández, quien ahora deberá hacer nuevos esfuerzos para conciliar intereses tan opuestos. Si consigue la admisión de Bolivia ya lo tomará como uno de sus primeros logros.
El mandatario argentino además ya consiguió que en el documento final de la XXII Cumbre de Cancilleres realizada este viernes en Buenos Aires -cuya difusión se demoró por unas revisiones de último momento que pidió México- se incluyera el respaldo continental a los reclamos por la soberanía sobre las Islas Malvinas y también en las negociaciones encaradas ante el FMI por la deuda externa. “Uno se siente más fuerte sabiendo que los hermanos latinoamericanos y caribeños lo están acompañando”, sentenció.
En esta puja con el FMI aparece otro foco conflictivo. Porque Biden observa preocupado que varios de los miembros de la CELAC, los de orientación más cercana al populismo, ven a la República Popular China como aliada comercial y también geopolítica. El gobierno de Xi Jimping tejió alianzas en el continente que despiertan recelos en Estados Unidos. Hay un enfrentamiento abierto allí y el final de esa puja es por demás incierto.
Cafiero expuso que durante la presidencia pro témpore argentina se trabajará sobre la base de 15 ejes. Ellos son la recuperación económica post COVID; estrategia sanitaria regional; cooperación espacial; ciencia, tecnología e innovación para la inclusión social; gestión integral de desastres; educación; fortalecimiento institucional y agenda CELAC contra la corrupción; seguridad alimentaria; diálogo con socios extrarregionales; integración de infraestructura latinoamericana y caribeña; cooperación ambiental; desarrollo y perfeccionamiento de la operatividad de la CELAC; mejora de la situación y condición de las mujeres en los países miembros; transformación digital y cooperación; y cultura.
“Trabajaremos en el fortalecimiento institucional de la CELAC con espacios de diálogo y concertación, siempre con la agenda abierta, siempre convocando a todos y escuchando todas las voces”, expresó el canciller con optimismo. Aunque sabe que le espera una misión difícil dentro de un foro con multiplicidad de visiones e intereses contrapuestos.
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