Joseph Biden no tiene mucho tiempo para pensar en la negociación que Alberto Fernández y Martín Guzmán emprenden con Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI). Biden delega esa tarea a Yanet Yellen, secretaria del Tesoro de los Estados Unidos. Yellen monitorea las conversaciones y aún no encuentra fundamentos técnicos para apoyar la refinanciación del crédito Stand-By por 44.000 millones de dólares que Mauricio Macri contrajo en épocas de Donald Trump.
Sin el apoyo de la Casa Blanca, Argentina cae en default con el Fondo. Y Biden aún medita sobre la conveniencia de recibir a Alberto Fernández en Washington, cuando sólo faltan 77 días para que venza un pago de capital de casi 3.000 millones de dólares que el Banco Central ya no puede afrontar con sus reservas.
Santiago Cafiero, Gustavo Beliz y Jorge Argüello proponen, negocian e insisten con la necesidad de una reunión entre Alberto Fernández y Biden. Pero la faena política del canciller, el secretario de Asuntos Estratégicos y el embajador en Estados Unidos aún no pudo aplacar la reticencia del Ala Oeste de la Casa Blanca.
No se trata únicamente de las dudas técnicas que tiene Yellen respecto a las negociaciones de Guzmán con Georgieva y el staff del FMI, los consejeros de Seguridad Nacional de Biden todavía cavilan acerca del sesgo ideológico de la agenda geopolítica de la Casa Rosada.
Alberto Fernández se recostó en Cuba, Venezuela y Bolivia para lograr que Nicaragua despeje su camino a la presidencia de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), un foro multilateral de segundo orden que está a la sombra de la Organización de Estados Americanos (OEA).
Washington se siente muy cómodo con la agenda de la OEA, y la intención del presidente argentino es forzar su declinación institucional e imponer a la CELAC como organismo de referencia en América Latina. Una jugada diplomática que se parece a un tiro en el pie.
Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, escuchó desde Washington y Buenos Aires la necesidad de lograr un encuentro entre Alberto Fernández y Biden para fortalecer la negociación con el Fondo. Pero Sullivan aconsejó en el Salón Oval que se dilate la cita en DC hasta entender los próximos movimientos diplomáticos de Balcarce 50.
Además de la pretendida reconversión de la CELAC, el Departamento de Estado y el Consejo de Seguridad ya saben que Alberto Fernández planifica un viaje oficial a China en febrero y quieren conocer el alcance de la agenda geopolítica que abordará con Xi jinping.
Para Antony Blinken -secretario de Estado- y Sullivan -consejero de Seguridad- no es lo mismo que Argentina cierre con Beijing un acuerdo de exportación de cerdos que un tratado estratégico de inversiones bajo el paraguas del proyecto de la Ruta de la Seda. A Washington no le importa que Alberto Fernández vuele al lejano oriente, sólo impondrá límites políticos si ello implica facilitar la influencia de China en América Latina.
Georgieva explicó a Alberto Fernández y Guzmán que es necesario un fuerte respaldo político al eventual acuerdo de refinanciación de la deuda multimillonaria contraída por Macri. El Presidente y su ministro de Economía asumieron que la sanción del Presupuesto 2022 sería el gesto político-institucional que esperaba la directora gerente del FMI.
Pero la sanción presupuestaria estalló por decisión personal de Máximo Kirchner, y Alberto Fernández y Guzmán aparecieron expuestos ante la mirada del board del Fondo y la Casa Blanca, que esperaban un gesto político a la altura de las circunstancias. Aún resuenan en Olivos, las opiniones que el Presidente bramó sobre el líder de La Cámpora.
Alberto Fernández tiene intenciones de allanar el camino de la negociación con el Fondo y ejecutó un movimiento político para satisfacer los consejos de Georgieva: anunció que Guzmán explicará a los 24 gobernadores cómo se encuentra la negociación con el FMI.
La cumbre de los mandatarios provinciales y el ministro de Economía será en tres días, tendrá como escenario a la Casa Rosada y el Presidente hará la apertura formal del evento multipartidario. Ya se confirmó que participará Horacio Rodríguez Larreta, pese a las diferencias que enfrentan al jefe de Gobierno porteño con Alberto Fernández y el Frente de Todos.
“Va a ser una instancia novedosa muy importante. Vamos a dar detalles de lo que es una negociación política compleja, como es cualquier negociación geopolítica en la cual se involucran todos los Estados-nación del mundo”, explicó ayer el ministro de Economía.
El Presidente y Guzmán tienen una ventaja. Los mandatarios provinciales están dispuestos a avalar el acuerdo, aunque eso implique ciertas condiciones de ajuste en la economía nacional. Alberto Fernández prometió millones de pesos en obras públicas, y si las partidas fluyen no habría trabas políticas para apoyar la refinanciación de la deuda en ambas cámaras del Congreso.
Sólo falta saber qué hará Axel Kicillof. El gobernador bonaerense no comparte ciertos aspectos de la negociación que diseña Alberto Fernández y ejecuta Guzmán. Kicillof responde a Cristina Fernández de Kirchner, y la vicepresidente tiene sus propias ideas respecto a Biden y el FMI.
Ella espera su turno para mover.
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