Es un secreto de Estado que el tiempo puede transformar en un hecho público: Rafael Bielsa y Alberto Fernández piensan igual sobre José Kast, el candidato a Presidente de Chile que puede transformarse en sucesor de Sebastián Piñera, si vence a Gabriel Boric en el balotaje convocado para el próximo 19 de diciembre.
Kast recuerda con nostalgia al dictador Augusto Pinochet, comparte la perspectiva ideológica de Jair Bolsonaro y Donald Trump, y considera que la Argentina aún es una hipótesis de conflicto interno, pese a los acuerdos por el Canal de Beagle avalados porJuan Pablo II y las profundas relaciones bilaterales que unen a los países desde los tiempos de Raúl Alfonsín y Patricio Aylwin.
Alberto Fernández y Bielsa analizaron el proceso electoral chileno durante una larga conversación que ocurrió hace 72 horas. El embajador argentino en Santiago expreso su opinión personal sobre Kast, y el jefe de Estado respaldó todos sus dichos. Bielsa estudia al candidato derechista desde 2019, y sus conclusiones fueron leídas en la Cancillería, Olivos y la Cámara de Diputados.
El Presidente ya asumió que no puede opinar sobre los comicios de Estados Unidos y Perú, y callar frente a los atropellos dictatoriales protagonizados por Daniel Ortega en Nicaragua, Nicolás Maduro en Venezuela y Miguel Díaz-Canel en Cuba.
Estas contradicciones diplomáticas, que la oposición exhibe de inmediato y que causan incertidumbre en la Casa Blanca y la Unión Europea, convencieron a Alberto Fernández de sellar su incontinencia política frente a los comicios en Chile.
Aunque jamás será reconocido en Balcarce 50, no sólo se trató de la prudencia verbal aplicada a las relaciones exteriores: el candidato apoyado por el jefe de Estado, Marco Enriquez-Ominami, terminó muy lejos y su caudal electoral no pasó del 8 por ciento de los votos escrutados.
Entonces, Alberto Fernández tenía pocos incentivos políticos para opinar sobre los comicios presidenciales en Chile.
Pero la estrategia diplomática del Presidente no fue “bajada” al embajador Bielsa, que ya fue canciller y lee los clásicos de política exterior en su idioma original y sin google translator. Bielsa ayer recibió un llamado de la producción de Reynaldo Sietecase -a quien conoce desde hace décadas-, y decidió fijar la posición del Gobierno respecto al candidato de derecha Kast.
“Si uno toma como elemento de juicio las manifestaciones públicas, Kast ha exhibido su anti-argentinismo como una etiqueta más de las frases que pronuncia. Desde decirnos que hemos robado históricamente territorios, que tenemos que dejar de robar territorios a Chile, hasta todo tipo de expresión xenófobas contra los argentinos, que yo las tengo archivadas, registradas, leídas y estudiadas”, dijo Bielsa a Sietecase.
El embajador cortó la comunicación periodística y creyó que había cumplido con su trabajo profesional. Estaba equivocado: Santiago Cafiero y Alberto Fernández explicitaron a Bielsa su fastidio por la ausencia de timing y le adelantaron que no harían nada para defenderlo frente a la obvia andanada que llovería desde la Cancillería de Chile al Palacio San Martín.
El representante argentino en Santiago asumió que se había quedado sólo y que ello implicaba una inesperada retirada táctica del Presidente y su canciller. Durante toda la crisis con Chile por sus declaraciones contra Kast, Bielsa nunca escuchó que Alberto Fernández y Cafiero cuestionaran sus opiniones sobre el posible sucesor de Piñera en el Palacio de la Moneda.
Y cuando respondió a las preguntas de Sietecase, el embajador siempre pensó que opinaba en nombre de la Argentina, y no a título personal como explicó más tarde un importante vocero de la Cancillería.
Al margen de la discusión sobre el timing de Bielsa, sus opiniones desnudan la falta de coordinación absoluta entre el Palacio San Martín y la agenda política de las distintas representaciones diplomáticas alrededor del mundo. Bielsa jugó solo, pero nadie -ni Alberto Fernández ni Cafiero- le bajaron la orden de callar hasta que terminara el proceso electoral chileno.
Kast ya sabe que piensa la Casa Rosada sobre su perspectiva política, y no debería descartarse que actúe como Bolsonaro, si finalmente derrota al candidato izquierdista Boric. Bolsonaro y Alberto Fernández se detestan mutuamente, y la llegada de Kast al Palacio de la Moneda puede profundizar el aislamiento geopolítico del país.
El Presidente tiene diferencias ideológicas con Bolsonaro, Mario Abdo Benítez y Luis Lacalle Pou. Esto significa que Argentina no comparte una agenda de interés común con sus socios del Mercosur -Brasil, Paraguay y Uruguay- y se apresta a tener una relación endeble con Chile por las declaraciones de Bielsa que -en la intimidad de Olivos-Alberto Fernández comparte in totum.
Si se analiza el sesgo ideológico de los estados que comparten frontera con Argentina, Balcarce 50 apenas mantiene relaciones sólidas con el gobierno boliviano de Luis Arce.
Alberto Fernández y Cafiero comentaron en privado que la intención es profundizar los vínculos diplomáticos con Chile, aunque asuma Kast en reemplazo de Piñera. Se trata de un muestra gratis de voluntarismo político: Bolsonaro piensa como Kast, y Alberto Fernández no esconde sus diferencias con su colega brasileño.
El Presidente ya lleva cuatro reuniones personales con Pedro Sanchez, tres con Emmanuel Macron, y dos con Ángela Merkel y Kristalina Georgieva. A Bolsonaro se lo cruzó varias veces en el G20, y apenas se detuvo tres minutos para recordarle que Brasil había perdido la final de la Copa América contra la Argentina.
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