Es una partida de ajedrez que Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner juegan a la distancia. El Presidente intenta ocupar el centro del tablero peronista, mientras la vicepresidente repliega sus piezas tras perder la mayoría en la Cámara Alta. El desenlace es conocido por ambos jugadores: si el jefe de Estado no acuerda con el Fondo Monetario internacional (FMI) avalado por Juntos por el Cambio, la Dama hará una profunda estocada ante la debilidad política de su principal adversario en el Frente de Todos.
Alberto Fernández apoya su ofensiva contra Cristina en dos circunstancias políticas que aún no existen. Un acuerdo con el FMI para refinanciar la deuda de 44.000 millones de dólares contraída por Mauricio Macri y un pacto parlamentario con Juntos por el Cambio para avalar el programa económico que debería cerrar Martín Guzmán con Kristalina Georgieva.
La última reunión entre el Presidente y la directora gerente no terminó bien. Alberto Fernández se demoró en su encuentro romano con Emmanuel Macron y llegó tarde -media hora- al cónclave con Kristalina Georgieva en la sede diplomática de Piazza dell Esquilino 2.
-Vio que linda que es la embajada-, comentó Alberto Fernández para salir del sofocón protocolar.
-Sí. Tuve tiempo para verla-, contestó Georgieva con malicia búlgara.
Negociaron durante casi dos horas. No llegaron a nada. El clima del encuentro fue frío, y ni siquiera hubo foto oficial entre ambos como estaba previsto. Alberto Fernández se fue volando al hotel para cambiar de traje y participar de la cena de gala del G20. Allí se topó de nuevo con la directora gerente que sonrió con diplomacia extrema.
Al margen del traspié en Roma, Martín Guzmán continúa negociando a toda hora con el FMI. La directora gerente le tiene respeto intelectual a Guzmán, y aún apuesta a cerrar un deal con Balcarce 50.
El ministro está apretado por un límite político- temporal fijado por Alberto Fernández y por un calendario burocrático que condiciona la agenda diaria de los integrantes del staff y el board del Fondo Monetario Internacional.
El jefe de Estado anunció en su discurso post electoral que tenía decidido enviar al Congreso un programa plurianual que debería contener los acuerdos provisorios con el staff del FMI. Ese programa -acorde al anuncio presidencial- tendría que llegar a principios de diciembre, pero es poco probable que ello suceda.
El staff del FMI reproduce con Guzmán la discusión que Alberto Fernández protagonizó con Kristalina Georgieva en Roma. No hay acuerdo respecto al déficit fiscal, al crecimiento de la economía, al tipo de cambio, a la recaudación y a la emisión monetaria.
Ante semejantes obstáculos en la negociación, el ministro de Economía debió postergar su viaje a Washington para cerrar ese programa plurianual que Alberto Fernández prometió enviar a Diputados antes del 10 de diciembre. Y si el vuelo de Guzmán a Estados Unidos se atrasa más tiempo, puede ocurrir que el staff y el board del FMI estén partiendo de vacaciones por navidad y fin de año. La fecha límite es 22 de diciembre.
Además de las complejidades propias de la negociación con Georgieva, el staff y el board, Alberto Fernández enfrentará una larguísima pulseada con Juntos por el Cambio para lograr su eventual apoyo al acuerdo con el FMI. No hay un sólo protagonista de la coalición opositora que confíe en la palabra presidencial, y menos aún en el programa que pueda cerrar Guzmán en DC.
Horacio Rodríguez Larreta mantuvo un conversación reservada con una pieza clave de la administración de Joseph Biden, y la información no fue muy auspiciosa. En la Casa Blanca no descartan que la Casa Rosada no llegue con la negociación y que finalmente haya un default -Arrears- en marzo de 2022.
El jefe de gobierno porteño guardó esa data clasifica bajo siete llaves, y esperará que Alberto Fernández envíe a Diputados su programa económico plurianual. Rodríguez Larreta considera que es necesario un acuerdo político para superar la negociación con el FMI, pero sólo avanzará con el aval completo de la mesa de Juntos por el Cambio.
La perspectiva dialoguista de Rodríguez Larreta contrasta con la posición agonal de Macri y Patricia Bullrich. El expresidente y su exministra de Seguridad sostienen que un eventual programa de ajuste firmado con el FMI no debe caer únicamente sobre las espaldas de la clase media.
Macri y Bullrich asumen que Alberto Fernández preservará su base electoral y que ajustará en los sectores medios que perdieron su confianza y regresaron a Juntos por el Cambio. En este contexto, hasta no tener la certeza del equilibrio social en el ajuste que consideran inevitable, Macri y Bullrich se negarán a negociar con Balcarce 50.
Cristina Fernández de Kirchner agrupa sus piezas para ejecutar una profunda contraofensiva. Ayer vio el acto por televisión, y asume que la CGT, los movimientos sociales y ciertos intendentes protegerán al jefe de Estado.
A esta altura de la partida, Alberto Fernández tiene una mínima ventaja: la victoria política sólo depende de su capacidad de negociación para acordar con Georgieva y pactar con Rodriguez Larreta.
Si el Presidente fracasa, CFK dará jaque antes que termine el día.
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