Alberto Fernández hizo un meditado cálculo geopolítico y optó por inclinarse a favor de Joseph Biden, que protagoniza una batalla global y sin cuartel contra los planes expansionistas de China que se ejecutan a través de una iniciativa económica y financiera conocida como la Ruta de la Seda.
El Presidente necesita a Biden para cerrar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y no tuvo espacio político para rechazar su invitación formal a la Cumbre por la Democracia, un escenario global organizado por la Casa Blanca para lanzar una filosa ofensiva contra los intentos de Xi Jinping de extender la influencia mundial de China.
Biden conoce como funciona la geopolítica: excluyó a China de la Cumbre por la Democracia -que se hace el 9 y 10 de diciembre- e invitó a Taiwan que ni siquiera es reconocida como estado por las Naciones Unidas. Taiwan tiene un disputa secular con China, y es uno de los argumentos diplomáticos que utiliza Washington para cuestionar al régimen que Xi controla con el Partido Comunista.
China apoyó siempre los reclamos de soberanía sobre las Islas Malvinas en todos los foros regionales. Y Argentina -como un espejo diplomático- respaldó sin fisuras los planteos multilaterales de Beijing referidos a una sola China, que implica colocar a Taiwan como una provincia más de la potencia global en expansión permanente.
Santiago Cafiero se enteró hace dos semanas sobre la molestia de Beijing respecto a la participación de la Argentina en la Cumbre por la Democracia organizada por Biden. Un vocero oficial Le explicó al canciller que los reparos sólo estaban vinculados a la presencia de Taiwan en el foro global.
A Xi no le preocupa ni molesta que Alberto Fernández participe de eventos multilaterales convocados por Estados Unidos. En cambio, al líder chino le irrita que el presidente argentino colabore con la Casa Blanca en empoderar a Taiwan -y de paso- facilite su ofensiva diplomática alrededor del planeta.
Alberto Fernández apuesta a la relación bilateral con China, y dudó en aceptar la invitación de la Casa Blanca. Cafiero, Jorge Arguello -embajador en Estados Unidos-, Gustavo Beliz -secretario de Asuntos Estratégicos- y Martín Guzmán -ministro de Economía- argumentaron a favor de la participación de la Cumbre por la Democracia.
Al otro lado de la trinchera, en el Instituto Patria, se sostuvo lo contrario. Oscar Parrilli asume que conoce muchísimo de relaciones exteriores y política internacional, y opinó que era mejor alinearse con China ante la invitación formal de Washington.
Estados Unidos controla el 16 por ciento del FMI. Sin Biden no hay acuerdo de refinanciación de los 44.000 millones de dólares que contrajo Mauricio Macri, y esta lógica de poder terminó de convencer al Presidente.
Alberto Fernández se reunió con Arguello en Olivos y le confirmó que participaría de la Cumbre por la Democracia organizada por Biden. Habrá niebla -por un rato- entre Buenos Aires y Beijing. Pero ese clima político siempre será más benigno que soportar una crisis económica, financiera y social causada por un default con el Fondo.
Además del fastidio que le produjo la exclusión de China, el presidente cuestionó a Biden por su decisión de soslayar al gobierno de Bolivia. Alberto Fernández no entiende porqué se evitó la invitación formal a su colega Luis Arce, que fue elegido en elecciones libres y transparentes.
Desde esta perspectiva, el jefe de Estado regresó al caso Taiwan: se trata de una isla con escaso reconocimiento diplomático, frente a un país -Bolivia- que tiene un gobierno elegido por la gente y reconocido por los organismos multilaterales.
La Casa Blanca ya sabe de las críticas de Alberto Fernández a Biden. Entendieron su planteo, pero China y Bolivia no serán de la partida.
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