Más de 34 millones de personas están habilitadas para votar en todo el país. Después de una campaña extensa en cantidad de días y módica sino pobre en contenidos, la elección de hoy renovará la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado de la Nación, la mayoría de las legislaturas provinciales y centenares de concejos deliberantes en todo el país. Impactará fuertemente en la interna del oficialismo, alimentará la disputa de liderazgos en Juntos por el Cambio y expondrá también la nueva foto de las terceras fuerzas. Dicho de otra forma: redefinirá el tablero político frente a los desafíos de la agravada crisis económica y social.
Las calculadoras políticas estarán funcionando a pleno esta noche para proyectar la nueva realidad del Congreso. El foco estará puesto principalmente en tres puntos: el resultado en la provincia de Buenos Aires, las cifras nacionales y los primeros indicios sobre el mayor interrogante de estas horas, es decir, cómo será el día después. Está claro que todo dependerá del sentido y la magnitud del resultado. Sin embargo, en su recorrido de campaña y hasta en los actos de cierre, tanto el oficialismo como la oposición dieron su mensaje.
Con Cristina Fernández de Kirchner -luego de la intervención quirúrgica de la semana anterior-, Alberto Fernández y el resto de los principales referentes en el centro del escenario montado en Merlo, el frente oficialista buscó dar otra muestra de unidad, pero no pudo ocultar sus tensiones. La síntesis sería que cualquiera sea el resultado, y más aún si se repiten o amplían los números de las PASO, buscarían evitar el abismo de la fractura, pero habrá que prepararse para una nueva y muy dura batalla doméstica.
Juntos por el Cambio, según la frase repetida entre dirigentes y equipos de campaña, buscó antes que nada “evitar errores”. Se explicaba con dejo irónico que el Gobierno por sí solo sumaba contradicciones y decisiones en contra, y que entonces había que ser prolijos y trabajar mucho localmente, distrito por distrito, tal vez lo menos visible. Sin embargo, la prolijidad suponía en primer lugar el intento de disimular la disputa sobre liderazgos que ya asoma en la coalición opositora: Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich, Alfredo Cornejo, Gerardo Morales, el PRO y la UCR, en los renglones destacados.
Es probable que el Congreso tenga un lugar más relevante en la segunda parte del gobierno del Frente de Todos. Naturalmente, el resultado de esta noche será determinante. En Diputados, el oficialismo venía desde antes de las primarias con dificultades para armar alianzas en casos de proyectos resistidos, como la reforma de la ley orgánica del Ministerio Público Fiscal. Y en el Senado, las elecciones de septiembre dejaron abierta la posibilidad de que el oficialismo pierda el quórum propio.
Estará en discusión el territorio institucional que domina hasta ahora sin problemas CFK. Eso le agrega un ingrediente especial a lo que ocurra de las urnas de las ocho provincias que renuevan bancas en la Cámara alta: Córdoba, Santa Fe, Mendoza, Tucumán, Catamarca, Chubut, La Pampa y Corrientes. Es una batalla exclusiva entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio. Son los que arriesgan lugares y, por lo que muestra cada distrito, los que están en la pelea. El lugar en que quede parado cada uno también determinará reacomodamientos hacia el interior de cada espacio. Abundan las tensiones previas.
En el horizonte de Diputados, asoman por supuesto las especulaciones en los dos grandes bloques, en función de los números y de los nombres que se incorporarán a la cámara. Pero también será significativo lo que ocurra con terceras fuerzas, en primer lugar por las necesarias alianzas para avanzar con proyectos. Ni el FdT ni JxC tiene ni tendrá la llave del quórum. Se verá, entonces, cuánto conservan o amplían las expresiones provinciales, el puñado de legisladores de origen peronista pero no alineados con el Gobierno, el FIT y Avanza Libertad. Estos dos últimos, también anotados en la competencia con lectura nacional a un lado y otro de las coaliciones mayoritarias.
En la perspectiva de un juego repartido -que tendrá mayor o menor dramatismo político según el resultado-, el Gobierno ya dejó trascender que sin pérdida de tiempo impulsará algún tipo de acuerdo, por ahora de perfil bastante impreciso. Incluiría también una convocatoria a empresarios y jefes sindicales, aunque no está claro tampoco si sería en simultáneo con las fuerzas políticas. El Presidente trabaja sobre una línea que adelantó Sergio Massa y que el kirchnerismo duro ya dio señales de querer ceñir a la deuda.
Desde JxC, las prevenciones están enfocadas en que sólo se trate de un juego político para recuperar oxígeno. Un intento de cargarle los costos por la deuda con el FMI y a la vez, una manera de encubrir las internas en el poder. Plantean por canales informales y algunos dirigentes lo dijeron públicamente que primero el oficialismo debe arreglar sus cuentas domésticas. No quieren quedar enredados en batallas ajenas o ser variable de ajuste de esas tensiones, con operaciones sobre sus propias internas.
El oficialismo expone de manera cada vez más notoria que la disputa no está restringida al kirchnerismo duro y al círculo de Olivos, o a CFK y el Presidente. En la semana previa a las elecciones, los gobernadores peronistas se concentraron en sus provincias. Se preparan para una discusión en la que hasta ahora se sienten desconsiderados. La CGT y los movimientos sociales más próximos al oficialismo anunciaron una marcha para la semana que viene. También se sienten destratados. Son dos sectores que respaldan al Presidente pero que a la vez le reclaman gestos para dar batalla y equilibrar el cuadro que fue forzado por CFK luego de la derrota en las PASO. Eso mismo inquieta a los funcionarios del área económica, empezando por Martín Guzmán y Matías Kulfas.
Son todas fichas que se mueven en el tablero político. Pero el cortinado de fondo es otro. El tramo final de campaña terminó siendo dominado por dos temas que encabezan las preocupaciones del común de la gente: le economía -con la inflación otra vez al tope- y la inseguridad. Se trata de la crisis. Ya dio suficientes avisos para el día después.
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