Argentina recibió esta semana el golpe de la tercera ola de COVID-19. Una ola que no se sabe hasta dónde llegará. Cuál será el daño que pueda generar y hasta dónde podrá derrumbar la pared de inmunidad generado por el operativo de vacunación durante un año. Los casos empezaron a subir y, al mismo ritmo, aumentaron los testeos.
“Hubo 20 semanas que los casos decrecieron y la gente se relajó. Era inevitable que así sucediera. Se contuvo todo lo que se puedo el crecimiento de casos y se aprovechó para vacunar”, reflexionaron en el ministerio de Salud de la Nación. Las autoridades sanitarias, con Carla Vizzotti a la cabeza, esperaban un crecimiento de casos para principios de noviembre. No sucedió. Pero llegó casi dos meses después.
La preocupación por la suba de casos es indistinta a los gobiernos. En el gobierno nacional, bonaerense y porteño comparten la inquietud por el aumento exponencial de los contagios que se registró la última semana. Sin embargo, consideran que es necesario que la sociedad no entre en pánico.
Si bien el crecimiento de casos es importante, esos datos no se trasladan a cantidad de internaciones en camas de Terapia Intensiva y en muertes. Es decir, que el impacto del virus es más leve en aquellos que están vacunados y que impide que se generen cuadros graves.
A nivel nacional, la última expresión pública fue la de la ministra Vizzotti, que ayer dijo que si los casos no bajan en los próximos días, el Gobierno evalúa limitar los eventos masivos. Volver a los aforos con el fin de controlar la transmisión. En la Casa Rosada no hay intención de aplicar medidas restrictivas similares a las que los argentinos tuvieron el año pasado. No es opción y aparte un escenario de esa magnitud es inimaginable.
En la cartera sanitaria advierten que la suba de casos exponencial no está relacionada con la variante Ómicron, que fue la última en conocerse y que al día de hoy está concentrada mayoritariamente en Córdoba, sino que corresponde al impacto concreto, y postergado, de la cepa Delta. Variante que golpeó a Europa y Estados Unidos, y que las autoridades sabían que, tarde o temprano, iba a llegar al sur del continente americano.
A nivel nacional la ocupación de camas UTI, contando todas las patologías, tanto en el sector privado como en el público, es del 35%. En el AMBA, donde se concentra la mayor parte de la población del país, alcanza el 38,2%. La situación está lejos de ser crítica, pero genera preocupación. Sobre todo por la tensión que, sostienen las autoridades sanitarias, se generará en el sistema sanitario debido a las consultas por el aumento de casos.
El director de Hospitales de la provincia de Buenos Aires, Juan Riera, explicó, en diálogo con Infobae, cuál es el escenario actual que se está viviendo en el territorio bonaerense. “Hoy no tengo terapias intensivas al 100%. Están ocupadas el 53% de las camas UTI. De ese total, solo el 6,5% está ocupado por pacientes que tienen Covid-19. Esos porcentajes son sobre 4900 camas de terapia que hay en toda la provincia”, indicó.
Con esos números en la atención a pacientes con COVID-19, el foco de atención está puesto en otro problema: la sobredemanda de otros eventos de salud que no fueron resueltos durante el aislamiento que derivó de la pandemia. “Pasó mucho tiempo sin que la gente se acercara a los centros médicos y en estos últimos meses se acercaron de manera masiva”, señaló Riera.
A las consultorios de los hospitales llegaron personas con tratamientos oncológicos interrumpidos o con estudios viejos. Mucha gente dejó de ir a las consultas pautadas y revieron su decisión en las últimas semanas. Si a ese nivel de sobredemanda se le agrega un crecimiento exponencial de casos, el sistema puede tensarse por tener que abarcar mucha demanda.
En la etapa de pandemia del 2020 había pocas actividades habilitadas y, en consecuencia, la atención sanitaria se centró en atender los casos de coronavirus. La situación es diferente en el final de este año donde la vida está normalizada y en la sociedad existe - o existía hasta hace algunos pocos días - la percepción de que no había riesgo de contraer el virus.
¿Por qué crece los casos? En los tres gobiernos lo adjudican a la ausencia total de restricciones y la vida social activa sin los cuidados básicos. El crecimiento está vinculado a una conducta social. “Tarde o temprano iba a suceder. Lo importante es que nos agarra bien plantados con la vacunas”, señaló a este medio un funcionario del ministerio de Salud de la Nación. La cantidad de vacunados en la clave.
En la Ciudad de Buenos Aires es donde se ve más explicitado el impacto de las vacunas. El 91% de las personas que viven en suelo porteño y están por encima de los 3 años, tienen una dosis colocada. El 85% tiene el esquema completo con las dos dosis y el 16% ya recibió la tercer dosis de refuerzo.
En definitiva, solo un 5% de la población porteña no se vacunó. El porcentaje es bajísimo. El principal obstáculo que tiene la gestión porteña es el tiempo. El objetivo central es colocar terceras dosis, pero el tiempo estimado para hacerlo es a cinco meses de la colocación de la segunda dosis. Antes, no.
Hay vacunas y hay gente que se quiere poner la tercera dosis, lo que falta es que pase el tiempo necesario para poder colocársela. Al igual que lo que sucede en la provincia de Buenos Aires, la ocupación de camas de terapia es baja. “Hoy entra a las UTI la quinta parte de lo que entraba en el 2020″, indicaron en el cartera de Salud porteña.
De 600 camas destinadas al COVID-19 en el sistema sanitario porteño, solo está ocupado el 4,8%. En el pico de casos del año pasado se llegó a ocupar el 90% de las camas. La diferencia es abrumadora y la explicación solo se encuentra en las vacunas. “Hoy tenemos mucho margen de maniobra. Pero hay que ir de a poco. Volvimos al paso a paso”, aseguraron desde el equipo de trabajo del ministro Fernán Quirós.
En la Ciudad están colocando un promedio de 26 mil vacunas por día y empezaron a abrir más centros de testeos para sostener la presión de la demanda, que se intensificó por el aumento de casos y por la cercanía de la navidad y el año nuevo.
En el ministerio de Salud porteño advierten que, por el momento, no habrá medidas restrictivas. Quieren evaluar el comportamiento de la curva de contagios. Hay que vacunar, testear y aislar. Se volvió al mismo proceso del año pasado. A partir del 1 de enero se sumará la implementación del pase sanitario.
Durante el verano, al igual que sucedió en la temporada pasada, habrá centros de testeo en toda la costa atlántica y en los principales centros turísticos del país. También centros de vacunación. La conciencia social es clave. Y será determinante durante la etapa de vacaciones. La pandemia sigue generando incertidumbre, aún con vacunas, con un sistema sanitario robustecido y con la experiencia de los médicos al servicio de la población.
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