Alberto Fernández viajaba en helicóptero rumbo al conurbano para almorzar con el intendente Mario Ishii cuando se enteró de que Eduardo “Wado” de Pedro había presentado su renuncia. El ministro del Interior no anticipó la estocada política, y el Presidente en ese instante asumió que estaba en marcha una feroz ofensiva de Cristina Fernández de Kirchner. “Tenes que defenderte. No hay otro camino”, aconsejó Ishii mientras servía unas morcillas bombón, recordando los años de enfrentamiento con La Cámpora que intentó -sin éxito-colonizar su territorio político de José C. Paz.
El consejo de Ishii se transformó en un mandato político para Alberto Fernández. La Vicepresidente y el Presidente se llevan poco, y ambos exhibieron esa infinita distancia personal cuando apenas se miraron al terminar el acto de cierre de campaña en Merlo, que fue de manual y con la palabra Sí en muchos colores.
El jefe de Estado concluyó su discurso de barricada y se dirigió hacia Cristina Fernández de Kirchner para saludarla, como ya había hecho con Victoria Tolosa Paz, Axel Kicillof y Sergio Massa. La Vicepresidente contestó con una mueca, una mutación de sonrisa congelada. Fue la anatomía de un instante: un segundo que permitió suponer que habrá acontecimientos políticos graves tras las elecciones legislativas.
Alberto Fernández ya tiene el respaldo político de la Confederación General del Trabajo (CGT) y de los movimientos sociales que desconfían de la CFK, La Cámpora, Máximo Kirchner y el Instituto Patria. Cuando la derrota en las PASO gatilló la ofensiva de Cristina, el Presidente aceptó los consejos de un ala de su Gobierno que sugirió una retirada ordenada.
Esa recomendación canceló la movilización de apoyo a Alberto Fernández que estaban organizando los movimientos sociales y determinados intendentes del conurbano, dos protagonistas clave del Frente de Todos que resisten la voluntad de poder de la Vicepresidente y el diputado Kirchner.
Sin apoyo en las calles y cauteloso, el jefe de Estado consintió los planteos de CFK, designó a Santiago Cafiero en la Cancillería y despidió con un fuerte abrazo a Juan Pablo Biondi, el secretario de Medios y Prensa que siempre exhibió sus diferencias con Fernández de Kirchner.
Alberto Fernández ya asumió que mañana habrá derrota del oficialismo en los principales distritos del país, y no tiene intenciones de repetir la crisis política que enfrentó tras la caída en las PASO. El Presidente no piensa en un nuevo cambio de Gabinete, pero CFK ya mueve sus piezas y apuesta a esquivar el costo personal y político de una jornada electoral que será adversa e inolvidable.
La CGT convocó a una movilización para recordar el Día de la Militancia, un 17 de noviembre de 1972 que encontró a Juan Domingo Perón a merced del Ejército que no permitía su salida de Ezeiza para saludar al pueblo que lo esperó casi 18 años.
El Presidente mantendrá la movilización del próximo miércoles, y si la interna de poder se agrava, no se descarta en Balcarce 50 que se sumen los movimientos sociales para demostrar a CFK que la correlación de fuerzas ya empezó a mutar.
Junto al respaldo en las calles de la CGT y la predisposición activa de los movimientos sociales, Alberto Fernández hace cuentas respecto a los gobernadores peronistas que se mantendrían leales a la Casa Rosada. No fue casualidad que Juan Manzur no estuviera en Merlo: el jefe de Gabinete, acompañado por el ministro Juan Zabaleta, ese jueves había iniciado un raid por San Juan, Catamarca, La Rioja, Santiago del Estero, Salta y Tucumán para acumular masa crítica a favor del jefe de Estado.
Manzur y Zabaleta son leales al Presidente. Y odiaron cuando CFK se llevó la parte del león, tras la derrota contundente en las PASO.
La CGT, los movimientos sociales, al menos 12 gobernadores, un puñado de intendentes del conurbano, y ciertos empresarios poderosos que ya almorzaron en la Casa Rosada, avalarán la futura estrategia política de Alberto Fernández que sería anunciada en pocos días.
El jefe de Estado respalda a Martín Guzmán y a Matías Kulfas, diseña una convocatoria a la oposición para converger en una agenda común vinculada a la economía y al FMI, y no piensa ceder a los posibles planteos políticos de CFK.
Esa es su decisión.
Y cuenta con Sergio Massa para articular desde la Cámara de Diputados una hoja de ruta que permita sumar a Juntos por el Cambio, que sólo aceptará si hay consenso interno y reglas de juego transparentes. Massa propuso una agenda de 10 puntos estructurales durante una exposición en Estados Unidos, y sobre esa guía se trabajaría para iniciar los primeros consensos.
Alberto Fernández no quiere repetir la experiencia post PASO y acumula fuerzas para contener una posible embestida de CFK. En Gobierno afirman que, pese a esta previsión política, el final es abierto.
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