A tres días de haber perdido las elecciones legislativas en 15 provincias -Buenos Aires, CABA, Córdoba, Mendoza, Santa Fe, Santa Cruz, Chubut, Neuquén, Río Negro, La Pampa, Entre Ríos, Corrientes, Jujuy, San Luis y Mendoza- , el Presidente buscará este miércoles respaldo en la CGT, los movimientos sociales, La Cámpora y otras agrupaciones que forman parte del Frente de Todos.
El resultado electoral significó para el oficialismo perder el control de la Cámara de Senadores. También podría dejar de ostentar la primera minoría en Diputados una vez que termine el recuento definitivo de los votos. Por eso, Alberto Fernández busca dar vuelta la página y utilizar este acto como una suerte de relanzamiento de su Gobierno en un momento muy sensible, con una inflación anual por encima del 50%, pobreza del 40,6%, reservas debilitadas y una negociación muy compleja con el Fondo Monetario Internacional por delante.
El Gobierno espera una multitud en el comienzo de lo que considera una nueva etapa. Esa es la idea que atravesará esta tarde a todo el arco político del oficialismo. En la Casa Rosada esperan que se movilicen más de 150.000 personas por todo el centro porteño. Las calles serán ocupadas por afiliados de todos los sindicatos que componen la CGT y la CTA; los movimientos sociales, con el Movimiento Evita y Barrios de Pie como actores preponderantes; La Cámpora y las agrupaciones políticas que responden a los intendentes del conurbano.
En paralelo al hecho político, la ciudad de Buenos Aires seguramente será un caos. La masiva movilización provocará complicaciones en el tránsito durante gran parte del miércoles. Pese a ser un día laborable, y en un momento en el que la Argentina pugna por dejar atrás la crisis económica y necesita de una vez el despegue económico post pandemia, las calles estarán llenas de militantes y afiliados de gremios del sector estatal y privado.
La Embajada de los Estados Unidos en la Argentina difundió un mensaje para sus ciudadanos en redes sociales. “Está programada una manifestación en la tarde del miércoles en Plaza de Mayo; les recordamos a nuestros ciudadanos que eviten manifestaciones debido a su naturaleza impredecible”, alertó.
Dentro de la coalición hay dos miradas bien marcadas sobre el objetivo al que apunta la marcha de hoy. Los movimientos sociales y el albertismo destacan que la voluntad es “empoderar la figura del Presidente” en el comienzo de una nueva etapa de gobierno. En el ala sindical y La Cámpora hacen hincapié en que será un respaldo al gobierno nacional, dejando de lado los nombres propios. No quieren personalizar la convocatoria.
Todos los espacios coinciden en marcar que la movilización y el acto, en el que el único orador será Alberto Fernández, será el comienzo de una nueva era dentro de la gestión del peronismo, en la que el Gobierno dejará definitivamente atrás la pandemia y la profunda crisis económica heredada de la administración de Mauricio Macri y que se profundizó durante la etapa en la que el coronavirus copó la agenda.
Ese nuevo tiempo está marcado por la recuperación económica es determinante para cambiar la desaprobación que hay sobre el rumbo del Gobierno y que la mayoría de la sociedad expresó el último domingo en las urnas.
La CGT empezó a diseñar el acto antes de las elecciones como una forma de sostener al Gobierno frente a lo que parecía que podía ser una derrota importante. Esa proyección se modificó con los resultados del domingo y los objetivos de la movilización se fueron relativizando en el comienzo de la semana. De todas formas, lo que está claro es que el festejo por el Día de la Militancia es solo una excusa para generar una muestra de fuerza con la marca del peronismo.
“Nos planteamos la presencia de toda la militancia peronista en el comienzo de una nueva etapa del Gobierno, en la que se tienen que generar condiciones para que haya un despegue económico”, advirtió a Infobae uno de los dirigentes más fuertes de la CGT. Además, aseguró que “hay que cortar con la especulación y empezar una nueva etapa de reconstrucción”. Quieren terminar con la dicotomía entre albertismo y kirchnerismo. Al menos harán el intento.
La organización del acto busca cerrar las grietas de la coalición. En la Casa Rosada esperan que se mantenga la calma interna de las últimas 48 horas y que Alberto Fernández pueda ocupar un rol central. La movilización fue avalada por Cristina Kirchner, que, a diferencia del protagonismo que tuvo cuando se desató la crisis política luego de las PASO, en esta oportunidad está corrida de la escena principal.
El miércoles posterior a las elecciones primarias la Casa Rosada se convulsionó con la decisión de los ministros que responden a la Vicepresidenta de poner a disposición su renuncia. Fue el principio de una crisis política que siguió con un respaldo de gobernadores y sindicalistas al Presidente, que había quedado en una posición de debilidad, y una carta destructiva que redactó Cristina Kirchner y le puso un límite a las aspiraciones de poder de Fernández.
Fue el momento de mayor inestabilidad e incertidumbre que vivió Alberto Fernández en sus primeros dos años de gestión. Logró pasarlo realizando un cambio de una parte de su Gabinete, exigido por la Vicepresidenta, y cambiando el foco de la campaña que lo tenía como protagonista. Salió ileso aunque perdió una cuota importante de poder asfixiado por fuego amigo.
Dos meses después, el miércoles posterior a las elecciones generales, y luego de remontar el resultado en la provincia de Buenos Aires, pese a no haber logrado un triunfo, Fernández está en una posición diferente. Parece haber ganado tiempo para encolumnar a la mayor parte del peronismo detrás de su gestión e intentar resolver cuáles son los límites que tiene la influencia de Cristina Kirchner en el Gobierno.
En Balcarce 50 consideran que frente a un escenario que, de antemano, parecía oscuro para el Gobierno, con una nueva crisis política interna en puerta, la situación es bastante distinta. La bomba no explotó. El Jefe de Estado será la cabeza de un acto que le servirá para ganar centralidad en un momento donde la Vicepresidenta, más allá del cumplimiento de su posoperativo, decidió correrse del centro de la escena.
El Gobierno tomó el resultado del domingo como un triunfo dentro de la derrota. Si bien perdió en la mayor parte del país, la remontada en territorio bonaerense fue instalada como una victoria. La señal de que el peronismo, pese a sus múltiples internas, está vivo. Todos esos conceptos son los que buscan instalar desde los diferentes sectores de la coalición. La tregua de paz, por el momento, está garantizada.
En ese contexto se terminó de diseñar el acto. Fue durante una cumbre que se realizó el lunes en el PJ y en la que estuvieron los principales referentes de los socios que tiene la coalición. La movilización fue convocada a las 15 y se espera que el Presidente hable cerca de las 17.
La CGT se corrió del lugar de único organizador y abrió el juego a los diferentes actores. Entre ellos La Cámpora, que tenía planeada una movilización para el 20 de noviembre que, en principio, no se realizaría. Señales de concordia después del reparto de culpas posterior a las PASO y la hecatombe en la que se convirtió el oficialismo en el proceso que atravesó para recuperar la iniciativa política después de la derrota en manos de Juntos por el Cambio.
Hoy también se emitirá un documento respaldado por todos los sectores de la alianza. Una muestra de unidad postelectoral que es necesaria para la credibilidad y la construcción de poder del Presidente. “Hay que blindar y fortalecer el Gobierno. No es en detrimento de Alberto o de Cristina. Tenemos que hacer más fuerte la coalición”, reflexionó uno de los referentes de los movimientos sociales que es parte de la organización.
¿De qué depende el fortalecimiento de la figura presidencial? De la posibilidad de cerrar un acuerdo con el FMI antes de fin de año y que lleve el sello de Fernández y Martín Guzmán. De darle lugar a los gobernadores en el radar de gestión y que tengan más influencia en el rumbo del Gobierno.
También de la recuperación económica tan anunciada y de la posibilidad de poder capitalizarla plenamente. De un diálogo fructífero con la oposición y de poder mantener el equilibrio en la estructura de poder que tiene el frente. Y, sobre todo, de la voluntad de Cristina Kirchner de acordar políticas de gestión con Fernández sin autoboicotear el gobierno.
Los grandes ausentes de esta jornada serán los gobernadores. Pese a las gestiones del Jefe de Gabinete, Juan Manzur, para que viajen a Buenos Aires y estén presentes, solo cuatro confirmaron presencia: Axel Kicillof (Buenos Aires), Jorge Capitanich (Chaco), Sergio Ziliotto (La Pampa) y Osvaldo Jaldo (Tucumán). La mayoría agradeció la invitación pero plantearon que tienen agenda de gestión estipulada para la tarde del miércoles.
Los movimientos de los mandatarios en lo que resta del año van a explicar el rumbo del peronismo del interior en el 2022. Muchos esperan una señal de autoridad del Presidente frente a las presiones de la Vicepresidenta. Relación conflictiva que quedó graficada al detalle después de las PASO, aunque en la Casa Rosada aseguran que cambió en los últimos días y pasa por un buen momento. Retratos de un vinculo camaleónico e indescifrable.
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