Tras una discusión intensa que enfrentó a la Argentina con Estados Unidos, Canadá, Japón y Alemania, el directorio del Fondo Monetario Internacional (FMI) postergó la revisión de lo sobrecargos que se aplican a los países deudores que recibieron créditos muy por encima de la cuota que aportan como socios del organismo multilateral creado en Bretton Woods.
La decisión del board del FMI implica que Argentina seguirá pagando más de 900 millones de dólares al año por encima del capital y los intereses pactados por Mauricio Macri para para acceder al crédito Stand-By de 44.000 millones de dólares.
El G20 de Roma -en su comunicado final- y Kristalina Georgieva -durante su encuentro en la capital italiana- habían asegurado al Presidente que el board del Fondo trataría la política de sobrecargos en su conclave de mediados de diciembre. Pero ayer sólo hubo una discusión ríspida que terminó en un callejón de salida.
“Me encontré con (Kristalina) Georgieva en la cena (de gala del G20 en Roma) y hablamos también de los sobrecargos, me dijo que eso está previsto ser analizado en el directorio de diciembre”, comentó Alberto Fernández durante un contacto con los periodistas que cubrieron su última gira europea.
La promesa de la directora gerente del FMI no se cumplió. Y ya no hay manera de evitar que continúe el pago de los sobrecargos en 2022. Es decir: si Argentina acuerda un crédito de Facilidades Extendidas en los próximos meses, los 900 millones de dólares de sobrecargos seguirán pesando sobre las reservas del Banco Central.
El board del FMI había rechazado en septiembre aplicar un alivio temporal en el cobro de sobrecargos por la pandemia, un pedido impulsado por Argentina, según adelantó la agencia Bloomberg en octubre. En ese mismo cable de la agencia norteamericana, se anticipó que el board tampoco tenía apetito de revisar formalmente las sobrecargos este año. Esto último se terminó de confirmar ayer en una reunión de balances precautorios del Fondo.
Los sobrecargos se basan en dos criterios distintos. Un criterio toma el monto del préstamo y el otro su duración efectiva. Si el crédito adeudado supera el 187 por ciento de la cuota asignada a cada país, los sobrecargos son de 200 puntos básicos por encima de lo ya acordado por pago de intereses. Y si se trata de sobrecargos por tiempo, el adicional implica 100 puntos básicos cuando el pago pendiente oscila entre 36 y 51 meses.
La Argentina paga 900 millones de dólares al año porque quedó atrapada en los dos criterios. A Macri le explicaron el asunto clave de los sobrecargos antes de firmar, pero el presidente de Cambiemos avaló las condiciones del Fondo sin oponer resistencia.
Durante la tenaz discusión de ayer en el directorio del FMI, Argentina y sus aliados -México, Italia, España- argumentaron que los sobrecargos afectan a los países de ingresos medios con cuotas bajas que necesitan pagar con mas tiempo para salir de la crisis.
En este sentido, si Argentina -por ejemplo- necesita plazo y no accede al mercado de capitales, es una política letal exigir los sobrecargos -900 millones de dólares- que el FMI usa para pagar a su burocracia y su aparato institucional.
Las explicaciones de Argentina y de sus aliados no conmovieron a los representantes de Estados Unidos, Canadá, Japón y Alemania, quienes jugaron en bloque y no están dispuestos a revisar la política del FMI respecto a los sobrecargos.
Esta estrategia de los países centrales, que dominan el board del Fondo, es una señal de alerta para Alberto Fernández y Martín Guzmán. La refinanciación de los 44.000 millones de dólares es un asunto geopolítico, y los protagonistas se mueven distinto acorde a los escenarios multilaterales.
Un comunicado final de G20 en Roma alentando a tratar los sobrecargos en el board del FMI, no implica que los mismos países que aprobaron ese comunicado abrirán la mano cuando se sientan en el directorio del Fondo.
Joseph Biden y Olaf Scholz -sucesor de Ángela Merkel- se reunieron con Alberto Fernández en el G20 y mostraron predisposición respecto a la Argentina. Sin embargo, en el cónclave del board sucedido ayer, Washington y Berlín dieron la espalda al Presidente.
La sistemática ofensiva multilateral de Alberto Fernández y su ministro de Economía fue conjurada por los países más poderosos del FMI. No habrá revisión de los sobrecargos como deseaban el jefe de Estado y Guzmán, que ahora aguardan una respuesta al menos diplomática de Kristalina Georgieva.
En menos de cien días, Argentina tiene que cancelar una cuota de capital de casi 3.000 millones de dólares. Si no hay refinanciación antes, se cae en default con el FMI. Alberto Fernández sostiene que la negociación tendrá un cierre complejo, pero que al final habrá acuerdo sustentable y sin ajuste económico.
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