Ganar ganando disparó tantas tensiones como si hubieran perdido perdiendo. Gracias a la creatividad de Victoria Tolosa Paz se puede explicar mejor lo que le está pasando a Juntos por el Cambio. El triunfo electoral encendió la mecha de las fricciones latentes entre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, como quedó en evidencia cuando la presidenta del PRO declaró que había una “expectativa mayor de votos en la Ciudad de Buenos Aires” que consistía en superar el 50% de los sufragios.
La frase impactó de lleno en el larretismo, que le bajó el tono al conflicto y decidió bloquear la profundización del conflicto: el jefe de Gobierno pidió a su gente que nadie contestara y reforzó su plan de concentrarse desde ahora en su rol de alcalde porteño, consciente de que aún le faltan dos años de gestión y lo desgastará anticipar los aprestos para su candidatura presidencial en 2023.
Eso no quiere decir que no dará señales de su decisión irreversible de sucederlo a Alberto Fernández en la Casa Rosada. Hablará con los hechos de su administración, como hizo hasta ahora, aunque con refuerzos políticos: se aceleró la designación de Jorge Macri, intendente de Vicente López, en un ministerio (existente o nuevo) de la Ciudad para coordinar las políticas vinculadas con el AMBA.
En el larretismo le restan importancia a las declaraciones de Bullrich. “Dijo algo que es cierto. El domingo teníamos boca de urna que nos daban un 50%, así que eso influyó en el ánimo de algunos, pero estamos contentos porque fue un triunfo contundente”, admitió un referente porteño.
Para los allegados al jefe de Gobierno, fue mucho peor cuando, a dos semanas de las PASO, en plena campaña, la ex ministra de Seguridad sostuvo que ella hubiera sido “mejor candidata que Vidal”.
El equipo de Rodríguez Larreta equipara a Bullrich con un bólido que no aminora la velocidad ni en las curvas y que por eso suele chocar o salirse de la ruta. Y saben que eso no cambiará, mucho menos cuando está decidida a competir por la presidencia de la Nación. “Tiene que compensar que no tiene equipos ni propuestas. Estamos resignados a que sea así”, señalaron con malicia.
La única que le contestó a Bullrich fue María Eugenia Vidal. En declaraciones televisivas, consideró que en Capital “fue un triunfo contundente” y que no se trató de “un triunfo personal sino de una lista en la que estaban Tetaz, Iglesias, Pitta”. “Fue la victoria de un gobierno que lleva 14 años en la Ciudad y una forma de gobernar”, destacó, sin cargar las tintas contra la jefa del PRO.
Lo cierto es que, como se preveía, el día después de las elecciones reavivó las tiranteces de los líderes del PRO. Bullrich está convencida de que quedó mejor parada que Rodríguez Larreta: se atribuye gran parte del rédito de haber conseguido los cinco senadores para quitarle el quórum a Cristina en el Senado. Para eso, aseguran en su entorno, puede exhibir los 50 mil kilómetros recorridos por el país durante la campaña para respaldar a los candidatos y consolidar la búsqueda de más votantes.
“Patricia inventó lo de los cinco senadores para darle una mística a la campaña y logró el objetivo -destacaron cerca de Bullrich-. No está tan claro si Horacio (Rodríguez Larreta) cumplió lo que se propuso, en especial en la Capital, porque el de la Provincia fue un buen triunfo. Fue la tercera vez en la historia que una opción no peronista le gana al peronismo unido en el distrito bonaerense, como pasó con Alejandro Armendariz en 1983 y con Graciela Fernández Meijide en 1997″.
Para la jefa del PRO, quedó confirmada que era errónea la hipótesis de Rodríguez Larreta de que ella no era la mejor candidata para la Ciudad porque tenía un techo electoral más bajo que María Eugenia Vidal. Ese fue el argumento utilizado por el jefe de Gobierno para convencerla de que no debía competir como primera postulante porteña a diputado y dejarle el lugar a la ex gobernadora.
Aunque durante la campaña se respetó cierto clima de tregua en Juntos por el Cambio, hubo chisporroteos, como cuando Bullrich intercambió elogios con Javier Milei, a quien le adjudican haberle quitado votos duros a la lista de Vidal (lo mismo hizo Mauricio Macri).
Aquel gesto que tuvo su respuesta durante el cierre de campaña de Juntos Podemos Más, cuando militantes de la UCR y de la Coalición Cívica interrumpieron el discurso de la ex ministra de Seguridad al grito de “Con Milei no se habla”. El domingo por la noche, en el búnker de Costa Salguero, Bullrich fue rodeada por una treintena de jóvenes que le cantaron “Patricia Presidente” y un estribillo dedicado a Rodríguez Larreta: “Con Massa no se habla”.
De todas formas, apenas 24 después de su frase sobre la expectativa de votos en la Ciudad, Bullrich le acaba de bajar el tono a la polémica interna: “Estamos contentos con la representación social que hemos logrado en todo el país, estas situaciones que se dan de detalles, especulaciones que se dan, yo no lo siento así para nada. Siento que estamos unidos”, señaló esta mañana a FM Urbana.
¿Será el último capítulo de esta historia de intrigas y peleas? Nadie lo reconocerá, pero ya está lanzada la carrera presidencial y no habrá lugar para tantos candidatos. Por eso parece indetenible la interna sin fin de Juntos por el Cambio. En 2023 hay que ganar ganando sin perder perdiendo, aunque eso equivalga a enfrentarse a sus propios pares enfrentándose a todo o nada.
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