A pesar de que sufrió una nueva derrota en las elecciones generales, el acortamiento de la distancia con Juntos por el Cambio en la provincia de Buenos Aires se vivió anoche en el búnker nacional del Frente de Todos como un triunfo. Los fantasmas de una nueva crisis, derivados del recuerdo del sorpresivo revés en las PASO, parecieron evaporarse en el comando oficialista con los resultados que arrojaron las urnas ayer. En especial para el presidente Alberto Fernández, que recibió las cifras del escrutinio provisorio “como una bocanada de aire fresco” para empezar la nueva etapa del Gobierno, y de cara a 2023. Sin embargo, las miradas en la coalición no son unívocas y hay dudas sobre la postura que adoptará el kirchnerismo.
En el Gobierno todos asumen que a partir de hoy, con los resultados de las elecciones generales en mano, los distintos espacios que componen la coalición empezarán a diseñar sus respectivos caminos hacia las Presidenciales.
En medio de las peleas y las amenazas del kirchnerismo sobre posibles cambios en el Gabinete, en el entorno del primer mandatario veían la mejora en los resultados de las primarias como un triunfo a nivel interno.
Hasta ayer por la tarde, en el Complejo C, donde funcionó la sede central de la campaña y ayer se esperaron los primeros resultados del escrutinio provisorio, en La Cámpora aún sostenían que a partir de hoy se producirían nuevos reemplazos en el Gabinete, con los ministros de Producción, Matías Kulfas; y de Trabajo, Claudio Moroni, como los principales apuntados.
“Van a haber cambios, seguro”, decían, mientras resentían el aviso que había emitido el Presidente por la tarde, donde los negaba de antemano. “No tiene los resultados y ya sale a avisar algo que no sabe, está buscando problemas”, le espetaba un dirigente del espacio que conduce Máximo Kirchner, con el recuerdo de las severas modificaciones que se terminaron imponiendo en el círculo íntimo del jefe de Estado después de las PASO a pesar de la resistencia del propio Alberto Fernández.
La decisión de la vicepresidenta Cristina Kirchner de no presentarse en el búnker, que se conoció hacia el final de la tarde de ayer, cuando los bocas de urna aún daban malas noticias, alentó las hipótesis de que el Instituto Patria volvería a arremeter para modificar el esquema de la administración nacional. Sólo se hacía la salvedad de que sería un cambio más ordenado que en septiembre. “Va a ser al estilo kirchnerista, con cambios en diciembre”, adelantaban, cuando ya daban por sentado que no lograrían acercarse a Juntos por el Cambio en la Provincia y que perderían en los distritos más importantes del país.
Los primeros resultados certeros cambiaron por completo los aires en la coalición de gobierno. Fueron dados a conocer exactamente a las 21 por el ministro del Interior, Eduardo Wado de Pedro, en una conferencia de prensa desde el Correo, mientras la mayor parte de los dirigentes del oficialismo -todo el Gabinete, intendentes y algunos varios gobernadores afines-, se concentraban en el comando del complejo C.
Sólo no asistieron al comando electoral dos figuras centrales: la Vicepresidenta, que justificó su ausencia con una recomendación médica de reposo tras la cirugía de la semana pasada, a pesar de que había estado presente en el acto de cierre de campaña provincial el jueves pasado; y el jefe de Gabinete y gobernador de Tucumán en uso de licencia, Juan Manzur, que había viajado a su distrito el viernes para intervenir en la disputa electoral local y de su propia interna contra su sucesor y virtual enemigo político, Osvaldo Jaldo. A la hora de los comicios, los asuntos provinciales pesaron más para el funcionario nacional.
La noticia del acortamiento de la distancia con Juntos que hizo De Pedro fue seguida por un mensaje grabado, sobrio y de corte institucional, que brindó Alberto Fernández sobre el envío al Congreso, en diciembre, de un plan para acordar con el Fondo Monetario Internacional, y sobre la convocatoria a la oposición y al empresariado con agenda en torno a ese programa.
El mensaje del jefe del Estado fue una muestra de iniciativa hacia adentro de la coalición. “El Presidente toma las riendas y se pone al frente de un acuerdo que es necesario en el momento en que estamos viviendo”, dijo un dirigente de su círculo íntimo sobre el anuncio que se grabó a las 21 y se transmitió a las 22, vía streaming, y en las pantallas del sector del búnker habilitado para la militancia, frente al parque Los Andes.
La noche de las elecciones primarias, en ese área sólo se había permitido el ingreso de los dirigentes más importantes, que habían escuchado sentados en sillas blancas, con distancia social, el discurso de admisión de la derrota del único orador, Alberto Fernández, y vieron a una silenciosa Cristina Kirchner a su lado.
Anoche el cuadro fue completamente distinto: se permitió el ingreso de la militancia, que hizo pogo antes y después del ingreso del primer mandatario Sergio Massa, Axel Kicillof, Leandro Santoro, Victoria Tolosa Paz y Máximo Kirchner.
Anoche, en el búnker hablaron todos los principales dirigentes del Frente de Todos, excepto la ausente Cristina Kirchner, y el jefe de La Cámpora, que sonrió y saludó a los militantes que habían entrado con pulseras rosas entre saltos y cantos, pero se mantuvo en silencio.
Cerca del Presidente, que festejó ante la reducida pero eufórica multitud, el resultado elección general se consideró como un triunfo a nivel interno, e inclusive como una especie de “revancha”. Su preaviso de que no se realizarían cambios en el Gobierno se vio fortalecido. “Los funcionarios centrales no se van. Eso era una presión del kirchnerismo, pero al final perdimos donde jugaban los candidatos de Cristina”, dijo un armador afín en referencia al revés en el interior que repercute en el quórum propio en el Senado. “Esto es una bocanada de aire, ahora viene la reconstrucción, más Alberto y menos confrontación”, agregó.
En el escenario, Sergio Massa, también con aires triunfales, les dijo a los militantes: “Festejen, festejen”. En su espacio también vivían la jornada con jolgorio. Aunque no logró alcanzar el quórum propio, el Frente de Todos retuvo la primera minoría en la Cámara de Diputados, su reducto de poder.
En el kirchnerismo festejaron el resultado, pero con menor efusividad. Aunque el Frente de Todos se recuperó en distritos clave para el espacio, como Quilmes, con el intento de recuperar La Pampa frustrado y la derrota que se esperaba Chubut consumada, Cristina Kirchner perdió el control del Senado y ahora se verá obligada a negociar, más que nunca, con los pocos aliados que le restan para poder sesionar por iniciativa propia.
Alberto Fernández venía haciendo un trabajo fino para cosechar apoyos desde las PASO, de cara una posible derrota aún peor en las generales. Mientras continuaba con las bajadas “de escucha” al conurbano, el martes previo a la elección general había recibido a dirigentes de la CGT y de los movimientos sociales afines. Y antes se había reunido en privado con intendentes y gobernadores peronistas. En su entorno creían que estaba en juego la gobernabilidad para los próximos dos años y aseguraban que, al promover esos encuentros, el Presidente buscaba “garantizarla” de cara a las semanas posteriores a la elección.
Pero también pesaba, en esas reuniones, la ambición de reelección del Presidente. A pesar de que su imagen está seriamente golpeada, y de los cuestionamientos internos, aún piensa en un segundo mandato. Y los resultados de ayer, creen, lo posiciona mejor. La ecuación en su entorno sobre una candidatura en 2023 se basa en una lógica de descarte. “Si no es él, ¿quién más? ¿Axel? ¿Máximo? ¿Massa? Todos están en igualdad de condiciones. Nadie puede solo”, dijo un funcionario cercano al Presidente a Infobae.
Mientras se alista para la marcha que se realizará a su favor el miércoles próximo por el Día de la Militancia, el anuncio del Presidente de convocar a la oposición para discutir los principales temas económicos es parte de su plan para ponerse al frente de un “gran acuerdo nacional” de cara al pago de la deuda externa y a la crisis que se ve en los indicadores productivos, inflacionarios y en los niveles de pobreza e indigencia.
Pero es temprano aún para saber cuál será la posición que adoptarán el Instituto Patria y La Cámpora después de los resultados adversos, pero considerados positivos para las alas del albertismo y el massismo. La mirada negativa sobre la gestión presidencial no cambió, y la perspectiva sobre el acercamiento a la oposición genera resquemores en el kirchnerismo, que aún no dio señales sobre qué tipo de acuerdo estaría dispuesto a aceptar.
En las últimas semanas, ante el conflicto permanente, algunas voces empezaron a proponer mecanismos para canalizar las disputas, que repercuten en la gestión y dan señales negativas para la economía. Una propuesta que circulaba en las últimas semanas es la institucionalización de la coalición, que se había barajado en 2019 pero que había sido descartada por la falta de consensos internos. Por ahora, es una idea vaga.
En los próximos días se espera que decante el análisis que hará el Frente de Todos en su conjunto de la derrota que se vivió como un triunfo después del achicamiento de la distancia con Juntos por el Cambio. Por ahora, el Presidente buscará capitalizar el avance del oficialismo entre las PASO y las Generales, mientras el kirchnerismo delibera sobre sus próximas jugadas en una coalición que se vio resquebrajada por la derrota, y donde todos los esfuerzos apuntarán a partir de ahora a posicionarse para la elección clave de 2023.
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