El Gobierno reiterará al Reino Unido un reclamo contrario al uso de armas nucleares durante la Guerra de Malvinas que ya había hecho en 2003 y, además, tiene previsto plantear esta situación ante organismos internacionales. Este movimiento político ocurre después de que se conociera la información publicada en un portal británico sobre documentos desclasificados del Ministerio de Defensa de ese país, donde se menciona que la Flota Real que intervino en el Atlántico Sur en 1982 incluyó la portación de 31 armas nucleares en dos portaaviones y en un buque auxiliar.
A través de la Cancillería, encabezada por Santiago Cafiero, se informó que en 2003 la cartera de Defensa británica ya había publicado un informe en el que aparecía una mención al uso de navíos equipados con armamento nuclear, y notificó que en esa ocasión la Argentina pidió precisiones “sobre los distintos aspectos involucrados en los hechos revelados”. De manera puntual, en aquel momento se reclamó que “se asegure que en forma fehaciente no hay armas nucleares en ningún lugar del Atlántico Sur, ni en buques hundidos, el lecho del mar o bajo ninguna otra forma ni circunstancia”.
Según el comunicado que emitió el Palacio San Martín, en ese momento el Reino Unido negó que hubiera violado el Tratado de Tlatelolco y que “todas las armas regresaron al Reino Unido en buen estado”. Ese Tratado internacional se firmó en 1967 y prohíbe el desarrollo, la adquisición, el ensayo y el emplazamiento de armas nucleares en la región de la América Latina y el Caribe.
Más allá de esto, una serie de documentos que fueron desclasificados recientemente en Gran Bretaña revelaron que el gobierno británico desplegó armas nucleares durante la Guerra de Malvinas, desarrollada entre el 2 de abril y el 14 de junio de 1982. El sitio Declassified UK dio a conocer material publicado en los Archivos Nacionales, en Kew, al sureste de Londres.
El texto, además, agrega que “pese a la reticencia del Reino Unido a brindar información detallada al respecto, nuestro país expresó en diversas oportunidades su preocupación ante distintos foros internacionales”.
“De confirmarse la existencia de archivos desclasificados que aporten mayores detalles respecto de la gravedad de los hechos difundidos en medios de prensa, por la magnitud y circunstancias que se hubieran revelado, el gobierno argentino reiterará su reclamo al gobierno del Reino Unido y en el marco de su invariable política contraria a las armas nucleares así como respecto de su uso, prevé plantear esta situación ante los organismos internacionales competentes”, se completa en el comunicado de Cancillería.
Marcado como “Atómico de alto secreto”, uno de los documentos sostiene que la presencia de armas nucleares “causó pánico entre los funcionarios en Londres”, cuando se dieron cuenta de los daños que podrían haber provocado.
Un acta del Ministerio de Defensa británico, fechada el 6 de abril de 1982, habla de la “gran preocupación” de que algunas de las “bombas nucleares de profundidad” pudieran “perderse o dañarse y el hecho se hiciera público”. El acta agregaba: “Las repercusiones internacionales de tal incidente podrían ser muy dañinas”.
La existencia de las armas, siempre según la nota firmada por el periodista Richard Norton Taylor, habría provocado una disputa entre el Ministerio de Defensa y el Ministerio de Relaciones Exteriores británico, que pidió “desarmar” las armas. Pero la Marina se negó a hacerlo.
Según Norton, quien durante casi tres décadas trabajó para el diario The Guardian, en la Guerra de Malvinas los británicos desplegaron 31 armas nucleares en dos portaaviones, el HMS Hermes y el Invincible (Invencible), y en el buque auxiliar de la Flota Real, llamado Regent. Desde 2003 Gran Bretaña había admitido el traslado de esa armas nucleares pero nunca se había conocido la cantidad.
“En caso de tensión u hostilidades entre nosotros y la Unión Soviética al mismo tiempo que la Operación Corporativa [el nombre en clave dado a la liberación de las Malvinas], la capacidad militar de nuestros buques de guerra se reduciría drásticamente”, fue el argumento utilizado en ese momento por el Ministerio de Defensa británico.
Las armas fueron transferidas de las fragatas y destructores a los portaaviones más grandes, HMS Hermes y HMS Invincible, donde las armas podrían estar más protegidas. Según el archivo desclasificado, el Hermes tenía 18 armas nucleares a bordo y el Invencible 12, mientras que el buque auxiliar de la Flota Real, Regent, tenía una.
“Me alegré mucho de tener su confirmación de que el HMS Sheffield no llevaba una bala inerte cuando fue alcanzada”, habría afirmado Sir Antony Ackland, un funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores.
La presencia de armas nucleares en el Atlántico Sur viola el Tratado de Tlatelolco firmado en 1967 y también la última resolución de las Naciones Unidas emitida el 30 de julio de 2021 cuando se revitalizó la “Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur” (ZPCAS).
La ZPCAS se estableció en 1986 a través de la Resolución 41/11 de la Asamblea General de las Naciones Unidas y es un foro de vinculación entre Sudamérica y África que nuclea a 24 Estados ribereños del Atlántico Sur. Allí Argentina continuamente reafirma sus derechos de soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes. En este foro habitualmente se condena la presencia militar británica en el Atlántico Sur y se reafirma la importancia de no permitir la presencia de armas nucleares en dicha zona.
Recientemente, ante el saludo a los isleños por Navidad del primer ministro británico, Boris Johnson, en el que señaló que en este 2022 se cumplían 40 años de la “invasión, ocupación y liberación” de las Malvinas, en referencia a la Guerra de 1982, el secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur en la Cancillería argentina, Guillermo Carmona, le respondió con una serie de publicaciones en Twitter, donde reivindicaba la soberanía argentina sobre el archipiélago y cuestionaba la “retórica hostil” que empleó Johnson.
Ayer, y en declaraciones a FM La Patriada, el funcionario aseguró que “la presencia de Reino Unido en Malvinas responde a intereses geopolíticos que comparte con otras potencias occidentales. Por eso rechazamos los dichos de Johnson. Queda develado el belicismo del Reino Unido. Persistimos en el reclamo y en la exigencia de que se cumpla lo pedido la reapertura de negociaciones pedida por la ONU”.
También manifestó que “muchos países apoyan la soberanía argentina, otros apoyan el pedido de negociación. El derecho internacional está de nuestra parte”. En contraposición remarcó que “Reino Unido no tiene apoyos, es una ocupación de facto”.
“Cuando faltan los argumentos aparecen las chicanas. La bravuconería de Boris Johnson muestra la enorme debilidad argumental que tiene el gobierno británico en esta ocupación ilegal”, indicó el funcionario que depende de la Cancillería argentina.
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