Alberto Fernández nutre por estos días, más que nunca, su relación con el ex presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula Da Silva, quien se encuentra en plena campaña para las elecciones presidenciales del año próximo. Ayer lo colocó en el centro de la convocatoria a la marcha del oficialismo por el Día de la Democracia, programada para el viernes 10 de diciembre, y planea entregarle en la Casa Rosada el premio Azucena Villaflor a los Derechos Humanos. Esa decisión, que influyó en la virtualización de la Cumbre del Mercosur, amenaza con enfriar aún más la tensa relación bilateral con Brasil, que la administración nacional intentaba mejorar.
Para el próximo viernes, el Gobierno impulsa un multitudinario “Festival Ciudadano” en la Plaza de Mayo, en un nuevo aniversario del retorno de la democracia, en 1983, cuando asumió la presidencia Raúl Alfonsín. Después de la derrota electoral de noviembre, el Frente de Todos buscará allí abonar la delicada “unidad” del Frente de Todos. Estarán presentes, además de Alberto Fernández, los otros dos socios principales de la coalición de gobierno, Sergio Massa y Cristina Kirchner.
Con la consigna “10D, Democracia para siempre”, el primer mandatario publicó ayer un tuit de convocatoria con un video enfocado principalmente en la figura de Lula Da Silva, referente regional de histórica buena relación con la vicepresidenta Cristina Kirchner. El referente brasileño asistirá al acto del Gobierno cuando se encuentra prácticamente decidido a candidatearse para volver a gobernar Brasil después de ser exonerado de sus condenas por el caso Lava-Jato en la Justicia local.
La invitación del Gobierno a Lula se gestó hace algunas semanas, durante un llamado telefónico del ex presidente de Brasil a Alberto Fernández, para felicitarlo por el acto post-electoral del 17 de noviembre por el Día de la Militancia, dejaron saber a Infobae fuentes oficiales.
En ese momento, el líder del Partido de los Trabajadores (PT) se encontraba de gira en Europa, en plena etapa de posicionamiento internacional en el marco de su campaña para los comicios presidenciales que se celebran en su país el próximo año. Según las encuestas que se publican en la prensa local, Lula Da Silva es el favorito y podría desplazar al actual mandatario en primera vuelta.
Ayer, el gobierno de Brasil anunció que la Cumbre del Mercosur, que estaba prevista para la semana que viene de manera presencial en Brasil, se realizará finalmente de modo virtual. Así lo anunció gobierno que conduce el presidente Bolsonaro, que aludió a motivos sanitarios para el cambio tras la llegada de la cepa Ómicron al continente.
La modificación en el formato del encuentro, que sigue programado para el 16 y el 17 de septiembre, pero se celebrará por videoconferencia, despertó suspicacias en el ámbito diplomático. Las fronteras de Brasil se encuentran abiertas y los antecedentes no ayudan: durante la mayor parte de la pandemia, el gobierno de Bolsonaro se caracterizó por el rechazo a las medidas sanitarias.
Algunas versiones en la prensa local apuntaban a motivos geopolíticos, relacionados con el tenso vínculo entre el gobierno de Bolsonaro y los de Alberto Fernández y Luis Lacalle Pou, de Uruguay. Según los trascendidos, habría malestar en el Palacio del Planalto debido a la invitación de parte del primer mandatario de Argentina al ex presidente brasileño, Luiz Inácio Lula Da Silva, para participar del masivo acto por el Día de la Democracia que organiza el Frente de Todos en la Plaza de Mayo para el próximo viernes 10 de diciembre.
A pesar del video que publicó ayer Alberto Fernández para convocar a la marcha con Lula como principal figura, en el Gobierno relativizaron la centralidad del ex mandatario en el acto y negaron que el evento sea una señal de apoyo explícito al líder del Partido de los Trabajadores (PT) en las próximas elecciones brasileñas. “Esto excede por mucho a Lula. Es el típico festejo por los Derechos Humanos, pero en un contexto especial porque hace mucho que no se hace por la pandemia”, minimizaron.
También refutaron cualquier relación entre la decisión de Bolsonaro de transformar en virtual la cumbre del Mercosur con motivos políticos. “Fue por cuestiones estrictamente sanitarias”, dijeron en la Casa Rosada tras recibir el documento donde la administración Bolsonaro comunicaba su decisión.
En el Gobierno aseguran que la manifestación de pasado mañana, eminentemente política, no se basa en la figura del ex mandatario sino en la defensa de los Derechos Humanos en general. Y creen que el cónclave multitudinario, que se realizará pocos días antes de la Cumbre del Mercosur, no afectará la relación con el gobierno de Brasil, ni las relaciones económicas. De hecho, aseguran que el vínculo con ese país se encuentra “en su mejor momento”.
“Sabemos que hubo espinas, pero aún ante las peores declaraciones de Bolsonaro hubo buen diálogo y sintonía”, dijeron en la Embajada. “Con Brasil claramente siempre hubo una relación compleja, pero no creemos que se esté privilegiando la relación con Lula por sobre Bolsonaro, son cosas distintas”, agregaron desde el Gobierno.
De todas formas, desde que se invitó a Lula, había las filas del Gobierno cierta inquietud por una reacción de parte del gobierno brasileño, que también se encuentra en modo proselitista. “Lo conocemos, es imprevisible. Pero haga lo que haga, va a ser para hablarle a los propios, de la misma forma que Macri podía dar un discurso duro acá cuando gobernaba. Más allá de eso, la relación no va a quedar afectada en el mediano y largo plazo”, dijo un funcionario del oficialismo.
Un portavoz destacó, para defender la postura, que hace unos días también se suspendió la presencialidad en la cumbre ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC) por cuestiones sanitarias. “Hay un riesgo real, podrían contagiarse presidentes y sería un escándalo”, dijeron.
A pesar de las señales del gobierno argentino a favor del principal referente opositor a Bolsonaro, del otro lado de la frontera, el embajador Daniel Scioli intenta mantener aceitado el vínculo con el gobierno de derecha que el kirchnerismo mira de reojo.
Instruido por el propio Alberto Fernández, motiva al diplomático, principalmente, la cuestión económica. Brasil es el principal socio comercial de la Argentina, del cual depende para mantener el flujo en el ingreso de dólares a través de las exportaciones. Hoy, la necesidad de mantener una buena relación con Brasilia se presenta más imperiosa que nunca, en un contexto de escasez de divisas en el Banco Central, que recientemente obligó al Gobierno a tomar una serie de medidas antipáticas a nivel local, como la eliminación de las cuotas en los viajes al exterior.
El panorama es particularmente difícil en plena negociación de un acuerdo con el FMI por el refinanciamiento de la deuda que Alberto Fernández espera cerrar antes del abultado vencimiento de marzo. Para el organismo internacional de crédito el estado de la reserva de dólares es uno de los temas centrales en el programa para reestructurar los desembolsos, que se encuentra en discusión a contrarreloj.
En agosto, Scioli estuvo en el despacho de Bolsonaro en el Palacio del Planalto, a donde llegó con un juego de ajedrez de regalo. Y hace una semana organizó una visita al ministro de Economía de Brasil, Pablo Guedes, a donde llevó al secretario de Asuntos Estratégicos de Alberto Fernández, Gustavo Béliz. Mientras tanto, en la sede argentina en Brasilia festejan el tercer mes de superávit fiscal para la Argentina en el vínculo comercial y resaltan el aval del gobierno brasileño al proyecto de conexión entre el yacimiento de Vaca Muerta, en Neuquén, y San Pablo, que viene promoviendo el embajador.
Alberto Fernández busca posicionarse como líder regional en la defensa de los derechos humanos en la región frente a Estados Unidos y Europa. La Argentina acaba de obtener la presidencia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, que quedó a cargo de Federico Villegas Beltrán; y la confirmación de la participación de Alberto Fernández -a través de un video- en la Cumbre de la Democracia que se celebrará en Washington desde hoy, encabezada por el presidente de Estados Unidos, Joseph Biden.
Pero estos hitos están atravesados por las recurrentes contradicciones del gobierno en la esfera humanitaria. Entre ellas, la postura oscilante con respecto al controversial régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, y la reticencia a condenar los cuestionados comicios en Nicaragua que llevaron a Daniel Ortega a la reelección.
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