El primer acto conjunto en la Plaza de Mayo entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner desde que asumieron tuvo como eje las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que el Gobierno lleva adelante hace más de un año y que se encuentran en la línea final. Después de dos años de tenso co-gobierno, esta tarde la Vicepresidenta volvió a condicionar, con señales de “desconfianza”, los términos de refinanciamiento de la deuda, y el Presidente le respondió con la promesa de que no avalará “nada que signifique poner en riesgo el crecimiento de la Argentina”.
Aunque anoche hablaron Alberto Fernández y los ex presidentes de Brasil, Inácio Lula Da Silva; y de Uruguay, José “Pepe” Mujica, invitados especialmente al evento a 38 años de la restauración democrática, el discurso de Cristina Kirchner tuvo la mayor centralidad en el acto por el Día de la Democracia y los Derechos Humanos que se gestó hace semanas y cuya organización, en formato de un festival musical con bandas en vivo, quedó a cargo principalmente de La Cámpora.
Prácticamente sin participación de los sindicatos, los movimientos sociales, los intendentes y los gobernadores, que responden al Presidente, el masivo encuentro fue copado por la organización que conduce Máximo Kirchner. Desde sus filas aseguraron a Infobae que la plaza estaba repleta y que se había logrado convocar a unas 250.000 personas. Para el evento, el Ministerio de Cultura contrató a los artistas Peteco Carabajal, los Súper Ratones, Víctor Heredia, Teresa Parodi, Barby Recanati, Massacre, Ráfaga, Francisco Lombres, la Orquesta Popular de San Bomba y Dolores Solá, entre otros.
En un clima festivo, donde se intentó retomar la estética de los festejos del Bicentenario con todo el despliegue de la liturgia peronista, el tema casi exclusivo de los discursos de ambos mandatarios fue el acuerdo con el FMI. Los mensajes de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, aunque dirigidos al público, parecieron una conversación abierta entre ambas cabezas del gobierno del Frente de Todos frente a una Plaza de Mayo iluminada con reflectores con los colores de la bandera.
En la línea de la carta que emitió hace dos semanas, Cristina Kirchner volvió a responsabilizar a Alberto Fernández por el pacto que persigue con el organismo monetario para reestructurar la deuda de 44 mil millones de dólares que contrajo el gobierno de Mauricio Macri. Y lo condicionó, una vez más, para que el acuerdo se realice en términos que no impliquen un ajuste, una tarea difícil si se tienen en cuenta los requerimientos del FMI sobre la emisión monetaria y el déficit fiscal.
Ayer, mientras la delegación del ministerio de Economía que viajó el sábado pasado a Washington se preparaba para regresar a la Argentina, el organismo dijo a través de un comunicado que “hubo avances” sobre el nuevo plan, pero pidió nuevamente al Gobierno que implemente las medidas necesarias para reducir el déficit fiscal y adecuar las tasas de interés de referencia podrá controlar la alta inflación, que rondará el 50 por ciento este año.
Después de elogiar su propia gestión y la de su fallecido marido, Néstor Kirchner, la Vicepresidenta lanzó que se siente “desconfiada” por el acuerdo; recordó las experiencias con la deuda de los presidentes radicales, Ricardo Alfonsín y Fernando de la Rúa, y les pidió al partido centenario que “se despabile”. Después, sugerentemente, amplió el pedido: “Es hora de despabilarnos todos los argentinos”, deslizó desde un escenario donde la miraban desde un costado el ministro de Economía, Martín Guzmán, principal encargado de las negociaciones con el staff de Fondo.
Entonces se dirigió directamente a Alberto Fernández: “Presidente, sé que tenemos muchas dificultades, pero siempre digo que ante grandes adversidades grandes acciones. Digámosle al Fondo que nos ayude. Usted sabe, Alberto, que se habla de restricción externa, y de que a la Argentina le faltan dólares. Pero no faltan dólares, sino que se los llevaron afuera, a paraísos fiscales, por miles de millones. Comprométase a que cada dólar de los que se la llevaron sin pagar impuestos, vuelva. Que sea un punto de negociación”, dijo.
Poco antes, desde la plaza, en línea con la Vicepresidenta, Máximo Kirchner había expresado cautela con respecto al acuerdo: “El día que esté escrita cuál es la propuesta del FMI para la Argentina, veremos”, dijo.
Después del discurso de Cristina Kirchner, cuando tomó la palabra para cerrar el acto, Alberto Fernández le contestó a su vice: “No somos los que no queremos pagar, somos los que nos hacemos cargo de las deudas que los sinvergüenzas nos dejan a nosotros. Cristina decía que el fondo les soltó la mano (a los gobiernos radicales). Tranquila Cristina, no vamos a firmar nada que signifique poner en peligro el crecimiento de la Argentina”, dijo. Y deslizó: “No tengas miedo, que si el Fondo me suelta la mano, voy a estar de la mano de cada argentino”.
E insistió: “La Argentina del ajuste es historia. No hay más posibilidades de que eso ocurra”. También brindó cierta definición sobre los inciertos tiempos de cierre del acuerdo. Alberto Fernández había prometido, la noche de las elecciones del 14 de noviembre, que enviaría al Congreso un proyecto con los “mejores entendimientos” con el Fondo en los primeros días de diciembre.
Pero por ahora no hubo señales de que se presentará antes de fin de año y en el oficialismo vienen asegurando que apuntan a un debate sobre tablas recién entre fines de enero y febrero. Ayer el Presidente abonó esa hipótesis: “Dicen que ya tendría que estar cerrado, pero me voy a tomar el tiempos que haga falta para garantizar que el acuerdo nos sirva como país, y lo que hace falta es que el crecimiento de este año no se detenga”, dijo.
Después de acordar con Cristina Kirchner sobre las condiciones del acuerdo, Alberto Fernández repasó su gobierno durante los últimos dos años, reivindicó las principales políticas, entre ellas la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, reconoció la pérdida de los salarios con respecto a la inflación e hizo otra promesa: “Venimos creciendo, pero sé que ese crecimiento no llega a todos los argentinos. Prometo que el año que viene haré todo lo que esté a mi alcance para que los salarios crezcan y ese crecimiento no queden en manos de unos pocos”, sostuvo. Y cerró con un mensaje grandilocuente: “Cambiemos el mundo y hagamos una Argentina justa y soberana, como siempre soñamos los peronistas”.
Impulsado por la remontada electoral con respecto a las PASO, Alberto Fernández viene realizando algunos movimientos políticos, para fortalecerse y tomar cierta independencia del kirchnerismo después de dos años de presiones por parte del Instituto Patria.
Hace dos semanas, el Presidente había hablado, pero solo, en la misma plaza, después de las elecciones generales, en un escenario montado casi exactamente en el mismo lugar. En ese momento llamó a internas en el Frente de Todos, en una especie de preanuncio de su intención de presentarse a la reelección en 2023.
Cristina Kirchner, que no suele pisar Balcarce 50, llegó anoche a la Casa Rosada pasadas las 16.30, para participar en el otro acto, sin público, también junto a Lula Da Silva y Mujica. El motivo era la entrega de los premios Azucena Villaflor a referentes de Derechos Humanos como Taty Almeida y Estela De Carlotto, quien festejó particularmente a la vicepresidenta (y después bailaría con ella en el escenario frente a la Plaza de Mayo). Esa ceremonia se realizó en el Museo del Bicentenario, donde llamó la atención la ausencia de Hebe de Bonafini, una de las referentes de ese ámbito más afín al kirchnerismo, que viene criticando con dureza a Alberto Fernández.
A diferencia de las últimas veces que visitó la Casa de Gobierno, Cristina Kirchner no permaneció en el Ministerio del Interior, que funciona en la planta baja del Palacio, y donde manda Eduardo Wado de Pedro, hombre de su confianza en la Casa Rosada -que no estaba porque viajó a Santiago del Estero para participar de la asunción del reelecto gobernador Gerardo Zamora-. En cambio, la Vicepresidenta estuvo dos veces en el despacho de Alberto Fernández.
De todas formas, en ambas ocasiones, el Presidente y su vice estuvieron acompañados por Lula da Silva y Mujica. Al igual que anoche, cuando cenaron en Olivos, aunque con una comitiva más amplia, integrada por Axel Kicillof y Sergio Massa. Después de dos años de gobierno en conjunto con fuertes cruces, buscan recomponer la relación de cara a los próximos dos años de gestión en un contexto de crisis económica donde el primer desafío es patear los pagos de la deuda externa para 2024 y gestionar a pesar de las presiones del FMI.
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