El gobierno nacional organizó para este viernes un festival que tiene como objetivo celebrar los 38 años que pasaron desde el retorno a la democracia. También, aunque no esté escrito en la convocatoria, es el cierre de la primer etapa de gestión de Alberto Fernández, que dos años atrás se convertía en Presidente.
Y, al mismo tiempo, es el inicio de la segunda, que en la Casa Rosada sienten que tomará un fuerte impulso en el caso de poder cerrar un acuerdo con el FMI para restructurar la deuda. Es la figurita que le falta al álbum y que es la más difícil de conseguir. Además, de poder lograr que la oposición respalde el futuro acuerdo en el Congreso.
En Balcarce 50 le buscan dar un perfil institucional al acto y, en lo posible, despolitizarlo. De mínima, bajarle la carga simbólica que tuvo la movilización del 17 de noviembre a la Plaza de Mayo, cuando el Presidente, en un movimiento que reclamaban en el peronismo anti K, ganó centralidad y dio una muestra de autoridad luego de dos años marcados por los sinsabores de la relación con Cristina Kirchner.
Justamente la Vicepresidenta será una de las protagonistas del acto frente a la Casa Rosada, donde ayer por la tarde comenzó a montarse el escenario y las torres de iluminación y sonido. El evento está convocado a las 16 y los discursos se esperan para las 19. En esas tres horas habrá bandas de música que aún no están confirmadas. Por eso el Gobierno lo señala como un festival y no como un acto estrictamente político.
Habrá tres oradores: Alberto Fernández, Cristina Kirchner y el ex presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva. Aún no está definido el orden. En consecuencia, no se sabe quién tendrá la centralidad que brinda el discurso final. En el Gobierno aseguran que el Jefe de Estado está entusiasmado con la dinámica que tendrá el acto y con la presencia del líder brasileño.
En la Casa Rosada lo imaginan como un acto distinto al del 17 de noviembre, donde Fernández fue el único orador. Sin embargo, la organización es muy similar. Los movimientos sociales y La Cámpora se movilizarán por las calles porteñas rumbo a la Plaza de Mayo. Aún resta confirmar que presencia sindical habrá y que intervención tendrá la cúpula nueva de la CGT.
El evento significará el reencuentro público del Presidente y la vice. La última vez que compartieron escenario fue en el cierre de campaña que se llevó a cabo en Merlo. De aquella tarde en el conurbano quedó impresa la postal del desaire de Cristina a Alberto frente a una convocatoria a la unidad que salió de la boca del primer mandatario.
El vínculo entre ambos es sinuoso. Hoy están bien, mañana, tal vez, no. Fernández estuvo en contacto con la Vicepresidenta y con su hijo Máximo Kirchner en los últimos días. Señal de que el diálogo está abierto y no está exclusivamente derivado a interlocutores, como ha sucedido en otros momentos de esta gestión.
“En los últimos días no hubo situaciones de tensión. La última carta de Cristina tampoco marcó un quiebre. Y todo indica que acompaña los lineamientos generales de la negociación con el Fondo. Estamos en otro escenario diferente al que había previo a las elecciones”, reflexionó un dirigente de extrema confianza del Presidente.
Lo que falta saber es si los pedidos del FMI son compatibles con los límites que están dispuestos a aceptar en el kirchnerismo. Sobre todo el ajuste en el gasto público que tendría que implementar el Gobierno como parte del acuerdo. La letra fina del pacto final es la que verdaderamente importa que respalde la Vicepresidenta y su espacio. Solo así la oposición dará su visto bueno y el acuerdo quedará cerca de cerrarse.
Para el Gobierno el acto servirá para cerrar el año y la primera etapa de gestión. Será el último de este 2021. Antes de que culmine, en el oficialismo anhelan presentar el plan plurianual y esperan tener casi cerrado el acuerdo con el FMI. Más tardar lograrlo en las primeras tres semanas de enero. Proyecciones que estarán atadas a los avances en las negociaciones.
Cerca del Presidente consideran que el acto volverá a darle centralidad y que en su discurso servirá para reafirmar la iniciativa que tomó después de las elecciones. Conducir el proceso político que encabeza el peronismo y hacerlo empoderado frente a las presiones siempre presentes del kirchnerismo, socio destacado de la coalición que gobierna.
Esa centralidad tendrá que ser compartida con Cristina Kirchner. A diferencia de otras oportunidades, su hijo Máximo se encargó de ubicarla en el medio del acto cuando algunos días atrás convocó a “reventar la Plaza de Mayo” e invitó “al pueblo argentino a que abrace a alguien que como Cristina sufrió la persecución judicial y que volverá a ser presidente del Brasil”, en alusión a Lula.
Palabras, señales, gestos. Otra vez. El contenido de los discursos del viernes también marcarán donde está parado el gobierno del Frente de Todos.
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