“Hoy empieza otra etapa. Si nosotros no nos ordenamos, corremos riesgos de que una UCR unida nos dispute el liderazgo nacional”. La reflexión corresponde a un importante dirigente del PRO ante la consulta de Infobae, y abre el nuevo panorama para Juntos por el Cambio luego de las elecciones, el puntapié inicial para los reordenamientos políticos de cara al 2023 en una coalición que pudo, hasta el momento, contener la ebullición interna con una premisa: “El enemigo estaba en otro lado”.
El mensaje tiene destinatarios claros, con nombre y apellido: Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich. Cada uno de ellos movió sus fichas en el último año. El ex presidente eligió cuándo salir y cuándo entrar en la agenda política según sus intereses personales, mientras que el Jefe de Gobierno porteño avanzó -con la lista de candidaturas en la mano- con su estrategia personal de revalidarse como líder más allá de la ciudad de Buenos Aires, y la presidenta del PRO no ocultó en ninguna de las diferentes ciudades del país que visitó el último tiempo sus ambiciones presidenciales. “Hay que fijar reglas de juego claras”, completó la misma fuente.
Ante este escenario, la UCR comenzará a trabajar desde hoy en un doble desafío, que tiene que ver con imponerse o, por lo menos, discutir liderazgos y poder con el PRO en igualdad de condiciones, y evitar su propia implosión interna. En esta estrategia un factor clave era la performance de Facundo Manes en la provincia de Buenos Aires, apalancado por la estructura bonaerense del partido que -ahora- dirige Maximiliano Abad. La lista que integró el médico -y encabezó Diego Santilli- se impuso al Frente de Todos, pero por una diferencia menor a la esperada. De todos modos, ya se instaló como una figura a nivel nacional de ahora en adelante.
“Creo que la jugada radical ya se hizo en las PASO, con Manes y luego se ratificó con el acto de Ferro. El partido entendió que si no salía a instalar una figura nacional en el AMBA iba a ir siempre a la cola del PRO. Juntos por el Cambio ya no es solo el PRO y aliados”, destacó ante Infobae un dirigente parlamentario del radicalismo.
En paralelo, el enfrentamiento político entre el jujeño Gerardo Morales y Martín Lousteau atenta contra la unidad partidaria. Es la gran pulseada interna y ambos se disputan la conducción de la UCR a nivel nacional para suceder al mendocino Alfredo Cornejo, que culmina su mandato en diciembre. Otro actor que figura como posible presidente del radicalismo es el gobernador Gustavo Valdés (Corrientes), que aparece como un punto de unidad entre el gobernador de Jujuy y el ex embajador argentino en los Estados Unidos.
Son dos espacios de poder interno. Quién gane el partido, tiene el sello de la UCR para negociar, por ejemplo, con Rodríguez Larreta en 2023, y hay desconfianza entre ambos sectores. Lousteau criticó, en más de una vez, la modalidad de conducción del partido en los últimos años, Morales y sus principales colaboradores cuestionan la relación entre el economista y el Jefe de Gobierno porteño. “Va a entregar el sello UCR para que le den la CABA”, advirtió un operador radical a este medio.
El balance de 2021 para Lousteau, en tanto, es positivo. “Recorrió el país al menos tres veces este año y su partido, Evolución, tendrá un bloque de entre 12 y 15 diputados nacionales”, advirtieron desde su entorno. También destacaron el desempeño electoral de Martín Tetaz, que integró la lista porteña de María Eugenia Vidal, y del cordobés Rodrigo de Loredo, el candidato a diputado nacional más votado en Córdoba.
A fines de octubre, en el estadio de Ferro, los principales dirigentes del radicalismo advirtieron: “Vamos a buscar la presidencia”. “El radicalismo nacional está llamado como en otros tiempos a liderar una coalición y a buscar la presidencia de la Nación. Somos la UCR de ayer, de hoy y de siempre que se está preparando para liderar la Argentina”, señaló en aquel momento Abad. Ese objetivo es claro, y en la carrera están todos anotados: Morales, Lousteau, Cornejo, Manes. El objetivo es llegar a ese destino entero, sin fisuras o al menos con maquillaje que se disimulen. Faltan dos años.
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