Casi sin quererlo, Juntos por el Cambio se encontró con una victoria en las elecciones 2021 en casi todo el país que inevitablemente alimentan -y adelantan- los planes del espacio opositor para pelear por la presidencia dentro de dos años. Alimentan porque los votos así lo indican y adelantan porque el primer paso para el retorno a la Casa Rosada es dirimir las disputas internas que permitan encontrar al mejor candidato a presidente.
La foto del domingo a la noche fue Horacio Rodríguez Larreta, victorioso, junto a María Eugenia Vidal, la candidata que el alcalde porteño potenció y luchó para tener en el distrito que gobierna. Lo mismo pasaba con Diego Santilli en la provincia de Buenos Aires, aunque con menos margen de lo que se esperaba por el repunte del Frente de Todos. Sin embargo, el interrogante que se dispara es si con esto le alcanza al jefe de Gobierno para ser el líder -sin oposición- de una coalición que lo colocaría en lo más alto del poder. Todo indicaría que no y que los dos años que vendrán recurrirán que deberá estar más atento al fuego amigo que a los embates del kirchnerismo.
El escollo más difícil de sortear será Mauricio Macri. El ex presidente está cada vez más decidido a ir por un segundo tiempo y la estrepitosa caída del gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, más un círculo íntimo que lo alienta, le dan motivos a los que el ex mandatario se aferra. El primer aviso fue en Dolores, con una puesta en escena de poca concurrencia que pareció estar disfrazada de lanzamiento. Dueño de un voto duro que envidian las palomas de Juntos por el Cambio y un escenario en el cual tiene poco que perder y casi todo para ganar, ¿con qué argumentos Larreta podría convencerlo de que no busque revancha?
La semana pasada, el jefe de Gobierno dio por seguro que las candidaturas del espacio se definirán en una PASO, como sucedió este año en 17 provincias. “Fue democrático”, argumentó. Sin embargo, su desafío es realizar el parricidio político antes de esa interna porque en un mano a mano con Macri -y al menos un candidato radical- el triunfo no es seguro. Algunos cálculos indican que el “voto halcón” le alcanzaría al ex jefe de Estado para imponerse. Y los más entusiasmados fantasean con una fórmula Macri-Bullrich, difícil de contrarrestar en una Primaria. Lo que suceda en la elección general contra el peronismo es otra historia, pero la suerte de Larreta estaría echada.
Este panorama le presenta a Juntos por el Cambio una encrucijada parecida a la que vivió el peronismo-kirchnerismo entre 2015 y 2019. Cristina Kirchner dejó el gobierno con una muy mala imagen para el conjunto de la sociedad pero, en los cuatro años posteriores, ningún dirigente del PJ encumbró un perfil que le permitiera competir contra el piso de voto duro que aún tenía la ex presidenta. Consciente ella más que nadie de la situación, sabía que en 2019 no podía ser la candidata y, para eso, debía evitar una PASO. Así fue que en mayo de ese año bendijo a Alberto Fernández y ella fue como vicepresidenta, uniendo a todo el peronismo detrás de la fórmula que le puso fin al gobierno de Macri.
Con el reflejo del peronismo tan reciente, en la oposición no esquivan que los próximos dos años serán virulentos internamente. Y casi todos coinciden en que la posición de Mauricio Macri como principal obstáculo de Larreta genera un vacío que alienta a muchos dirigentes a sumarse a la carrera presidencial. Los primeros en verlo -y en explicitarlo- fueron los radicales. Pero ahora también se suma Emilio Monzó. El ex presidente de la Cámara de Diputados entiende que un líder de Juntos por el Cambio está lejos de emerger y que puede pelear ese lugar desde el Congreso, a dónde llegará con un bloque propio de entre 8 y 10 diputados.
“Queremos ser la cuarta pata de Cambiemos”, resumió ante Infobae un hombre cercano al ex intendente de Carlos Tejedor. Traducido, esto es ampliar la coalición. La famosa “tercera vía” pero por adentro. Un espacio más que se sume al PRO, la UCR y la Coalición Cívica.
En los cálculos de Monzó, que trabajó en la campaña de Manes para enfrentar a Santilli en las PASO, lo que ocurrió con el neurocientífico en la provincia de Buenos Aires fue la expresión de esa tercera vía por adentro que tanto resultado le dio a Juntos por el Cambio. Sin buscarlo, Manes representó una opción para el electorado que no se inclina ni por el PRO ni por el kirchnerismo. En su estrategia, a ese sector hay que apuntar los próximos dos años.
Por supuesto que Manes también se anota para la carrera presidencial. El radicalismo encontró en el neuroespecialista una esperanza para pelearle el liderazgo de la coalición al PRO y que por fin la UCR pueda tener un candidato fuerte para la Casa Rosada. Ahí el centenario partido también deberá hacer un riguroso trabajo interno porque hay otros dirigentes con las mismas aspiraciones, como Gerardo Morales, Alfredo Cornejo y Martín Lousteau.
El primer paso para instalar la lucha por el liderazgo fue el acto en Ferro de fines de octubre en el que el mensaje implícito fue que la UCR debe dejar de ser furgón de cola del PRO y que el partido amarillo no tenga la potestad de decidir la agenda opositora. En otras palabras, hacer valer la horizontalidad que comenzó con la salida de Macri del gobierno.
En lo que sí hay unanimidad es en mantener la unidad del espacio. Hay coincidencia entre todos los actores de Juntos por el Cambio en que romper el bloque no serviría de nada y que el mejor camino es dirimir la lucha de egos puertas adentro. Aunque deje heridos, los resultados de las elecciones 2021 demostraron que lo mejor para la oposición es negociar internamente y, como último recurso, ir a una PASO.
Los comicios de medio término fueron un castigo para el gobierno nacional y el comienzo de un nuevo camino para una oposición en la cual cada espacio tendrá que resolver quién es el mejor candidato para enfrentar al peronismo en dos años. El resultado es impredecible.
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