La dinámica de las internas políticas es aleatoria: luego de un proceso silencioso, las fisuras emergen en cualquier momento. En la coalición opositora de Juntos por el Cambio sus miembros se reparten tiempo, espacio y lugar para blanquear diferencias e intereses para los próximos dos años. En ese contexto se inscribe la fractura en dos del bloque radical en Diputados, impulsado por el sector referenciado en Martín Lousteau, enfrentado con dirigentes tradicionales como Mario Negri o Gerardo Morales. Y este marco, también, el PRO expuso sus discrepancias la semana pasada.
El presidente de la nueva bancada dentro de Juntos por el Cambio, UCR-Evolución, será Rodrigo De Loredo, diputado electo en Córdoba, provincia donde compitió y venció a Negri, titular del interbloque en la Cámara Baja. Entrevistado por Infobae, el dirigente que asumirá su banca en los próximos días aseguró que este movimiento político “es un proceso de crecimiento” y afirmó que “la unidad de Juntos por el Cambio está garantizada”.
¿Cómo se llegó a este punto de rupturas y críticas cruzadas?
RDL: Nosotros intentamos persuadir a un grupo de dirigentes con el argumento de que no es una buena señal que sigan como caras visibles las mismas que lo vienen haciendo hace décadas. Nos parece más oportuno que el radicalismo, que tuvo un proceso de fortalecimiento en las elecciones con la aparición de nuevos dirigentes, corresponda el voto de la gente con nuevas representaciones. Intentamos persuadir sobre esto, pero no lo logramos.
¿No atenta contra la unidad de la oposición este proceso?
Dimos la discusión, pero ahora hay que bajarle un poco el dramatismo. Si algo está en claro es que la unidad de Juntos por el Cambio está garantizada, ese es un mandato que tenemos todos los diputados radicales. Nos parece un proceso virtuoso que tiene que ver con aceptar o no la nueva realidad. Sería más sano que los dirigentes que están más cerca de la segunda guerra mundial le den lugar a los que están más cerca de la inteligencia artificial. Entiendo que las discusiones hay que darlas: necesitamos un Juntos por el Cambio unido y creciendo, y se crece sumando nuevas caras o cobijando los procesos de triunfos electorales o de emergencia de nuevas representaciones.
¿Qué le dice a quiénes los acusan de traidores?
No me merece una respuesta ese tipo de calificativo. Lo que hacemos es en defensa del partido y para enriquecer Juntos por el Cambio. Si nuestro partido no tiene figuras que se corresponden con lo que expresó la gente con el voto te diría que es algo hasta antidemocrático. No puede ser que los que pierdan conduzcan y los que ganen acompañen. La propuesta que hacen tiene que ver con una propuesta que no fue exitosa, que no triunfó. La gente está angustiada, desesperanzada, hay un pedido de cambio, no es un problema de nombres. Nos parecía que (Facundo) Manes era un representante ideal para este tiempo.
¿Se evaluó la posibilidad de Manes para conducir un solo bloque radical?
No se llegó a plantear. Pero no había ningún inconveniente con eso. De todas formas, creo que a estas discusiones no las ve la gente, que ya fue a votar, dos veces, y después entra en su día a día, en sus problemas con la inseguridad, con la economía, que llega a la casa, prende la televisión y no ve como representantes a quienes eligió con su voto. El PRO diría que esta es una crisis de crecimiento, el peronismo que “nos estamos reproduciendo”, y nosotros planteamos que es una discusión democrática.
De nuevo, todo este proceso ¿no afecta la imagen de la oposición de cara a lo que viene?
Mirá, al principio de la campaña en la provincia de Buenos Aires, Diego Santilli y Facundo Manes fueron el centro de la mirada y se dijeron cualquier cosa. Pero esa primaria, como en el resto de las provincias, al final del día, terminó dejando un camino más grande, más federal, con nuevos dirigentes. Entiendo la preocupación, pero doy garantías de que no tiene que estar esa preocupación porque Juntos por el Cambio está consolidado. Los frentes coalicionales son complejos y diversos.
Diferentes crónicas periodísticas dan cuenta de una pelea subida de tono entre Lousteau y Morales, ¿qué pasó?
No conozco los detalles de eso. Son discusiones, y no nos asustan las discusiones del partido. Hay un proceso sano, de rebeldía en el partido en todo el país. Hay un mundo de cambios y transformaciones que se traduce en discusiones y el intento de la burocracia partidaria para frenarlo.
¿Esta discusión en el ámbito del Congreso tiene su correlato con la disputa por la presidencia del partido a nivel nacional?
Necesitamos otro tipo de radicalismo. Los que manejaron el partido hasta ahora pusieron a la UCR en el asiento de acompañante del PRO, y queremos que el radicalismo se anime a la conducción del frente Juntos por el Cambio, para tener un candidato a presidente competitivo para dar la discusión en una interna.
¿De qué manera encarará este nuevo bloque la discusión parlamentaria en el Congreso?
Va a representar el proceso de cambio que el radicalismo viene transitando; tendrá una impronta más federal, con las distintas provincias representadas. Ese es el motivo por el cual me pidieron que encabece, porque hicimos una elección histórica en Córdoba, y nos parece que esa expresión cordobesa tiene que tener un reflejo en las principales vocerías, lo otro sería darle la espalda a lo que se eligió. Después, vamos a ser halcones, en la defensa del avance institucional que el Gobierno está emprendiendo, contra la agenda de impunidad de la vicepresidenta Cristina Kirchner, y en la necesidad de conformar un nuevo ordenamiento internacional. Eso no lo vamos a plantear suavemente, tenemos un estilo que va a enriquecer las discusiones de Juntos por el Cambio.
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