El futuro de Juntos por el Cambio: un triunfo con muchos dueños que acelera proyectos para 2023 y dispara riesgos

Cómo se leyeron internamente los resultados de las elecciones y qué efectos provocará en sus principales dirigentes. Los temas que deberá definir desde hoy la conducción nacional opositora

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Mauricio Macri, Alfredo Cornejo, Fernando de Andreis, Horacio Rodríguez Larreta y Eduardo Macchiavelli, en el búnker de Costa Salguero
Mauricio Macri, Alfredo Cornejo, Fernando de Andreis, Horacio Rodríguez Larreta y Eduardo Macchiavelli, en el búnker de Costa Salguero

Finalmente, Juntos por el Cambio tuvo un triunfo histórico en las elecciones, pero si no hubo más signos de euforia fue porque el impactante logro de haberle sacado el quórum a Cristina Kirchner en el Senado disimuló la angustia con la que sus dirigentes palpitaron la estrecha diferencia de votos en la provincia de Buenos Aires y una victoria en el territorio porteño que todos esperaban que fuera mucho más amplia.

Son apenas matices de una jornada que terminó con postales extrañas: la coalición opositora, que le sacó 8,4 puntos al oficialismo a nivel nacional y se impuso en 13 provincias, festejó con moderación mientras que el Frente de Todos, que perdió pese al “Plan Platita” y a la fuerte movilización del aparato partidario, sobreactuó la alegría y llamó a “celebrar el triunfo” por el repunte de votos en algunos distritos.

De todas formas, Juntos por el Cambio puede decir que rompió varios récords electorales, consolidó una fuerza clave para los próximos dos años y se instaló como una alternativa de poder concreto para 2023. Y cualquiera de sus dirigentes que quiera sacar ventaja personal de la victoria cometería un error político. Porque Horacio Rodríguez Larreta se acomodó como un líder fortalecido para aspirar a la Presidencia, aunque casi todos los referentes de JxC salieron tonificados luego de lo que sucedió en las urnas.

Patricia Bullrich también puede atribuirse parte del éxito de la campaña para conseguir cinco senadores con sus miles de kilómetros recorridos por todo el país y la tarea de un Comité de Control Electoral que, a fuerza de denuncias, desbarató actos de clientelismo político e irregularidades para captar votos.

Facundo Manes y Diego Santilli, en el festejo final en La Plata
Facundo Manes y Diego Santilli, en el festejo final en La Plata

Lo mismo sucede con la UCR: así como el rol de Alfredo Cornejo, su presidente, fue determinante para equilibrar las tensiones internas, la irrupción de Facundo Manes se convirtió en la herramienta más eficaz para tener más votos en la Provincia y le aportó al centenario partido una fórmula para salir de su rol pasivo. Algo similar pasó con Martín Tetaz, la revelación electoral de la Ciudad que apadrinó Martín Lousteau y que encendió la campaña porteña. También fue importante el aporte de los gobernadores de Jujuy, Gerardo Morales, y de Corrientes, Gustavo Valdés, para sacarle el moho al viejo estilo radical.

María Eugenia Vidal sumó una victoria decisiva en Capital luego de haberse recuperado de la incomodidad con la que comenzó la campaña y afianzado mediante propuestas y un discurso endurecido contra el Gobierno, a tono con las expectativas del electorado, que fue puliendo con el correr de las semanas.

Hasta Mauricio Macri tiene derecho a creer que una porción del resultado electoral le pertenece. Es que su postura antikirchnerista fue cobrando volumen entre los votantes porteños y condicionó la estrategia moderada que hubieran preferido Rodríguez Larreta y Vidal para hacer campaña en la Ciudad.

Cuando esta tarde, a las 16, se reúna en Palermo la Mesa Nacional de Juntos por el Cambio será importante la foto que muestren como señal hacia el futuro, pero mucho más lo que se resuelva. Deliberarán sobre la convocatoria de Alberto Fernández al diálogo y buscarán una tregua que bloquee sus diferencias internas. Pero también debatirán si van a disputarle al oficialismo la presidencia de la Cámara de Diputados: Bullrich, una de las que impulsaba esa jugada, dijo en Costa Salguero que se trataba de un tema que iba discutir la conducción nacional opositora, pero aseguró que no tendrían posturas individuales.

Patricia Bullrich, Jesús Rodríguez, Ricardo Gil Lavedra, Maximiliano Guerra y Sabrina Ajmechet, en Costa Salguero (Foto Gustavo Gavotti)
Patricia Bullrich, Jesús Rodríguez, Ricardo Gil Lavedra, Maximiliano Guerra y Sabrina Ajmechet, en Costa Salguero (Foto Gustavo Gavotti)

Otro de los temas para analizar son los nombres de quiénes encabezarán los bloques legislativos a partir de diciembre. Está en debate si el radical Mario Negri debe seguir como presidente del interbloque de Diputados luego de su derrota en las PASO de Córdoba. El puesto lo tiene en la mira el PRO. Nadie vetaría, en cambio, la continuidad de Luis Naidenof, de la UCR, en la jefatura del interbloque del Senado.

La postura sobre el llamado al diálogo que predominaba era que primero se pongan de acuerdo los líderes de las tres partes del Frente de Todos antes de sentarse a negociar algo. Sobre todo, que Cristina Kirchner apruebe qué puntos quiere discutir con la oposición para que luego no petardee la iniciativa. Recién allí Juntos por el Cambio aceptaría dialogar, pero desde el Congreso.

La reunión de esta tarde servirá para medir la temperatura de algunos proyectos personales. ¿Se acelerará, por ejemplo, el plan presidencial de Rodríguez Larreta? En su entorno afirman que será al revés: al menos públicamente, el jefe de Gobierno quiere concentrarse de nuevo en la gestión en la Ciudad, aunque admiten que le resultará imposible desentenderse de la agenda nacional de temas que se instalará.

El alcalde porteño tiene que definir si avanza o no con los cambios en su gabinete. Es un hecho que se incorporará Jorge Macri, el intendente de Vicente López, quien no tiene reelección en su cargo, pero debutará en la Ciudad luego de que en los comicios de ayer logró el mejor porcentaje de votos de Juntos en la Provincia: en su distrito obtuvo el 58% de los votos, con una diferencia de más del 35% con el Frente de Todos e incluso es donde más aumentó la brecha con el kirchnerismo respecto de las PASO.

¿Creará, además, una “mesa política” en Capital que lo ayude en su carrera hacia 2023? Algunos de sus colaboradores creen que no le hace falta, pero otros consideran que es indispensable que para el desafío de intentar llegar a la Casa Rosada se rodee de dirigentes con mayor rodaje en proyectos presidenciales.

Marcos Peña abraza a Patricia Bullrich en el VIP de Costa Salguero (Foto Gustavo Gavotti)
Marcos Peña abraza a Patricia Bullrich en el VIP de Costa Salguero (Foto Gustavo Gavotti)

Diego Santilli, robustecido luego del resultado provincial que permitirá que 16 diputados de su lista entren al Congreso, anunció que seguirá recorriendo el territorio bonaerense y comenzará a elaborar un plan de gobierno: lo que todavía no reconocerá es que quiere ser candidato a gobernador en 2023. Mucho menos, que prevé recorridas por el interior para apuntalar el proyecto “Horacio Presidente”.

Otro dirigente fortalecido en las urnas es Néstor Grindetti, intendente de Lanús y jefe de campaña de Santilli. Luego de haber caído ante el Frente de Todos en las PASO, se convirtió en el único jefe comunal de Juntos que ganó en la Tercera Sección Electoral: alcanzó el 41,21% de los votos. Tampoco tendrá reelección y dicen que se imagina en algún lugar del gabinete de Rodríguez Larreta en caso de que se transforme en el sucesor de Alberto Fernández. Mientras, en diciembre competirá para desbancar a los Moyano en Independiente. Para sucederlo en la intendencia se alista su jefe de Gabinete, Diego Kravetz.

En el larretismo hay euforia por el desempeño electoral de Santilli-Manes: no miran la diferencia de 1,3 puntos respecto de Victoria Tolosa Paz, sino lo que representa que en las elecciones de 2019 la lista de diputados de Juntos por el Cambio haya perdido por 14 puntos ante el Frente de Todos y que ahora le haya ganado a esa misma fuerza política, pese al esfuerzo de los intendentes y de la “platita” del Estado.

En la misma sintonía, en el entorno del jefe de Gobierno valoran el alto porcentaje de votos de Vidal y la brecha de casi 22 puntos que la separa de Leandro Santoro, del Frente de Todos. Y conseguidos con el aporte del liberal Ricardo López Murphy y pese a que Macri y Bullrich elogiaron en medio de la campaña a Javier Milei, el ascendente dueño del voto antisistema de Capital que llegó al 17% de los votos.

El abrazo de María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta (Foto Gustavo Luis Gavotti)
El abrazo de María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta (Foto Gustavo Luis Gavotti)

Tras ese triunfo, la primera candidata a diputada de Juntos Podemos Más se prepara para cogobernar la Ciudad: su amigo Emmanuel Ferrario, primer candidato a legislador porteño, será elegido en diciembre vicepresidente primero de la Legislatura para secundar a Rodríguez Larreta en la línea de sucesión. Para 2022 también planea recorridas por la provincia de Buenos Aires y el interior hasta que pueda decidir, encuestas en manos, si se convierte en candidata presidencial o en postulante a jefe de Gobierno.

Macri, por su parte, mantendrá la incógnita acerca de sus planes para 2023. Llamó la atención que no compartiera anoche con ocho de sus colegas de la Mesa Nacional de Juntos por el Cambio la conferencia de prensa que brindaron en Costa Salguero. A esa misma hora, prefirió hablar en vivo con periodistas de las señales LN+ y TN, donde volvió a justificar sus elogios a Milei durante la campaña: “Planteé ideas. Creo en la libertad, el desarrollo personal y en que el Estado no te ponga la pata encima. Bienvenido que trabajemos juntos todos aquellos que queremos transformar el país en serio”, sostuvo. Y, una vez más, no descartó postularse en dos años: “No me gusta que me digan qué hacer”, fue su respuesta.

La deliberada ambigüedad del ex presidente sobre su futuro puede enrarecer el ambiente interno en Juntos por el Cambio. No es el único dirigente cuyos planes personales pueden hacer estallar la frágil paz opositora: anoche, tras la conferencia de prensa, Bullrich fue rodeada en Costa Salguero por una treintena de jóvenes militantes que coreaban “Patricia Presidente” y, además, un estribillo que fue una respuesta al “Con Milei no se habla” que le cantaron con tono desafiante en el cierre de campaña de a Ciudad. “No se habla, con Massa no se habla”, dijeron a los gritos mientras posaban con la jefa del PRO para las selfies.

El que habla con Massa, según el bullrichismo, es Rodríguez Larreta. Parece una anécdota menor, pero de este tipo de episodios está conformada la tensión latente en Juntos por el Cambio, con proyectos personales que siempre parecen a punto de chocar de frente. La resonante victoria en las elecciones podría hacer que sus dirigentes revaloricen la unidad alcanzada, al menos en la campaña, pero también podría acelerar los enfrentamientos si lo antes posible no se pacta un armisticio que evite la guerra en 2023.

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