Alberto Fernández y Kristalina Georgieva abrirán hoy una nueva instancia de negociación para evitar que Argentina caiga en default a mediados de marzo de 2022. A través de una videoconferencia entre Olivos y Washington, el Presidente y la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) intentan diseñar una hoja de ruta que permita refinanciar -en tiempo y forma- el crédito Stand-By de 44.000 millones de dólares que contrajo Mauricio Macri cuando ocupaba la Casa Rosada.
La cita virtual comenzó a las 15 con la participación de Martín Guzmán. El ministro de Economía y la directora gerente dialogaron el domingo pasado, y jamás pensaron que se llegaría al cónclave presidencial con una estrepitosa derrota en Diputados causada por el rechazo al presupuesto 2022.
El FMI observaba con pasiva desconfianza los términos del presupuesto 2022 que la Cámara baja finalmente rechazó tras un largo debate legislativo. Pero optó por aprobar los números de Guzmán para determinar -entre otros aspectos institucionales- el grado de consenso político entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio.
La prueba parlamentaria confirmó las sospechas de Georgieva, el staff técnico y el board del FMI: Alberto Fernández y Guzmán están solos en una negociación global que avanza lenta y con final incierto. Ni siquiera Máximo Kirchner, el jefe del bloque de diputados oficialistas, tuvo el pudor político de ocultar sus diferencias internas con el Presidente y su ministro de Economía.
En el FMI ya saben que Máximo Kirchner detonó un débil acuerdo legislativo que hubiera permitido remozar el Presupuesto 2022 y evitar una derrota política a pocas horas de la video conferencia que tenía pactado Alberto Fernández y Georgieva. El diputado jura que se equivocó: el jefe de Estado -en la soledad de Olivos- lo definió como un soberbio irremediable.
En este contexto político, Alberto Fernández y Georgieva retomarán un diálogo que quedó frío después del encuentro en Roma. El Presidente llegó tarde a la cita con la directora gerente y el clima de la reunión fue tan desapacible que no hubo foto oficial como estaba previsto.
Además, en las últimas horas quedó confirmado que Georgieva no puede cumplir en el board del FMI lo que se acordó durante el G20 de Roma. Durante este cónclave multilateral se resolvió que el board trataba la posible reducción de los sobrecargos que se aplican a la deuda argentina- 900 millones de dólares anuales-, y nada de eso sucedió por decisión de Estados Unidos, Canadá y Japón.
Pero lo más complicado para Alberto Fernández y Guzmán es que el board del Fondo pretende un programa sustentable que no coincide con las propuestas económicas y financieras que se presentaron en las últimas semanas. El Presidente y su ministro no tienen intenciones de avalar un plan de ajuste, y el board del FMI -con sus exigencias técnicas- exigen la ejecución de una serie de variables que no son aceptadas por la Casa Rosada.
Es cierto que el staff del FMI avaló -en su último comunicado- un puñado de medidas que ya corren en la Argentina. Sin embargo, esas medidas -acuerdo de precios, más inversión en tecnología y la distinción entre capitales especulativos y para invertir-, no alcanza para delinear un acuerdo con el Fondo que permita refinanciar la deuda de 44.000 millones de dólares.
Desde esta perspectiva, Alberto Fernández insistirá en diseñar un programa que postergue los pagos de 2022 -18.000 millones de dólares en total-, facilite el acceso al crédito de organismos multilaterales y la posibilidad de utilizar -sin demoras- los Derechos Especiales de Giro (DEG´s) para aplacar las consecuencias económicas y sociales de la pandemia global.
La derrota del Gobierno en Diputados hace crujir la estrategia de negociación del Presidente y Guzmán. Por ahora no hay presupuesto para 2022, no está escrito el Plan Plurianual que debió llegar al Congreso hace diez días, y el staff agreement con el FMI aún es un borrador que va y viene entre Buenos Aires y DC.