La relación política entre el gobierno nacional y la oposición está quebrada. El enfrentamiento por la sanción del Presupuesto 2022 dejó heridos y el vínculo agrietado, debido a las negociaciones histéricas contrarreloj para sacar la ley adelante en la Cámara de Diputados. En la oposición advierten que el año legislativo está terminado. En la Casa Rosada el foco está puesto en seguir avanzando lentamente en las negociaciones con el FMI y ajustar los detalles de la prórroga del Presupuesto 2021.
Esos dos son los focos de gestión que tiene por delante Alberto Fernández en los días que le quedan al año, además de intentar que la coalición oficialista no vuelva a entrar en un proceso de ebullición, como vivió durante la crisis post PASO, luego de la división de aguas internas que generó el discurso de Máximo Kirchner, durante la sesión del viernes, que implosionó los puentes de diálogo con la oposición.
El Presidente ya tiene decidido prorrogar el Presupuesto de este año y tiene tiempo hasta el 31 de diciembre para hacerlo. Es una opción que apareció sobre la mesa de Alberto Fernández hace dos semanas, cuando en el corazón del peronismo ya se vislumbraba compleja la negociación, voto a voto, para conseguir aprobar el Presupuesto y dar una señala de previsibilidad al FMI.
En el oficialismo descartan la posibilidad de convocar a la oposición para discutir la modificación de algún artículo previo a la prórroga. Permanece vivo el enojo por no querer acompañar el presupuesto que, según sostuvo el ministro de Economía, Martín Guzmán, durante el fin de semana, “era el mejor que se podía presentar”. Sin embargo, no logró el acompañamiento de la mayoría de los bloques de la oposición, no solo de Juntos por el Cambio, que es el interbloque mayoritario.
Entre el oficialismo y la oposición se cruzan dardos en forma permanente luego del fracaso en la sesión del viernes. El Gobierno trata de irresponsables a todos los sectores opositores, pero no se hace cargo de que fallaron las proyecciones. Las gestiones de los acuerdos no prosperaron y era clave que eso sucediera para poder mostrar, de cara a Washington, un avance en uno de los puntos claves para la negociación como es la sanción del Presupuesto.
Además, también servía para abrir el juego de cara a lo que será la negociación para que aprueben el futuro acuerdo con el FMI a través de la ley Fortalecimiento de la Sostenibilidad de la Deuda Pública que, en los hechos, es la rúbrica del pacto sellado entre el gobierno nacional y el Fondo.
Al día de hoy el Gobierno no tiene presupuesto, tiene los puentes caídos con la oposición y trata de gestionar los enojos internos que despertó el accionar del líder de La Cámpora. La discusión por el Presupuesto derribó la aparente paz que existía en la coalición oficialista luego de las elecciones. La desconfianza volvió a aumentar.
A ese clima enrarecido se sumó la advertencia del presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, a los gobernadores por la caída del presupuesto. Según un informe que publicó este domingo en sus redes sociales, el rechazo del presupuesto implicará “mermas significativas” en los ingresos coparticipables.
El funcionario nacional explicó que esa merma obligará a las provincias a “repensar sus propios presupuestos”. La pérdida de recursos, precisa el estudio, superaría los de $180.000 millones “entre los impuestos de bienes personales y ganancias”.
La advertencia de Massa no cayó bien en algunos gobernadores. El que primero lo hizo notar fue el cordobés Juan Schiaretti, que a través del bloque de legisladores que lo representan en la Cámara baja hizo saber su enojo.
“Llama la atención que Sergio Massa tenga una actitud de advertencia con tono de amenaza para con todos los gobernadores. El presupuesto debió ser enviado hace cuatro meses al Congreso. No se tolera más que todas las provincias tengan que agachar la cabeza ante un modelo porteño centrista, que tanto daño le hace al sistema federal”, exclamaron los cordobeses.
El presidente de la Cámara de Diputados no respondió y quiere evitar entrar en polémicas. El cruce expone el nivel de sensibilidad que hay en el trato actual entre el oficialismo y la oposición. Vínculo que parece difícil de reconstruir en el corto plazo.
Si a ese clima espeso le faltaba algo, fue la reacción de la oposición luego de que Alberto Fernández anunciara que está decidido a buscar su reelección en el 2023. Esa decisión volvió a subir la temperatura en la escena política debido a que los opositores consideraron que el Presidente está “disociado de la realidad” y que le “falta de respeto a la sociedad”.
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