El diálogo del Gobierno con la oposición está quebrado y se avizoran más cruces por la revisión del FMI sobre la deuda

El consenso era débil y el rechazo del Presupuesto obturó cualquier acercamiento. El martes habrá una nueva sesión, que podría quedar atravesada por el informe del Fondo sobre el crédito stand-by que tomó Mauricio Macri en 2018

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Sergio Massa, Alberto Fernández y Cristina Kirchner (Adrián Escandar)
Sergio Massa, Alberto Fernández y Cristina Kirchner (Adrián Escandar)

“Cuando pasen las elecciones, el vínculo con la oposición se va a tener que empezar recomponer. No va a quedar otra”. Con distintas fórmulas, a diestra y siniestra dentro del Frente de Todos juraban que los discursos ríspidos contra Juntos por el Cambio se verían suavizados después de los comicios. Con vistas a un acuerdo con el FMI, que requiere “amplio consenso” en la política nacional para ejecutar el eventual programa de facilidades extendidas, el oficialismo consideraba inevitable un acercamiento político a pesar de las diferencias de fondo. Pero un mes después del final de la campaña, las pocas señales de conciliación que se emitieron quedaron opacadas y no parece haber intenciones de retomarlas.

Los escasos acercamientos entre ambos lados del espectro político se llevaron a cabo en los últimos meses de manera subterránea, casi exclusivamente en el ámbito legislativo, sin participación del Ejecutivo. Desde la Presidencia como en la Jefatura de Gabinete vienen asegurando hace semanas a Infobae que prácticamente no hay diálogo y le tiran la pelota a los representantes del oficialismo en el Congreso. En simultáneo, la oposición también vive esa relación como un tabú. “No hay nada, ninguna llamada”, repiten.

Esta semana, los mínimos vasos comunicantes entre el Gobierno y la oposición quedaron obturados después del freno a la ley de Presupuesto. En el Gobierno los ánimos estaban calientes después del revés en Diputados y el viernes los referentes de mayor peso se alinearon públicamente en una serie de críticas contra Juntos.

Alberto Fernández y Máximo Kirchner
Alberto Fernández y Máximo Kirchner

Al día siguiente reforzaron la tendencia, durante los discursos de Máximo Kirchner y Alberto Fernández en la ceremonia de asunción de las nuevas autoridades del PJ bonaerense, en la Quinta de San Vicente, uno de los lugares donde vivió Juan Domingo Perón, que hoy funciona como un museo.

El encuentro se celebró 24 horas después de que el proyecto del Ejecutivo resultara rechazado en el Congreso, una señal negativa para el Fondo en el transcurso de la recta final de las negociaciones encabezadas por el ministro de Economía, Martín Guzmán, para refinanciar la deuda de 44 mil millones de dólares que contrajo el ex presidente Mauricio Macri en 2018. Aunque el viernes hubo una reunión entre Alberto Fernández, el titular de Hacienda y la titular del organismo, Kristalina Georgieva, los diálogos quedaron embarrados, en un retroceso que se suma a las malas noticias que trajo la comitiva que viajó a Washington hace dos semanas para discutir la letra chica de un eventual pacto.

Alberto Fernández decidió asistir a la jura del titular de La Cámpora a pesar de las críticas que recibió Máximo Kirchner de parte de la oposición por su discurso incendiario sobre el filo de la votación sobre tablas del Presupuesto 2022. Fue un cambio de planes: días atrás había avisado, a través de su portavoz, Gabriela Cerruti, que no iría. Alberto Fernández, una vez más, se posicionó en la postura de “equilibrio”, que hoy se tuerce a favor del ala kirchnerista. Sin posibilidad de un consenso dentro del Frente de Todos, aseguran en el Gobierno, no hay lugar para un acuerdo con la oposición.

La alocución presidencial frente a gobernadores, ministros e intendentes estuvo centrada en un duro cuestionamiento contra Juntos por el Cambio. “Los que me dicen que cierre con el Fondo no me aprueban el Presupuesto y encima me apuran”, dijo Alberto Fernández ayer junto al titular del interbloque oficialista, en una muestra de unidad después de las fricciones que afloraron al interior del Frente de Todos por la derrota en Diputados.

Los ánimos con Juntos se enconan, paradójicamente, cuando falta cada vez menos para un acuerdo con el Fondo, cuyo vocero, Gerry Rice, reiteró esta semana la necesidad de un consenso.

Desde ambos sectores esgrimen excusas contrarias y se culpan mutuamente. “Nosotros siempre estuvimos dispuestos al diálogo”, juran en Juntos, entre anécdotas sobre cartas enviadas a la Casa Rosada que, aseguran, nunca tuvieron respuesta. Creen que la falta de vocación de diálogo de parte del Gobierno se debía a la campaña y, ahora, al fantasma de un acuerdo con el FMI. “No quieren enfrentar solos el costo político de un ajuste. Pero ellos buscaron hacerse cargo del país y tienen que hacerlo. Ya dijimos que vamos a acompañar, pero no pueden pretender que sin ser parte del Ejecutivo nos encarguemos nosotros”, leen en las filas de Juntos por el Cambio.

Desde el Frente de Todos aseguran que la oposición intenta fortalecerse frente a sus votantes, y, en paralelo, dañar la gestión nacional. “Se equivocan. No sólo están jugando en contra todos los argentinos, sino que incluso en la especulación política, si esto estalla ellos van a heredar un país en ruinas”, disparan.

Sergio Massa, Máximo Kirchner y Wado de Pedro durante las febriles conversaciones para aprobar el Presupuesto
Sergio Massa, Máximo Kirchner y Wado de Pedro durante las febriles conversaciones para aprobar el Presupuesto

La próxima instancia de vinculación entre el oficialismo y la oposición tendrá lugar el martes, cuando se reúna nuevamente la Comisión de Presupuesto para tratar el impuesto a los Bienes Personales. Para el mismo día está convocada una sesión especial por el mismo tema, llamada a instancias de JxC. En paralelo, esta semana tendrá lugar otro hecho político de peso a nivel nacional que atravesará la relación entre el Gobierno y la oposición, cuando el FMI dé a conocer el análisis pormenorizado del cuestionado crédito stand-by que firmó con el gobierno de Macri hace tres años bajo términos -y volumen- inéditos.

Se espera una autocrítica de parte del organismo internacional y en el Frente de Todos, aseguran, no dejarán pasar la oportunidad de embestir contra Juntos por el Cambio. En particular, contra el ala del PRO -aunque también le endilgan responsabilidades al radicalismo por no actuar para frenarlo-.

Internas

Más allá de las peleas puertas afuera, también circulaban especulaciones internas sobre la responsabilidad del resultado negativo para el oficialismo. El viernes corrían las suspicacias respecto de las intenciones del kirchnerismo que, lejos de mostrarse conciliador, eligió romper puentes con Juntos por el Cambio, al retomar, una vez más, un tipo de discurso chicanero, especialmente contra la primera plana del PRO que desembarcó en la Cámara baja después del recambio legislativo del 10 de diciembre.

En La Cámpora consideran que la oposición ya tenía decidido vetar el proyecto que fija las metas presupuestarias para el año próximo, y creen que sus diputados utilizaron el discurso de Máximo Kirchner como excusa para un plan que estaba pactado con anterioridad al interior de la coalición.

Desde Juntos por el Cambio sostienen exactamente lo contrario. Juran que fue el oficialismo el responsable de quebrar el acuerdo que se estaba tejiendo en la intimidad de los despachos. “Fueron intransigentes a conciencia. Sabían que no podíamos aprobar un proyecto de esas características y dieron el golpe de gracia con el discurso de Máximo”, dijo un importante legislador.

Desde esa perspectiva, los opositores se atreven a especular con un “golpe interno” a Martín Guzmán, el ministro de Economía de Alberto Fernández, principal adalid de las conversaciones con el Fondo, y funcionario muy cuestionado por el kirchnerismo por el modo y los tiempos en que ejecuta las negociaciones. “Al final esto es un problema para Guzmán. Y el responsable no fue otro que Máximo”, analizaba un referente opositor que se atrevía a pensar en una inminente salida del ministro. En el Gobierno lo descartan por completo: “Más allá de si nos gusta o no, sería un problema grave en esta instancia de la negociación”, abrevió un funcionario del gobierno nacional.

En la Casa Rosada admiten que el revés por el Presupuesto dañó los planes del Presidente de avanzar en un acercamiento a la oposición. Aunque durante la campaña sus discursos fueron muy críticos, la noche de las elecciones llamó a un “gran acuerdo nacional” para cerrar con el Fondo. Y desde entonces asistió a una serie de actos en distintos ámbitos empresarios para evidenciar una postura conciliadora. El viernes, en las horas más calientes del debate en el Congreso, ordenó llevar las negociaciones hasta las últimas consecuencias. Y luego aseguró que el veto final lo tomó por sorpresa.

En esa línea, desde la semana pasada preparaba un acto para el lunes 20, que en principio se planeaba en la Plaza de Mayo, para recordar un nuevo aniversario la crisis de 2001. Finalmente, la Presidencia lo adelantó a hoy y modificó la locación. Será al interior de la Casa Rosada, según se informó oficialmente anoche. La modificación en la fecha y el lugar fue para evitar un conflicto con los partidos y agrupaciones de izquierda, muy críticos de la gestión económica y del acuerdo con el FMI, que realizarán una vigilia desde el domingo y una marcha a la sede de Desarrollo Social el lunes.

No está confirmado el contenido del discurso del Presidente, que se transmitirá hoy a las 11.30. Pero fuentes oficiales adelantaron que planeaba emitir un discurso unificador, donde resaltaría el contraste entre los incidentes y la represión que provocaron la muerte de 38 personas hace 20 años y el contexto actual de mayor paz social. Salvando las distancias, aquel momento histórico también estaba atravesado por el problema de la deuda.

De todas formas, hasta ayer el jefe de Estado se enfocaba, como se vio en el cónclave del PJ, en unificar posiciones a nivel interno. Aunque eso signifique dejar en suspenso, por el momento, las proclamadas intenciones de ejercer cierta conciliación con la oposición.

En simultáneo, el Gobierno se prepara para llamar a sesiones extraordinarias, donde tratará una serie de proyectos clave, entre los cuales será central el eventual acuerdo con el FMI. La decisión ya está tomada, informaron en un importante despacho de la Casa Rosada, pero hay dudas en torno a la fecha de la convocatoria.

El presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa
El presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa

En el oficialismo aseguran que el reinicio de la actividad legislativa será hacia febrero. Las conversaciones con el Fondo están en un momento difícil y se suspenderán cuando el staff del organismo tome su receso invernal. Todo parece indicar que el pacto se discutirá, al igual que el presupuesto, sobre la hora. Es decir, cerca del vencimiento de marzo. Como bonus track de las especulaciones sobre la continuidad de la actividad legislativa, en la oposición dudan de la voluntad de Cristina Kirchner de sesionar. “Históricamente, cuando vio que los números no le daban, planchó el Congreso. ¿Por qué sería distinto ahora?”, deslizaron en el despacho de un diputado de Juntos.

En la oposición hay dudas sobre los avances en las negociaciones con el FMI a los que refieren en Hacienda y en la Casa Rosada. “No sabemos si hay algo viable. Lo mantienen todo cerrado a cuatro llaves”, se quejan en las filas de Juntos. “Lo poco que sabemos lo conocemos por los trascendidos en los medios”, juran. No creen que “tenga sentido” dialogar hasta tanto tengan algún atisbo de lo que se podría llegar a firmar.

Mientras tanto pasan los días y el acuerdo se atrasa. La fecha límite es el 21 de marzo de 2022: ese día el país debe pagar 3.000 millones de dólares, que aún no están en las arcas del Banco Central.

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