La polémica reunión informativa sobre las negociaciones con el FMI en la Casa Rosada que encabezaron el presidente Alberto Fernández y el ministro de Economía, Martín Guzmán esta tarde se celebró entre apoyos y silencios. Los pocos gobernadores del oficialismo que asistieron al cónclave cerraron filas, en sendos discursos, a favor de la estrategia del Gobierno para refinanciar la deuda. Mientras que los delegados que enviaron los jefes provinciales de la UCR se mantuvieron callados. Se limitaron a escuchar, sin hacer acotaciones ni preguntas, en señal de desconfianza.
El encuentro empezó a las 17.35 en el Museo del Bicentenario, en el subsuelo de la Casa de Gobierno. Alberto Fernández fue el encargado de dar apertura, con breves palabras. El Primer Mandatario lanzó algunas críticas leves de la toma de deuda durante la administración de Mauricio Macri, y enfatizó en las expresiones a favor de “solucionar de manera sostenible el problema de la deuda”. También aclaró que cualquier posibilidad de un “ajuste” está “desterrada”. Luego fue el turno del ministro Guzmán, que durante una hora brindó una explicación técnica sobre el origen de la deuda y las complicaciones para pagarla en los tiempos previstos en el programa de 2018.
Los escuchaban atentos, sentados en dos largas mesas, 15 gobernadores del oficialismo y 10 vicegobernadores o ministros de Economía, enviados tanto por gobiernos aliados del Frente de Todos como por opositores. Para la reunión estaba previsto que cada uno de los jefes provinciales y funcionarios del interior pudieran hacer intervenciones y consultas. Le tocó hablar primero al jefe provincial de Santa Fe, Omar Perotti, que sin hacer consultas o manifestar dudas, brindó su apoyo explícito al Gobierno.
A continuación, el chaqueño Jorge Capitanich, cercano a la vicepresidenta Cristina Kirchner y de buena relación con Alberto Fernández, eligió mostrarse muy duro con la oposición. Embistió contra Juntos por el Cambio por la toma de deuda y por la reticencia de sus gobernadores a asistir, e hizo varias preguntas incisivas a Guzmán sobre una lista de puntos vinculados a cuestiones técnicas. Más allá de las dudas puntuales, manifestó su apoyo.
Del mismo modo se expresó, a continuación, el gobernador Axel Kicillof, uno de los principales referentes del Frente de Todos. De hecho, se mostró aún más duro con JxC: los calificó como “irresponsables” y cuestionó con fuerza la ausencia de Gerardo Morales (Jujuy), Gustavo Valdes (Corrientes), Rodolfo Suárez (Mendoza) y Horacio Rodríguez Larreta (CABA).
Y es que la reunión se celebró sin los gobernadores opositores, que al principio se habían negado a asistir e inclusive a enviar delegados. Finalmente, ante la insistencia del Presidente, a última hora, los radicales decidieron mandar a sus funcionarios de mayor confianza. El jujeño Gerardo Morales, quien actuó como interlocutor con la Casa Rosada, envió a su vicegobernador, Carlos Hauquin; el mendocino Rodolfo Suárez a su ministro de Economía, Enrique Vaquier; el correntino Gustavo Valdes encargó a su vicegobernador. El único gobierno que no tuvo presencia en el cónclave fue de la Ciudad, bajo el mando de Rodríguez Larreta, de relación conflictiva con Alberto Fernández.
De todas formas, aunque se presentaron, los representantes de las provincias opositoras se limitaron apenas a escuchar las palabras de Guzmán, de Alberto Fernández y de los titulares de las provincias oficialistas. Oyeron en silencio las críticas contra la coalición de la que forman parte, sin responder a las embestidas que hicieron los gobernadores, con particular vehemencia, incluso contra sus propios jefes políticos.
“Hay algunos de los responsables de la deuda que hoy están ausentes. Parece que el que tira la piedra esconde la mano. Decidieron no acompañar el Presupuesto y quizá planteen no acompañar este acuerdo (con el FMI)”, lanzó Kicillof, sentado muy cerca de Guzmán y Alberto Fernández. Luego acusó al gobierno de Mauricio Macri de incentivar una “timba financiera”.
Además del apoyo de los gobernadores afines, el Gobierno se llevó hoy el respaldo de dos jefes provinciales que, sin formar parte de Juntos por el Cambio, tienen posturas alejadas de la Casa Rosada. Arabela Carreras, de Río Negro; y Omar Gutiérrez, de Neuquén, se expresaron a favor de las negociaciones que lleva a cabo Economía con el FMI. Aunque la gobernadora rionegrina, que cuestionó la “grieta” y dijo no querer formar parte de la dinámica de polarización, aclaró que sus palabras y su presencia “no constituyen un cheque en blanco”.
En tanto, los funcionarios que asistieron por provincias oficialistas en representación de sus gobernadores, como San Juan, Salta, también optaron por no intervenir. Tampoco habló Alicia Kirchner, de relación tirante con el Gobierno, que no iba a estar presente pero finalmente participó, aunque vía teleconferencia. El único discurso verdaderamente crítico estuvo a cargo del gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saa, quien cuestionó el hecho mismo de acordar con el FMI por una deuda que consideró “ilegítima”. Después, cuando respondió cada una de las inquietudes de los jefes provinciales, Guzmán, con calma, le contestó que había escuchado su posición y le recordó, sugerente, que “todos las acciones tienen consecuencias”.
El encuentro había sido anunciado días antes de Año Nuevo por Guzmán, durante la reunión realizada también en la Casa Rosada con los gobernadores por la firma del Consenso Fiscal. Desde entonces, la convocatoria a los jefes provinciales se repartió entre las áreas de Gobierno con sede en la Casa Rosada. Presidencia se dedicó a la tarea más complicada: invitar a los funcionarios de los distritos opositores, que al final, luego de la insistencia de Alberto Fernández, enviaron a sus vices o sus ministros de Economía.
Mientras tanto, Interior convidó a los representantes de las provincias oficialistas. Llamativamente, muchos gobernadores afines al Gobierno también decidieron enviar a sus vices o a sus ministros de Economía. En Balcarce 50 atribuyeron el envío de delegados entre las filas propias al período vacacional y desestimaron cualquier lectura política.
Al final, el Presidente cerró con un mensaje de unidad, si bien no evitó deslizar críticas al gobierno anterior por la herencia de la deuda: “Hubiera querido recibir un país sin esta deuda. Esto no se tuvo en cuenta en el momento en que se tomó y a nosotros nos votaron para solucionar el problema. Queremos que la Argentina no vea dificultado su crecimiento por favorecer a acreedores externos. Con este objetivo seguiremos trabajando. Si nos ven unidos, vamos a llevar tranquilidad a cada argentino”, dijo.
Y agradeció a los gobiernos opositores que participaron: “Esto no era un acto partidario, era un acto con el sentido real de que esto sea una política de Estado que asumamos entre todos, unidos con la vocación real de que los acuerdos que logremos sean lo menos pesados para el pueblo argentino. Ese es el sentido de esta reunión”. Fue una respuesta cuasi directa al jefe de gobierno porteño, que había desestimado el encuentro por considerarlo más partidario que institucional.
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